Después de un viaje de casi quince horas llegamos a mi querido y adorado Madrid. Bajé la ventanilla y asomé levemente la cabeza para observar los enormes edificios que se abrían camino ante mis ojos. A pesar de que nunca antes me lo había planteado estaba agradecida por vivir en esta ciudad.
—Mi casa está a las afueras de Madrid— yo asentí entendiendo rápidamente el motivo.
Y así fue, después de media hora girando de izquierda a derecha llegamos a una gran casa situada en la nada. Desde fuera se podían diferenciar las grandes ventanas y una enorme piscina en su exterior.
Aparcó en un parking que había en el interior de la casa y se bajó para coger mi maleta.
—¿Te gusta?— preguntó soriendo al ver mi cara de sorpresa.
Enarqué una ceja y el rió, ¿cómo no me iba a gustar?
Entramos por la gran puerta de entrada y si ya estaba alucinando antes de entrar podéis imaginar cuál fue mi reacción al ver su interior. Había visto este tipo de casas millones de veces en revistas o en el típico programa de millonarios pero nunca pensé que existían y mucho menos que iba a estar en una de ellas.
Dejó la maleta aún lado de la puerta y me cogió de la mano.
—Ven, te enseñaré la casa.
—Vale— mascullé mientras colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Esta es la cocina,—era enorme, las vitro cerámicas se extendían hasta llegar a una enorme nevera de metal. Las paredes de esta estaban cubiertas de estanterías y armarios. —este es el salón—conectado con la cocina y con un gran sofá de piel que ocupaba gran parte de este, enfrente había un mueble lleno de juegos –la mayor parte de fútbol- películas, CDs y una enorme tele. —El comedor— afirmó señalando a una habitación que se encontraba al fondo de la primera planta con una gran mesa que se extendía a lo largo de esta. —el baño y arriba...— dijo mientras subía las escaleras de caracol—están todas las habitaciones de invitados, otros dos baños y una sala de cine—dijo sin darle mucha importancia a esta última.
Me quede atónita con el montón de habitaciones que podía llegar a tener una casa.
—¿Y cuál es mi habitación?—pregunté con indiferencia.
—Esta— afirmó encendiendo la luz de una de las habitaciones de invitados.
Una gran terraza daba al exterior de la casa. Cogió mi mano, me llevó hasta esta y abrió la puerta de cristal. Una gran piscina ocupaba gran parte del césped que rodeaba la casa. Después de unos segundos contemplando la enorme y azul piscina, fijé mi mirada en el cielo repleto de estrellas en esta noche de mediados de abril. Una pequeña brisa hacía que mi pelo se moviera débilmente.
Antes de que yo me diera cuenta, apartó uno de los mechones que se había posado en mi cara y me giré para mirarlo. Acarició mi mandíbula y me besó.
—¿Te apetece un baño?— preguntó apartándose unos pocos centímetros.
—Si, claro— dije alegre de que lo preguntara ya que ahora mismo era lo que más me apetecía.
Salió de mi cuarto y me recosté en la puerta sentándome en el suelo feliz por el giro de 180 grados que había dado mi vida en tan solo unas horas.
A los minutos me subió la maleta y la abrí. Di las gracias porque antes de salir de mi antigua casa decidí coger un bikini.
Encima de este me puse un vestido playero blanco con unas sandalias planas doradas.
Me miré en el espejo y satisfecha bajé las escaleras en dirección hacia la entrada donde supuse que estaría Antoine.
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"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]
Fiksi PenggemarÉl no sabía que existía, ella lo amaba. Él creía que todas eran iguales, hasta que la conoció. En ese momento, todo cambió.