18. DE VUELTA A CASA

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— ¿Querrás venir a casa para el cumpleaños de mi madre?

La pregunta me pilló con la guardia baja. Hacía unos días que había sucedido lo de su agresión, y prácticamente no me había separado de él desde entonces.

Se lo debía después de cómo él se hizo cargo de mí cuando me rompí la muñeca.

Después de las horas que estuvo en el hospital le llevé a casa y le ayudé a acostarse, debía estar pendiente durante toda la noche y despertarle cada dos o tres horas, y hacerle una pregunta simple.

Por lo que esto que me estaba preguntando me llenó de dudas ¿no sería a causa de la conmoción? Cuando dijo A CASA, supuse que se trataba de allá en casa de su madre. Y supuse bien, sería interesante ver de nuevo a la abuela Carol, después de tanto tiempo. Porque las llamadas telefónicas no contaban, no daban calor humano, ni abrazos.

Además me enfrentaba a todos los Clayton. Y el peor de todos era Chris, este último era el más peligroso para mis emociones.

Hasta ahora tenía claros mis sentimientos por Rick, pero ¿sería porque Chris me había rechazado y me conformaba con la segunda opción?

No quería encontrármelo dentro de algunos años, con mi vida sentimental ya resuelta, y descubrir que aún sentía algo por él. Porque entre Rick y yo no había nada. Era igual de cálido que siempre, pero le notaba algo más reservado y contenido.

Desde que salió del hospital, le faltaba algo, lo que los franceses llaman “je ne sais quoi”, era tan imperceptible que podía haberlo pasado por alto, pero estaba más atenta que nunca a su persona.

Si en algún momento le gusté, era evidente que ese tiempo ya pasó, ahora se comportaba como un hermano mayor, o como un muy buen amigo, nada más.

Parecía como si nuestra conversación en la habitación de hospital, mientras pasaba esas primeras horas, hubiera sido producto de su delirio post-traumático.

— Vale, te acompaño. ¿Cuándo salimos?

— Iremos en avión.

En avión… nunca había subido en un avión y el tema me inquietó. No estaba muy convencida de viajar en la panza de un pesado y enorme artefacto que se mantenía en el aire sin explicación plausible por mi parte. ¿Miedo a volar?... era lo más probable.

Llamé al señor Weiss y le pedí el dinero extra para comprar el pasaje. Me dijo que en una hora lo tendría en mi cuenta.

Cada vez que llamaba a ese hombre, me asaltaba la curiosidad, ¿de dónde provenía ese dinero? No podía imaginar dónde estaría el límite, pero todas las veces que había pedido dinero, jamás me lo había negado.

Claro está que yo tampoco me había excedido. Otra en mi lugar, tal vez estaría despilfarrándolo, pero yo había crecido en un ambiente distinto, la supervivencia era un punto a mi favor.

Dos días después, con mi maleta trolley, esperaba en la calle a que Rick pasase a recogerme, tal y como habíamos acordado. Le vi llegar en el coche patrulla, con Jodie al volante.

— Sube —me dijo ella, pero Rick bajó y me dejó subir delante, él se sentó detrás.

Debió intuir que no me sentiría muy cómoda paseándome por media ciudad sentada en el asiento trasero de un coche de la policía, como cualquier delincuente. Él estaba curado de espanto.

Me acomodé en el asiento del avión, bastante nerviosa por la experiencia. No dejaba de mirar alrededor, ¿por dónde se salía cuando no querías estar más tiempo allí, o cuando sucediese un imprevisto?

Amor CaprichosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora