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- MENTES RETORCIDAS -

El motel no lucía mucho mejor a la luz de la mañana.

Estaba un poco aliviado de haber pasado la noche sin ser asesinado en sueños. Al salir, vi al encargado del motel mirándome a través de las persianas de la "oficina", creo que en realidad
eran las persianas de su propia habitación.

Afortunadamente, mi Ferrari no había sido robado, lo que era un milagro en sí mismo. Subí rápidamente dentro y regresé a la autopista, en dirección a Ripley. Perdido en mis pensamientos, supongo que ayer conduje más de lo que me había dado cuenta. Me tomó casi una hora llegar a la ciudad y volver al barrio de Finn.

Las calles familiares me recibieron; imágenes perfectas de grandes casas con césped verde. Cuando me estacioné fuera de la casa de Finn, todavía estaba tratando de averiguar qué decirle y cómo lo iba a convencer de no cerrar la puerta en mi cara.

Con una sensación de hundimiento, me di cuenta de que el auto de Cass seguía aparcado en el camino de entrada. Mierda. Parecía que había pasado la noche, lo que significaba que había tenido tiempo extra para llegar a su oído y llenar su cabeza con más mierda sobre mí.

Al cruzar la calle, levanté la cabeza a la ventana de Kira. A pesar de que ella no estaba allí, una aguda punzada me golpeó en el centro de mi pecho. Esto no era solo sobre Finn; también se trataba de ella. Había empezado mi viaje aquí siendo un completo idiota, un desgraciado, con un único objetivo en mente: dormir con Kira.

Ya no se trataba de eso. Se trataba de ser la persona que Finn creía que era en el fondo; la persona que sus padres pensaron que podía ser; la persona que Kira había vislumbrado. Quería demostrar que podía ser esa persona, a pesar de que había decepcionado a todo el mundo.

Tomando una respiración profunda, me dirigí hasta los escalones de la entrada, vacilando en la puerta. Reflejado en los paneles de vidrio de la puerta, vi un demacrado hombre débil con un tono pálido de su piel. Era difícil de creer que ese hombre era yo.

Aparentando tanto valor como pude, levanté mi brazo y llamé a la puerta con los nudillos. Varios segundos pasaron antes de que la puerta se abriera. Era como un déjà vu de nuevo. Kira estaba al otro lado, su largo cabello cayendo por sus hombros como una cascada, su expresión seria. 

Palideció cuando se fijó en mí. Su mano se disparó hasta el borde de la puerta, como si estuviera a punto de cerrarla de golpe en mi cara.

—¡Espera! —dije, un poco demasiado fuerte.

—¿Qué quieres, Harry? —preguntó, entrecerrando sus ojos en mí— ¿No has hecho daño suficiente a la gente ya?

No podría decir que no esperaba que ella fuera hostil conmigo, pero sus palabras todavía enviaban una sensación de picazón sobre mí. Hubo unos pocos segundos en los que realmente pensé que iba a enfermarme. 

—Necesito hablar contigo, con Finn... —Mi voz se apagó mientras Joe aparecía en la puerta detrás de ella.

—Bueno, hola, Harry —me recibió con una amplia sonrisa—. ¿Por qué no entras? Estábamos a punto de trabajar en la valla un poco más. Todo el mundo está en la parte de atrás. 

Al parecer, nadie le había dicho a Joe lo que había sucedido ayer, porque estaba actuando completamente normal.

—Papá, yo... —Kira abrió la boca para protestar, pero Joe no le hizo caso. 

—Adelante, muchacho. —Mantuvo la puerta más amplia para que yo  pudiera entrar.

—Gracias, Joe —dije con gratitud, apresurándome a pasar a Kira quien estaba fulminándome en ese momento. 

Twisted Minds |HS| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora