Capítulo 17

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Salí corriendo a la calle. Podía sentir como el cúmulo de emociones que se arremolinaban en mi cabeza no paraba de crecer y crecer.
Doblando la esquina vi aparecer un Mercedes gris. Frenó en cuanto me vio y salió de una zancada del coche.
—¿Por qué has hecho eso?— pregunté entre sollozos mientras las lágrimas caían sobre su pecho.
—Porque te amo— dijo rodeando parte de mi cara con sus manos.
—¿Y ahora que va a pasar?— pregunté agarrando sus manos con fuerza intentando desatar el miedo que sentía.
—No me importa, ahora tienes que descansar.
Cogió mi mano delicadamente y me llevó al interior de la casa.
—Ahora sube y descansa, mañana es posible que sea un día bastante largo— dijo besando primero mi frente y luego los labios.
Me separé de él y nuestras manos que habían estado entrelazadas desde que llegó se fueron despegando poco a poco.
Subí las escaleras y entré en mi cuarto.
—Mañana será un día largo—susurré tirándome a la cama.
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Unos ruidos que venían desde la planta de abajo me despertaron la mañana siguiente.
Me levanté de la cama y bajé las escaleras poco a poco con el sentimiento de miedo inundando mi pecho.
Asomé mi cabeza y pude ver a unas diez personas con micrófonos o grabadores de voz alrededor de Antoine haciéndole preguntas a diestro y siniestro.
La mirada de uno de los periodistas se cruzó con la mía.
—Mierda— susurré intentando esconderme detrás de la pared.
—¡Está ahí!— grito una voz masculina desde la puerta.
—Nerea, Nerea— gritaban a la vez.
Antoine suspiró y miró hacia las escaleras.
—Ven— dijo cuando pararon de gritar mi nombre hasta desgastarlo.
Extendió su mano y bajé los escalones que me quedaban hasta llegar al suelo. Caminé despacio hasta él y cogí su mano que poco a poco la fue colocando en la cintura.
—Hola Nerea— dijo una periodista en tono amable.
—Hola— respondí desconfiada.
—Primero le haremos una serie de preguntas a Antoine y luego a ti, ¿vale?— asentí débilmente insegura sin saber muy bien si quería hacer esto o no.
—Bien, cuéntanos Antoine ¿Cómo te sientes al estar saliendo con una chica que no es... famosa?— preguntó un hombre que apareció entre la multitud.
—No me importa que no sea famosa, yo la amo— contestó tenso.
—Y tú Nerea, ¿Amas a Antoine o lo haces por fama?— preguntó la mujer que segundos antes había sido las más respetuosa -dentro de lo que cabe, claro-
—¿Cómo?— pregunté atónita. —No pienso responder a esa estupida pregunta— mascullé mientras sentía como la ira se apoderaba de mi cuerpo.
Antoine cerró la puerta de golpe y se recostó sobre ella.
—Tranquila, lo has hecho muy bien— dijo exhausto.
Subí las escaleras dando zancadas mientras formaba con mis manos un puño intentando controlar la ira que inundaba mi ser.
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La semana pasó rápido con llegadas de los periodistas a casa a diario y mi cara en todos los periódicos y revistas de cotilleo, por no hablar de los programas de televisión.
Esto acababa tan solo de empezar y mi cabeza no daba para más. Me despertaba y estaban allá, salía a la piscina y estaban allá.
—¿Estás lista?— preguntó Antoine cogiendo sus cascos y las llaves de casa.
—Si.
Dije saliendo de casa antes que él, como la mayor parte de las veces. Nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el Calderón, hoy tocaba partido contra el Villarreal.
—Suerte— dije dándole un pequeño beso en los labios mientras entraba al campo.
Crucé al otro lado de la acera y me senté en un banco que se encontraba a unos metros de mi. Había quedado con Nora antes del partido y así poder entrar juntas.
Mi móvil comenzó a sonar, metí la mano en el bolsillo del pantalón y descolgué.
—¿Si?
—Hola hermanita— saludo mi hermano al otro lado de la línea.
—¿Qué tal estás hoy?— preguntó.
Desde que se enteró de cómo nos estaban tratando los periodistas y todos los medios de comunicación, hablábamos todos los días también intentando recobrar la relación que teníamos antes de la mudanza.
—Bien, ahora estoy esperando a Nora— dije mirando a izquierda y derecha esperando verla llegar de un momento a otro. —¿Qué tal en el trabajo?— pregunté cambiando de tema mientras me levantaba y caminaba de un lado a otro de la acera.
—Bien, he hecho una amiga— dijo mientras sentía su sonrisa como si lo tuviera a mi lado.
—¿Amiga?— pregunté enarcando una ceja.
—Si... de momento— dijo riendo sin poder soportar no hacerlo.
—Lo sabía— reí. —Ya hablaremos que ahora viene Nora y tenemos que entrar.
—Vale adiós hermanita y suerte a Antoine.
—Gracias, adiós— dije apartando el móvil de mi oreja y guardándolo en el bolsillo.
Fui corriendo hacia ella y nos abrazamos. No la había visto en toda la semana debido a las preparaciones de la boda.
—¿Te encuentras bien?— preguntó apartándose unos centímetros mientras me miraba a los ojos.
—Si, mejor— contesté encogiéndome de hombros.
Se agarró de mi brazo y a paso ligero, entramos en el Calderón. A pesar de que los jugadores nos habían ofrecido varias veces sentarnos en el banquillo, nosotras preferíamos ver los partidos como habíamos hecho siempre, en la grada entre la afición del equipo.
—Aquí— dijo Nora deteniéndose en una grada. Iba mirando cada número de asiento hasta que de pronto se paró en seco y se sentó en uno y yo a su lado.
El partido comenzó minutos después de que nosotras nos sentáramos. Colocamos nuestras bufandas bien, besamos el escudo antes de que comenzaran a jugar y ya estábamos listas.
Fue un partido lleno de alegría a favor del equipo rojiblanco pero a pesar de que estaba muy feliz por el equipo, no paraba de fijarme en Antoine y en el sentimiento de preocupación y agobio que se reflejaba en su cara cada vez que intentaba meter gol y no lo conseguía.
El partido acabó 3-1 a favor del Atlético, el estadio se llenó de gritos y silbidos por parte de la afición ya que a pesar de ser tan solo un partido amistoso la alegría de haber ganado no nos la quitaba nadie.
Narra Antoine:
¿Qué me había podido pasar? ¿Será un mal día? Miraba al suelo ya que a pesar de que habíamos ganado el partido no había sido por mi. Un grito desde el banquillo llamó mi atención. Era Simeone haciendo gestos para que me acercara. Fui corriendo y me coloqué a su lado observando cómo mi compañeros celebraban la victoria.
—¿Qué ha pasado?— preguntó intentando gritar por encima de los gritos de la afición.
—No lo sé, lo he dado todo pero no me ha salido nada, lo siento.
—No será por... Nerea— dijo mirándome de reojo.
Miré rápidamente a la grada y en una de las secciones la pude ver a ella junto a Nora mirándome preocupadas.
—No, pero ha sido una semana bastante complicada— dije apartando mi mirada de las gradas y centrándola en el césped perfectamente cortado del campo.
—La semana que viene hay otro partido, si no mejoras, tendré que tomar medidas— afirmó haciendo una mueca.
—¿Qué tipo de medidas?— pregunté asustado.
—Te quedaras en el banquillo— dijo después de unos segundos en silencio intentando buscar las mejores palabras para decirlo.
El corazón dio un vuelco, no lo podía creer.
Narra Nerea:
Por la cara de Antoine al acabar de hablar con Simeone pude suponer que no había sido una charla agradable. Estaba asustada por qué pudiera pasar por qué le pudiera pasar.

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"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora