Habían pasado unos días desde que Rick me había dejado desamparada en esta ciudad. No comprendía qué estaba ocurriéndome, sentía como si faltara algo importante dentro de mí, pero no llegaba a comprender qué podía ser. APATÍA. En los días siguientes me moví por inercia. Rick se había ido y una parte de mí se había marchado con él. De todas formas, Chris no hacía gran cosa que me hiciera pensar menos en Rick.
Cierto que se había volcado algo más conmigo, como cubriendo el hueco que había dejado su hermano, pero no era ni la mitad de parecido a él. Era tierno, era cariñoso, pero le faltaba ese algo que solo Rick sabía desplegar cuando estaba conmigo.
De todas formas, era como si se esforzara en comportarse así. O quizás era que yo no hacía más que ver fantasmas donde no los había.Unas veces estábamos en mi casa. Entrar en la de los Clayton sin el cincuenta por ciento de los Clayton me hacía sentir como cuando te encariñabas de algún compañero de centro que por fin encontraba una familia de acogida. En casa me sentía más cómoda, Chris salía poco y no podía conducir todavía (yo tampoco me apañaba mucho mejor), de modo que solo nos quedaba quedarnos en una casa o en otra. Traía su guitarra y tocaba algunos acordes mientras yo hacía mis deberes de la escuela. Más que nada, me hacía compañía, puesto que en casa estaba solo, ya que Margaret seguía con su rutina de antes de que sucediera lo del tiroteo.
Esa vez, estábamos sentados en el sofá de su casa viendo una película que daban por la tele, de esas de gánsteres, en blanco y negro, como le gustaba a Chris. Ante nosotros había un enorme bol de palomitas y unas latas de cerveza y coca cola. Nos hallábamos sentados juntos, pero no muy próximos el uno del otro. Pero observándole allí embobado viendo a James Cagney (su actor favorito de cine negro) empecé a sentir algunas cosillas que la marcha de Rick había arrinconado. Ni qué decir que se había esforzado desde por la mañana, lo que me llevó a pensar que no era esfuerzo por su parte, sino que lo hacía por gusto. Por fin se comportaba como siempre YO había deseado para conmigo.
Le tenía tan cerca, oliendo su loción para después del afeitado, que no pude más y le besé. Me acerqué despacio, él supo lo que iba a hacer y me concedió la libertad para maniobrar. Sus labios eran cálidos y carnosos, me dejó hacer así que lo probé, un mordisquito, un lametón. Jugué con su lengua, él me respondió. El beso duró al menos quince segundos y cuando nos separamos me faltaba el aliento.
Dejé caer la cabeza en su pecho, me sentía dichosa. Por una vez me creí completa y absolutamente feliz.
- Fanny.
Su voz fue tan dulce cuando decía mi nombre, que un escalofrío me recorrió la columna vertebral.
- Dime.
- Sé que no es el mejor momento para decirte esto, pero no me gustaría que hubiera un malentendido.
Me incorporé y lo miré fijamente, aquello no me había sonado muy dulce, ni muy amoroso... torcí la boca, me estaba oliendo la contrariedad y estaba a punto de sufrir un revés grave en mi orgullo.
- Esto... yo...
Era una sonrisa tierna, de esas de "perdona por favor la puñalada que te voy a endiñar". El caso es que comprendí su postura, iba a decirme algo que me iba a doler y quería lastimarme lo menos posible.
- No te gusto ¿Es eso?
- Bueno, me gustas... y mucho, pero no hasta el mismo punto que yo a ti. Por ello... no quiero hacerte daño.
- Pero me has devuelto el beso... has dejado que empezara.
- No soy tonto, me gustas y quería besarte también. Pero yo sé que tú no quieres un rollete de un par de semanas, o de meses conmigo. Quieres algo más.
- Si - era evidente que yo era un libro abierto en donde todo el mundo podía leer, ese descubrimiento me fastidió sobremanera.
- Algo que yo no te puedo dar... ahora mismo.
Estuve a punto de doblegarme, decirle que no me importaba una relación corta, también que podía esperar, pero me detuve a tiempo. No era eso lo que quería, bien lo había dicho Chris. Además salvaba mi orgullo marchito.
- Vale, pues... en ese caso, me voy a casa.
Me levanté del sofá y cogí el anorak. Chris me acompañó hasta la puerta.
- ¿Te acompaño a casa?
- Déjalo, tampoco vivo tan lejos.
Sujetó el abrigo mientras me lo ponía y luego que me lo abroché me cogió por las solapas. Se acercó lentamente y me besó. Fue sedante, se me cerraron los ojos y me dejé transportar hasta el séptimo cielo. Dejé caer la cabeza en su pecho y él me abrazó con fuerza.
- Lo siento. Cuánto me gustaría poder darte lo que quieres, pero he de ser honesto contigo.
Fui a casa flotando en una nube. Llegué donde la abuela Carol y me refugié en sus brazos llorando desconsoladamente.
- Está bien, niña. Desahógate.
Y eso hice, lloré durante un buen rato, hasta que se agotaron mis reservas de lágrimas. Una vez recuperada, me senté junto a la abuela en la cama y me dispuse a contarle toda la historia.
- Eso es todo.
- Y es bastante. Te ha rechazado.
- No podía decirle que no me importaba que la relación no durase más de unas semanas o unos meses. Él ya había tomado una decisión.
- Entiendo.
- Me siento tan estúpida... Todo este tiempo he estado enamorada de un imposible. Y lo peor de todo es que ahora me muero de vergüenza de solo imaginar que tengo que estar a su lado de nuevo, que tengo que verle y hablar con él. Me daría de cabezazos con la pared.
Cabezazos... martillazos, sacar de mi memoria la última hora.
- Daría lo que fuese por volver atrás en el tiempo y borrar el beso.
- No te arrepientas, niña. Lo hecho, hecho está. Debes seguir adelante sin arrepentirte nunca de lo que haces, solo aprender de los errores.
Estaba claro. La abuela tenía razón, pero era muy difícil hacerlo. Al menos de momento. Quizás dentro de unos días, o meses... o años. Tal vez el próximo milenio.
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Amor Caprichoso
RomanceLa vida de Fanny cambia radicalmente el dia que interviene para intentar salvar la vida de su vecino. ¿Quién le iba a decir que aprendería a abrirse al mundo, que encontraría una familia y también el amor?