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- ROMPIENDO LAS REGLAS -

treinta minutos más tarde, estaba haciéndolo con la rubia detrás del asiento trasero de mi auto, tal como había predicho. 

Ella estaba extendida sobre su estómago, presionando sus manos debajo de la ventana para asirse a sí misma mientras disfrutaba cada segundo de lo que le estaba dando. 

Tenía que admitir, que estaba disfrutando de ello, también. No había tenido sexo con una mujer en más de una semana, y teniendo en cuenta la forma en que Kira había estado excitándome desde que había llegado aquí, desde hace mucho tiempo necesitaba liberar algo de esa tensión sexual que había estado acumulando. 

Kira nunca había aparecido. Al diablo con ella. No iba a pensar en ella mientras golpeaba como la mierda a esta chica. Iba a disfrutar del sexo rápido y fácil. 

Me había tomado unos minutos trabajar mi magia en la rubia. Eso, y un par de copas, y estaba comiendo de la palma de mi mano. En realidad, había estado comiendo mi pene hace unos minutos, pero no tenía necesidad de entrar en detalles. 

No había sido tan grandiosa en ello, y había intentado besarme descuidadamente el pene, con la boca sí, había tenido mi pene en su boca, pero no quería que lo saboreara, de modo que me había movido al sexo tan rápido como pude. 

Los besos eran demasiado íntimos y no debería ser un requisito previo
a tener sexo. 

De todos modos, las chicas como la rubia eran fáciles. Tan fáciles que eran casi un engaño. Había olvidado su nombre, pero no me importaba en este momento "nena‖ y hermosa‖" podían reemplazarlo, perfectamente bien. 

—Estos asientos...... son tan agradables, ohhhh. —Su gemido creció mientras empujaba más profundamente en ella. 

—Cuero italiano —respondí sin perder el ritmo.

—¿Quieres probar una posición diferente? —preguntó sin aliento, levantando un poco la cabeza para que pudiera ver su perfil poco interesante. 

Joder, no. No quería mirar la insatisfactoria cara.

—No, quédate dónde estás —dije, empujando la cabeza hacia atrás rápidamente—. Eres perfecta tal y como estás ahí. 

—Está bien. —No discutió conmigo cuando empecé a empujar dentro y fuera de ella con más fuerza. Sus gemidos se volvieron gritos, y comenzó a empujarse de nuevo en mí, lo que se sintió muy bien admito. 

Una gran parte del tiempo, las chicas solo se quedaban allí, muertas y sin vida, y esperaban que yo hiciera todo el trabajo. Esas chicas nunca escuchaban de mí otra vez. De acuerdo, la mayoría de las chicas nunca oían de mí otra vez, pero las que realmente ponían un poco de esfuerzo en tener sexo tenían una mejor oportunidad de escuchar de mí. 

Entonces sentí esa increíble fiebre que se acumulaba dentro de mí, diciéndome que estaba cerca de correrme. Penetrándola un poco más duro y sintiendo sus jugos corriendo por sus muslos internos y sobre mí, empecé a gemir. 

—Está sucediendo, nena. —Mierda, ¿cómo se llamaba?—. Me estoy corriendo. 

—¡Oh, Dios! —gritó al mismo tiempo.

Y luego, de repente, había terminado. La sensación pasó, y salí de ella, cayendo contra el asiento.

Tendría que conseguir limpiarme debido a que había goteado todo, como hacía después de que terminaba con el resto de ellas. 

—Eso fue increíble —jadeó ella, dándose la vuelta y sentándose para poder mirarme. 

Algunas mujeres parecían aún más atractivas con el sudor goteando por su cara, esta mujer no. 

Twisted Minds |HS| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora