Capítulo 11: Dora la Zorra.

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Creo que las explicaciones acerca de lo putrefacta que estuvo la clase de química son innecesarias. Aunque eso sí, no les mentiré en que no pude evitar pasarme la clase y gran parte de la jornada escolar imaginando que clase de relación podría existir entre Alex y el apestoso, para que sus padres lo obligaran a vivir con él.

Si no era su padre, bien podría ser su tío adoptado perdido, algo así como una relación medio Luke Skywalker y Dark Vader.

–¡Yo. Soy. Tu tío adoptado perdido!

–¡Nooooooo!

Me reí sola varias veces en el transcurso del día con mis locas ideas, hasta que en la hora del almuerzo de pronto me sentí demasiado rechazada socialmente por parte de Emi y Mati, que al notar mi callado comportamiento tan solo me ignoraron.

No es culpa mía que mi cerebro sea en ocasiones muy divertido ¿Quién mas se excluye de la sociedad por tener un cerebro demasiado hiperactivo? ¡Levanten la mano personas rechazadas por la sociedad!

El que en ocasiones sea así de antisocial no me molesta y al parecer mis amigos ya se acostumbraron.

–¿Entonces de verdad creen que Marcos convenza al profesor para que no tengamos clases y salgamos a entregar volantes para la feria? –Pregunto reincorporándome al mundo de los mortales.

–¡Habla! –exclama Emi exagerada dándose viento con la mano.

Giro mis ojos.

–Sería la gloria –sigue Matías retomando la conversación.

–Yo quería tener clases –admite Emi bajito mirando al suelo.

–Tú mereces una lenta y dolorosa muerte –reflexiona Matías en voz alta.

Emilia niega con la cabeza –¡A mí sí me gustan los números!

–¡Traidora a la sangre! –exclamo apuntándola.

–Y además la prueba se acerca...

–¡Que le corten la cabeza! –grita Matías.

–No estaría mal repasar un poco...

–¡Calla pecadora! –chillo tapando mis oídos.

El timbre del almuerzo suena acabando con nuestros gritos indicándonos que ya es hora de ingresar a la última clase del día y junto con todo el resto del mundo nos encaminamos hacia nuestras respectivas salas.

Matías me pega un codazo –Tenemos que hacerle una intervención a Emi –me susurra muy serio.

–La necesita urgente –concuerdo yo.

Somos de la clase de amigos que se preocupan de verdad, una intervención es la respuesta de nuestro amor hacia ella.

Nos sentamos en nuestros puestos y mi estúpido instinto femenino no puede evitar buscar la mirada de Alex por tan solo un instante, pero él no me mira, está hablando muy gustosamente con Carlos. De hecho no me ha lanzado su curiosa mirada en todo el día luego de nuestra conversación atrás del colegio. ¿Será que ya se aburrió de mirarme como un psicópata? Qué demonios... ¿Hecho de menos que me mire como psicópata? Quizás yo igual necesite una intervención.

–Buenas tardes –saluda nuestro profesor jefe que además nos hace matemáticas–. Chicos, estuve hablando con su presidente de clases y me ha recomendado que podríamos salir a entregar volantes para la feria que organizará nuestro curso ¿Qué les parece?

Apenas hizo esa pregunta las paredes retumbaron con la cantidad de "¡sí!" que se gritaron (de todos menos de Emi)

–Bien entonces saldremos la segunda mitad de la clase, la primera la utilizaré para repasar para la prueba.

¿Quisieras aferrarte a mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora