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- NO ES FOIE GRAS - 

El deseo de volver a follar a Kira aún era fuerte.

Por otra parte fue una estupidez. Sabía que si se descubría lo que había sucedido entre nosotros posiblemente se arruinaría mi amistad con Finn, pero mi lado egoísta seguía intentado racionalizarlo.

Kira era adulta, capaz de tomar sus propias decisiones. Había elegido tener sexo conmigo. No era exactamente mi culpa. Y si se repetía, bueno, entonces lo haría.

Además, ahora Finn estaba follando con Cass, haciendo planes para el futuro, así que no era como si pudiera decidir quién podía estar o no con ella. Incluso si era su hermana pequeña.

Y, Kira (la impresionante y magnífica Kira) era alguien por quien estaba dispuesto a arriesgarlo todo. Era adictiva para mí. La forma en que me miraba, la forma en que sonreía, su forma de hablar, estaba completamente cautivado por ella. En lugar de pensar cómo terminar con ella, en realidad estaba tratando de encontrar la manera de prolongar mi relación.

Relación.

Otra palabra que no solía aparecer en mi vocabulario. Sin embargo, la estaba utilizando en el mismo contexto en el que aparecía Kira. Lo absurdo de la idea solo se vio ensombrecido por mis sentimientos hacia ella. Sentimientos que nunca había experimentado antes.

A medida que Finn se iba a la cama, me dirigí a la cocina para conseguir una cerveza. Theresa todavía seguía allí, quitando los restos de comida y limpiando. Realmente era la madre que trabajaba detrás de escena y se aseguraba que todo transcurriera sin problemas.

—Hey — dije, sacando una Hoegaarden de la nevera —¿No estás cansada?

—Lo estoy.— Sus ojos azules lucían cansados mientras tapaba un recipiente y lo colocaba sobre otro que estaba lleno de pasteles —Pero me estoy asegurando que éstos estén empaquetados para mañana.
—¿Mañana? —pregunté, buscando el destapador en el segundo cajón.

— Sí, solo tenemos nuestro puesto en la feria por un día — explicó Theresa mientras buscaba una botella de limpiador y arrancaba algunas toallas de papel. Roció el mostrador y empezó a limpiar —Llevamos las sobras a la iglesia local y las repartimos entre las personas sin hogar. Es algo que nos gusta hacer como familia.

Caridad. Ninguno de mis padres creía en dar algo de forma gratuita.

Mi padre siempre me había dicho que si se trabajaba lo suficiente, se podía lograr cualquier cosa. Según él, las personas que eran pobres también eran perezosas y nunca habían trabajado duro un día en sus vidas.

Utilizó su negocio de millones de dólares para ilustrar su punto de cómo el trabajo duro te podía llevar a la cima. Lo que convenientemente había dejado afuera de su historia era la generosa inversión de seis cifras de su padre para iniciar su negocio.

A mi madre le gustaba decirme que los pobres eran pobres porque eligieron serlo. A menudo despotricaba acerca de cómo la clase baja merecía permanecer de esa manera porque carecía de motivación alguna para convertirse en miembros valio sos de la sociedad. Al parecer, la ambición fue lo que la llevó a tener éxito.

Por suerte, la ambición para mi madre consistía en acostarse con hombres que pudieran situarla en una mejor posición financiera. Después de varios matrimonios fallidos, gracias al gran acuerdo de divorcio que inició con mi padre, vivía en una lujosa casa con su cuarto marido.

Twisted Minds |HS| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora