Me incorporé, cogí un pijama del cajón y fui a darme una ducha al baño ya que estaba completamente mojada y todo mi cuerpo olía a agua de mar.
Encendí la ducha y mientras se calentaba el agua fui quitándome la ropa.
Me metí en la ducha y las primera gotas de agua fresca comenzaban a caer sobre mi cuerpo resbalando hasta llegar al suelo.
Después de una larga y relajante ducha, me puse mi pijama y me metí en la cama; intentando olvidar todas las preguntas que se acumulaban en mi cabeza.
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La siguiente mañana mi hermano vino, como todos los días, a darme un beso de buenos días. Me levanté de la cama de un salto preparada para afrontar el día que se avecinaba.
Bajé las escaleras, di un beso a mi madre y cogí una tostada del plato.
—¿Qué tal has dormido?— pregunté alegre sonriendo abiertamente, quizá demasiado exagerado.
—Bien, ¿Y tú?— contestó algo sorprendida por mi repentina alegría.
—Genial— afirmé casi gritando.
—Nera cariño, ¿te ocurre algo?— preguntó algo confusa.
—No, ¿por qué?
—Te veo muy alegre, ¿Es por... Antoine?— preguntó con una sonrisa vacilona.
—No...— contesté mientras sentía como mis mejillas comenzaban a arder. Me miró de reojo, y volvió a centrar su atención en la magdalena de chocolate que se estaba comiendo.
Cuando finalmente terminé mi desayuno, subí a mi habitación y llamé a Nora decidida a hablar con ella y contarle todo lo ocurrido durante estos días.
La busqué en mi lista de contactos y la llamé. Al tercer pitido descolgó.
—¿Nerea?— preguntó con una voz tensa.
—Hola Nora, siento no haberte llamado estos días, han ocurrido muchas cosas y me ha resultado imposible— dije intentando que me creyera todo lo que estaba diciendo—estoy dispuesta a contarte todo lo que me ha ocurrido pero prefiero que nos veamos— afirmé planteando que tal vez decirlo por teléfono no sería buena idea.
Resopló y después de unos segundos en silencio planteándose lo que debía decir contestó.
—Está bien, pero solo espero que tengas una buena explicación para todo— dijo molesta.
—Te juro que la tengo, solo necesito que me des tiempo, para mí no es nada fácil contarte todo lo que me ha ocurrido.
—En veinte minutos paso a recogerte a tu casa.
—Vale, adiós—dije mientras pulsaba el botón de colgar. Nora se merece una explicación y a pesar de que va a ser difícil contar todo, debo hacerlo.
Me puse una camiseta básica blanca con una falda vaquera y unas sandalias plateadas con algo de tacón. Acabé de prepárame, avisé a mi madre de que volvería a la hora de comer y la esperé sentada en el porche mientras leía una revista que había en la mesa.
Una bocina se oyó desde la carretera unos minutos después.
Fui a paso ligero hasta el coche y me monté.
—Hola— dijo sin tan siquiera mirarme.
Podía entender que estuviera enfadada pero ella también tenía que comprender que si hubiese podido la hubiera llamado; yo solo espero que entienda todo lo que le voy a contar.
—Hola— contesté tímida.
Condujo hasta un parque cerca de mi casa. Niños pequeños correteaban y jugaban mientras los padres los vigilaban desde lejos sentados en un banco.
Aparcamos en un sitio libre que encontramos cerca y entramos en el sitio público. Eché una mirada rápida y pude ver un banco libre a la sombra a lo lejos del parque. Pareció que ella también lo vio ya que comenzó a caminar rápido hacia la misma dirección en la que se encontraba el banco, sin decir nada, la seguí.
Nos sentamos, ella sacó sus gafas de sol mientras yo me sentaba mirándola de frente con las piernas cruzadas.
—Bien, cuéntame— dijo con una expresión tensa.
—Vale, pero antes de todo necesito que me entiendas que necesitaré un tiempo porque para mí tampoco es...
—¿Fácil?— dijo terminando la frase.
Asentí y tome aire preparada para contarle absolutamente toda la historia.
—Todo comenzó cuando me llamaste para disculparte, justo cuando colgué, llegaba un número de metro diferente al mío. Me aparté para que la gente pudiera salir. De este metro salieron dos hombres, uno de ellos iba encapuchado y el otro me dio mala sensación desde el primer momento... de hecho... estaba en lo cierto. Se acercó a mí y me llevó a un lado del arcén más apartado para intentar...— antes de que acabara la frase -que por suerte no hizo falta ya que no quería decir la palabra-, mi amiga, que tenía los ojos vidriosos, me dio un fuerte abrazo mientras notaba que algunas lágrimas caían de sus ojos.
—Lo siento mucho Nerea, ha debido ser muy duro, y yo debería haber entendido que algo grave había ocurrido. Pero... ¿Llegó a...?—
—No, el otro chico que bajó del metro, el que iba encapuchado, pudo oír mis gritos y vino a salvarme, después, para asegurarse que estaba bien, me acompañó a casa— dije yo sin decir el nombre de la persona ya que prefería esperar a que ella me lo preguntase.
—¿Y quién es ese... chico, sabes?— preguntó quitándose las lágrimas de los ojos.
Genial, había llegado el momento de decirle quién había sido la persona que me había salvado.
—Si... Pero antes de todo necesito que me prometas que no te enfadaras.
Asintió algo confusa y desconfiada.
—Fue Antoine, Antoine Griezmann— dije quitándome un gran peso de encima al por fin decirlo.
Abrió los ojos como platos y abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar. Su expresión, mostraba una mezcla de sentimientos.
—Al día siguiente apareció en mi casa y me llevó a la playa y nos... besamos— dije a toda velocidad ya que cuanto antes lo dijera mejor.
—¿Qué? ¿Cómo?— dijo atónita con una sonrisa en la boca.
—Si— contesté alegre de que al parecer se lo hubiera tomado bien.
—Pero...
—¿Pero?— repitió ella algo asustada de que pudiera decirle.
—No sé si para el soy solo una más para añadir a la lista.
—¿Cómo?
—¿Por qué yo? No creo que tenga problema con las chicas, ¿Por qué me ha elegido a mi?— dije mientras toda la emoción de hace unos minutos se esfumaba de repente.
Mi amiga cogió mis manos y las apretó con fuerza.
—Nerea, eres preciosa, no te infravalores por favor— dijo sonriendo mientras abría ampliamente los ojos mostrando sus preciosos ojos grises.
—Gracias— dije emocionada de que hubiese entendido todo.
Nos levantamos del banco y me acercó a casa.
Comí con mi madre ya que mi hermano había quedado con algunos amigos a los que no veía desde que se fue. Como siempre el ambiente que se respiraba era incomodo, ninguna palabra salía de nuestras bocas ya que cada vez que yo abría la boca para decir algo, la volvía cerrar insegura de su debería decirlo o no.
Subí a mi cuarto, aburrida revise las redes sociales en el móvil y lo dejé encima de la mesa.
Una bocina sonó desde fuera. Asomé mi cabeza por la ventana y lo vi.
Ahí estaba el chico de mis sueños, el chico al que había esperado durante tanto tiempo que finalmente mereció la pena. —Hola preciosa— dijo gritando desde la ventanilla de su precioso coche.
—Hola feo— dije bromeando mientras lo observaba lentamente desde mi ventana. Negó la cabeza y sonrió. Me puse algo cómodo y baje.
Al llegar me agarró por la cintura y me dio un cariñoso beso en los labios, pero me aparté rápido al recordar que tenía que hablar con él.
—¿Estás bien?— preguntó agarrando mis brazos.
—Si, pero... tenemos que hablar.
Estaba preocupada de cual pudiera ser su reacción ante mis preguntas pero debía asegurarme si lo que yo sentía hacia él era mutuo.
Bueno, este es el nuevo capítulo de hoy, sé que apenas aparece Antoine pero sentía que era necesaria una conversación con Nora. No olvidéis comentar que os parece la novela, seguidme para que os siga de vuelta y votad:)~Leire~
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"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]
FanfictionÉl no sabía que existía, ella lo amaba. Él creía que todas eran iguales, hasta que la conoció. En ese momento, todo cambió.