—Atención todos— anunció Koke en cuanto acabamos la cena. Todos dejamos de hablar y nos mantuvimos callados con la mirada fija en el jugador rojiblanco. Hizo un gesto. A Nora para que se acercara y se subió a una de las sillas para que se le oyera mejor. —Nora y yo— dijo mientras mi amiga se subía a otra silla junto a él y este le rodeaba la cintura.— queremos daros la noticia de que el 24 de octubre nos vamos a casar y por supuesto estáis todos invitados— dijeron a la vez terminando la conversación dándose un tierno beso en los labios. Los silbidos y gritos por parte de los jugadores no cesaban. Todos se arremolinaban alrededor de la pareja aplaudiendo y dándoles la enhorabuena por la noticia.
Estaba muy feliz por Nora en estos instantes, desde pequeña, casarse era lo que más había amado en este mundo. Todavía recuerdo cuando con tan solo seis años comenzábamos a organizar nuestras bodas imaginarias.
Terminada la cena todos se fueron a sus respectivas casas y yo me quedé con Antoine, sentados en el bordillo de la piscina.
—Te he echado muchísimo de menos— dijo mientras yo apoyaba mi cabeza en su hombro y cerraba los ojos.
—Yo también, pero ahora estamos juntos— dije centrándome en el silencio de la noche solamente interrumpido por el ruido de los grillos.
—¿Recuerdas el primer día?— preguntó colocando su brazo alrededor de mi cintura.
—Como si fuera ayer, llevaba esperando ese momento desde los trece años.
—¿En serio?— asentí la cabeza todavía sobre su hombro.
Apartó su brazo de mi cintura y levantó mi cabeza dejando sus ojos a la par que los míos. Esos momentos mágicos en los que el silencio reinaba entre nosotros sin importar el tiempo que pudiéramos estar observándonos el uno al otro.
Acercó lentamente sus labios a los míos y nos fundimos en un apasionado beso.
Me levanté lentamente y me dirigí a mi cuarto. Abrí la gran puerta de cristal, y salí a la terraza. En el bordillo de la piscina pude ver a Antoine acostado, sonreí y dirigí mi mirada hacia el oscuro e inmenso cielo lleno de estrellas. De pronto, una luz que pareció una estrella fugaz pasó ante mi mirada, haciéndose paso entre las millones de estrellas que brillaban esta noche.
—Deseo estar siempre junto a él— dije susurrando.
A pesar de que quería estar todo el tiempo junto a él, había sido una día muy largo y el cansancio me venció en cuanto me acosté sobre la mullida cama.
---Un beso en la frente, otro en la nariz, otro en la boca y el último en el cuello hizo que me despertara la mañana siguiente.
—Hola amor— dijo en cuanto entreabrí los ojos todavía adormilada.
—Hola cariño— contesté sonriendo.
Cogió de mi mano haciendo que me levantara instantáneamente sin apenas estirarme y bajamos las escaleras.
Encima de la mesa de la cocina había un desayuno que constaba de todo tipo de comida que podía imaginar, desde zumo de naranja a huevos rotos y jamón.
—Yo suelo desayunar un café— dije todavía sorprendida por la cantidad de comida que habia sobre la mesa.
—Conmigo no— contestó abiertamente.
Resoplé sin poder no sonreír y eché dos huevos rotos a mi plato.
A pesar de que en cuanto llegué lo menos que hubiese creído era poder comer algo de lo que había encima de la mesa me sorprendí a mí misma ya que entre los dos conseguimos comer la mayor parte de la comida.
—El desayuno es la comida más importante del día— dijo riendo mientras veía como yo apenas podía levantarme de la silla por el montón de comida que había metido a mi cuerpo.
Hice una mueca que hizo que parara de reír y subí a mi habitación.
—Nora, me voy al gimnasio, ¿puedes tirar la basura? Los contenedores están afuera— dijo entrando a mi cuarto, mientras se colocaba la camiseta de deporte.
—¿Esto también tiene gimnasio?— pregunté estupefacta refiriéndome a la casa.
—Si, en la planta de abajo, en el sótano— contestó riendo. —Pero... ¿puedes?— preguntó de nuevo.
—Si, voy— respondí.
Cogí el móvil, revisé los mensajes que me había escrito mi hermano hace tan solo unas horas y lo dejé encima de la cama. Bajé rápidamente las escaleras y cogí las dos bolsas de basura que había en la entrada.
En cuanto salí por la puerta, una ola de calor inundó mi cuerpo. Parecía mentira que fuese abril e hiciese tanto calor.
Con las dos pesadas bolsas a cuestas mientras gotas de sudor caían de mi frente, bajé la pequeña cuesta y vi los contenedores a unos pocos metros de mi.
De pronto, un objeto negro apareció de detrás del contenedor pero enseguida desapareció.
Nerviosa, fui corriendo hasta los contenedores y tiré las dos bolsas. Insegura si debía hacerlo o no, asomé mi cabeza por detrás del contenedor y pude ver a una señora, de unos cuarenta años, con una cámara en la mano.
—¿Qué está haciendo?— grité cuando me di cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir.
Sin contestar, se levantó y antes de que me pudiera dar cuenta, se había metido en un coche y había desaparecido.
—No, no, no, mierda, mierda...— no paraba de repetir.
Fui corriendo a casa e intentando seguir las pocas indicaciones que me había dado Antoine sobre dónde se encontraba el gimnasio, abrí una puerta que daba a unas escaleras de bajada. Conforme más bajaba, más alta se oía la música.
Llegué al último escalón, asomé la cabeza y encontré a Antoine corriendo en la cinta.
—¿Nerea? ¿Qué ocurre?
—Nos han descubierto— dije mientras mis manos comenzaban a temblar.
—¿Cómo?— preguntó riendo sin entender al parecer muy bien lo que le estaba diciendo.
—Los periodistas, saben que estamos juntos.
Paró de golpe la cinta y abrió la boca para volver a cerrarla segundos después.
—¿Cómo?— dijo mientras su piel comenzaba a palidecer.
—He ido a tirar la basura, y uno de ellos ha aparecido y me ha echo una foto... y no se... ha ocurrido todo tan rápido...— mascullé mientras andaba nerviosa de un lado para otro.
—No pasa nada lo...
—¡Si que pasa! ¡Claro que pasa! ¡Es todo culpa mía!— dije mientras otro día más las lágrimas comenzaban a salir sin control de mis ojos.
—Esto no es culpa de nadie— afirmó mientras me daba un abrazo.
A partir de este momento, a pesar de que intentaba constantemente negarlo en mi cabeza, mi vida había cambiado, para siempre.
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"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]
FanfictionÉl no sabía que existía, ella lo amaba. Él creía que todas eran iguales, hasta que la conoció. En ese momento, todo cambió.