Capítulo 32

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Narra Harry:

 —Harry, Harry— me sacudió levemente Eleanor—  ¿Te encuentras bien?

 —Yo… si, solo voy… —parpadeé un par de veces y la miré— adiós.

 “¡Harry!” logré escuchar al cerrar la puerta. Caminé sin sentido hasta mi habitación y entré quedándome en la puerta parado.

 ¿Qué había pasado? No lograba comprender lo que acababa de escuchar. Busqué en mi mente las palabras de Eleanor tratando de recordar.

 “Perdón Harry… pero _______ se fue.”

 De pronto todo cobró sentido otra vez. Imágenes de _______ cantando, llorando, corriendo. Alejándose de mí. Todo el dolor volvió como un latigazo.

 Le había hecho daño.

 De a poco una furia fue creciendo en mi interior. Apreté la mandíbula e hice puños las manos tratando de contenerme.

 “¡Te odio!”

 Algo se rompió en mí. Moví mis manos a la altura de la cabeza y me tiré del pelo apoyándome en la puerta. Me deslicé por ella hasta que mis rodillas chocaron con mis manos.

 “¡No te quiero ver nunca más en mi vida!”

 ¡Imbécil!

 ¡Idiota!

 ¡Mujeriego!

 “Nunca te perdonaré infeliz”

 Ya no podía aguantar más. Me paré y dirigí hacía la sala. Pateé los sillones arrojando los almohadones por todos lados. Tomé mi celular y lo estrellé contra el plasma rompiendo la pantalla. Fui hacia las camas y tiré de las sábanas deshaciéndolas. Entré al baño y golpeé los espejos haciendo que mis manos sangraran.

 Rompí todo lo que pude romper. Pero no era suficiente.

 No sé cómo puede haberla perdido. Era mi todo. Mi luz, mi alegría, mi esperanza, mis sonrisas. Era mi vida. Y por idiota la perdí.

 Me senté contra una pared y abracé mis rodillas con los brazos.

 — ¡Oh por Dios! —Escuché a alguien gritar— ¡Harry!

 No me moví.

 — ¡Harry! —escuchaba sus pasos cada vez más cerca pero permanecí quieto.

 — ¡Respóndeme!

 Unos brazos tiraron de mí deshaciendo mi fortaleza contra él, contra todos.

 —Harry...

 Alguien me abrazaba pero aún no sabía quién era. Me sentía perdido.

 —Mírame.

 Levanté mi cabeza lentamente y vi a Louis en frente mío.

 — ¿Louis? —pregunté desconcertado.

 Volvió a estrecharme entre el calor de sus brazos. Y ahí todo volvió.

 Lágrimas amenazaban con salir y no hice nada para impedirlo. Solté todo el dolor que en esos momentos sentía.

 —_______... ella… se fue.

 —Sh, tranquilo. Todo está bien.

 ¿Qué todo estaba bien?

 — ¡Claro que no! —Me paré alejándome de él. — ¡Mierda! ¡Se fue Louis, se fue!

 Furioso lo miré desde el balcón. Mientras, Louis sólo se limitaba a mirarme. Cuando me calme un poco se acercó y me guió hasta la cama.

 —Duerme, lo necesitas.

 Quería gritarle que no pero mi cuerpo me lo negó.

 Apagó las luces y salió dejándome solo. Silencio. Otra vez silencio. Y junto al silencio los recuerdos. El dolor. Y las lágrimas.

 *

 Miré por el balcón y el sol resplandecía. Ya había pasado casi un año desde que se fue y el recuerdo aún seguía como si hubiera sido ayer.

 Me había vuelto uno de los mejores en mi carrera pero no porque me gustara si no que el estudiar mantenía mi mente ocupada. Estudiaba, comía, dormía y tocaba de vez en cuando en la banda.

 La música también me había ayudado a salir adelante. Un día uno de los profesores me oyó y me ofreció una beca para estudiar música afuera. Todavía no podía pensar totalmente bien así que solo asentí y le dije que lo pensaría.

 Ya no iba a fiestas, ni a reuniones, ni siquiera con Louis.

 Louis. Mi apoyo. Gracias a él pude salir del fondo de mi depresión. Había pasado días sin comer y sin salir de la cama. Si no hubiera sido que me traía la comida y me obligaba a comer mi salud no sería la mejor.

 Para mí los días ya no tenían la luz del sol, el cielo siempre estaba a oscuras y eran días de tormenta. Era como si viviera sedado. No sentía nada.

 Cuando ya me pude cuidar de mí mismo otra vez, él no me hizo preguntas acerca de cómo me encontraba y eso se lo agradecía. Le debía todo y siempre le estaría agradecido.

 —Louis— lo llamé.

 — ¿Qué pasa?

 —Ya no puedo seguir así. Creo que me voy.

 — ¿A dónde?

 —Hace un tiempo me ofrecieron una beca para estudiar música en el exterior y creo que la aceptaré. Ya tengo los papeles y todo lo necesario.

 —Sabes que te apoyo en todo. Lo que necesites no dudes en pedírmelo.

 —Gracias Lou.

 Después de un mes ya tenía todo listo para irme. Pasaje, maletas, papeles, dinero. Louis se ofreció llevarme al aeropuerto y se lo acepté.

 —Gracias Lou, en verdad, muchas gracias.

 —Haría lo que fuera por ti, solo… prométeme que estarás bien.

 —No sé que hubiera hecho sin ti. Sos como un hermano para mí.

 —De eso no lo dudes. Llámame cuando quieras que nos veamos.

 —Claro.

 —Por cierto ¿a dónde es que te vas?

 —A New York, te llamo apenas llegue. Adiós. Te quiero y cuídate.

 Nos abrazamos y después de unos segundos me separé para dirigirme al avión. Me volví para despedirme una última vez y él me devolvió la sonrisa.

 Amigos como él eran difíciles de encontrar.

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