10 PASAN LOS DÍAS

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El resto del sábado lo pasé en casa, intentando sujetar el pincel con la mano izquierda y probando la tarta de manzana de la abuela Carol. Me había llamado para preguntarme la razón por la que Tony se había marchado y para saber quién era el chico con el que había salido a almorzar.
Adrian no significaba nada para mi, tanto era así que el domingo no contesté a sus llamadas y recé para que no se presentara en casa con cualquier excusa. Aunque él me gustara, también me gustaba mi independencia y mi soledad elegida. Había elegido ser así de reservada con todo el mundo, pero también tenía una buena razón para ello: había días en que me gustaba estar a solas en casa, estar concentrada en clase y almorzar y cenar en la intimidad de mi hogar.
Otra cosa era la necesidad de ser admitida en una familia, un tipo de calor que no me podían proporcionar los compañeros de clase ni el chico guaperas y ligón que tenía un buen revolcón.
Tal vez era que simplemente NO SABÍA LO QUE QUERÍA.

* * *

Pero el caso es que conseguí lo que quería. Después de dejar de responder a algunas de las llamadas de Adrian, éste por fin pareció entender que necesitaba mi propio espacio, así que me lo concedió y se lo agradecí. Y ello me permitió dedicarme más al resto de la familia Clayton, que me colmaba de atenciones. También conseguí que mi recién adquirido grupo de amigos en la escuela volvieran a tratarme como si fuese transparente (no ya invisible) porque me veían, me saludaban y nada más. Todo esto sucedió a lo largo de la siguiente semana.
Una de cal y otra de arena, como decía un profesor de filosofía del instituto. Estuve más cerca de Chris y más alejada si cabía de los demás.

Amor CaprichosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora