19. EL BESO

51 5 2
                                    

Un leve ruido me hizo abrir los ojos de improviso, Rick dormía plácidamente de espaldas a mí. Las tripas me reclamaban que les echara algo, así que me puse el pantalón del pijama y salí a hurtadillas de la habitación.

Era agradable caminar por una casa, aparentemente vacía, pero que tras cada puerta había alguien durmiendo.

Se oía algún que otro ronquido y de esos gemiditos musicales, me paré en mitad del enmoquetado pasillo, ahogando una carcajada. Debía ser Melanie la que gimoteaba de ese modo, ella, tan pija y refinada como se comportaba.

El grueso de mis calcetines al contacto con la mullida moqueta me daba una sensación esponjosa en los pies. La luz de la cocina estaba encendida, y Chris sentado a la mesa comiéndose un buen trozo de pastel que había sobrado de la cena.

—Hola, trasnochadora, ¿también tienes apetito?

—Uy, no sabes cómo me suenan las tripas. —Cogí una cucharilla y me auto invité al plato de Chris. Ciertamente no me conocía a mí misma actuando como lo estaba haciendo: primero compartiendo cama con Rick tan alegremente y ahora compartiendo la comida de Chris. Estaba lanzada y esperaba no pasarme de lista.

—Tú no te cortes —bromeó a la vez que acercaba el plato para que pudiera comer mejor—. ¿Has oído el ruidito que hace Melanie? —Y a continuación la imitó a la perfección.

Nos reímos en silencio y una vez pasó el buen rato, seguimos devorando el dulce.

—Es genial ¿Yo hago ruidos raros cuando duermo?

—No lo sé, pregúntale a Rick. —Comprobé que su semblante había cambiado. Enseguida me arrepentí de mi tonto comentario.

Se levantó, rodeó la mesa y se sentó a mi lado. Me retrepé en la silla imperceptiblemente, era como si un animal salvaje se hubiese acercado a olisquearme. Seguí degustando el pastel, ignorando la presencia de Chris tan cerca de mí.

—Fanny.

YA ESTÁ, me advertí, en algún momento tendría que salir el tema. Desde que había visto a Chris en el aeropuerto, sabía que algo había cambiado en él.

Observé que sus sentimientos hacia mí eran distintos y no había querido reconocerlo cuando la abuela me advertía, pero ahora era evidente.

Me dio miedo enfrentarme a esa nueva emoción, creía estar enamorada de Rick.

Rozó mi brazo desnudo con sus dedos largos y finos, unas manos tan distintas a las de Rick, que eran grandes y algo ásperas.

—Fanny —ronroneó de nuevo. Dejé la cucharilla junto al plato y me eché contra el respaldo de la silla, entonces me enfrenté a él.

—Dime.

—Recuerdas hace un año…

Sí, hace un año yo me atreví a besarle y él me dio calabazas. Pero me callé, no pensaba darle facilidades.

—Yo no supe…, no supe reconocer que tú me gustabas hasta ese punto. —Se acercó más a mí y me tocó la cara—. Todo este tiempo… —Se detuvo y cambió de registro—. Desapareciste sin dejar rastro. Me odié por haber dejado pasar el momento.

Aquellos ojos de color azul zafiro me envolvieron como si estuviese sumergida en sus profundidades. Acarició mi mejilla y ese roce despertó algo dentro de mí. ¿Cómo podía ser? Yo ya no sentía nada por Chris…, tal vez lo sentía pero no era tan intenso como lo que me empujaba hacia Rick.

¿Por qué me había pasado toda la vida sin que se me presentara esta disyuntiva? ¿Por qué no me los podía quedar a los dos? Eran distintos pero se complementaban.

Amor CaprichosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora