Nerea
Antoine cogió mi mano y me llevó hasta los novios.
—Ha sido preciosa— dije con un hilo de voz mientras intentaba no llorar más.
Se me había corrido todo el maquillaje por la cara y estaba horrible pero a pesar de eso sabía que Antoine no pensaba lo mismo por la forma en que me miraba. Estaba muy feliz y hacía muchísimo tiempo que no podía decir lo mismo.
—Gracias bonita— dijo Koke dándome un abrazo cuando Nora se separó de mi y dejó de llorar en mi hombro.
Después de que los invitados tiraran arroz y de que pasara la ronda de fotos con Koke y Nora, fuimos a la carpa, donde mesas repletas de comida de todo tipo, nos esperaba.
—Vosotros os sentáis aquí y nosotros nos sentamos en la mesa de al lado con mis padres y los padres de Koke— dijo Nora señalando cada mesa con el dedo.
En cada silla había un cartelito donde ponía el nombre de cada uno. Nuestra mesa era de cinco personas.
—Hola hermanita, creo que comeremos con vosotros— dijo Mikel señalando la tarjeta con su nombre que tenía en la mano mientras cogía a su novia de la cintura.
Nos sentamos Antoine, Mikel, su novia y yo en nuestros respectivos sitios y comenzamos a servir la comida.
—¿Quién se sienta ahí?— pregunto Antoine señalando el sitio que había quedado libre a mi lado.
Nadie se había percatado y tampoco nos habíamos preguntado quién se sentaría allí así que lo alcancé y leí el cartelito en voz alta:
—María Martín.
—¿Quién es esa?— preguntó Antoine mientras se metía un trozo de solomillo a la boca.
—Mi madre.
Puede que hace unos minutos me enfadara porque mi madre no hubiera venido pero por un momento pensé que igual mi amiga había decidido no invitarla. Ahora que sabía que no era cosa de Nora sino cosa de mi madre la ira se consumió en mi cuerpo y noté como intentaba disminuirla cogiendo el tenedor con fuerza intentando por un momento doblarlo.
—¿Por qué no me habías dicho nada?— pregunté dirigiéndome a mi hermano. Sabía que él no tenía la culpa de que mi madre fuera una infantil pero me jodía que mi hermano no me hubiera dicho nada.
—Recibimos la invitación hace unas semanas y he estado todo este tiempo intentando convencerla de que viniera pero ya sabes cómo es mamá...
—No importa, no quiero enfadarme hoy.
Antoine y Vanesa, la novia de mi hermano se mantenían en silencio mientras cruzaban alguna que otra mirada de asombro y se encogían de hombros.
—No te preocupes cariño, lo vamos a pasar en grande— dijo Antoine acariciando mi espalda delicadamente.
Con la cantidad de temas de conversación que hubo en la mesa durante toda la comida conseguí olvidarme en cierta manera de mi madre pero cada vez que pensaba en ella me entraban unas ganas enromes de estrangularla.
Conforme los invitados acabábamos seguíamos a los novios hasta la parte de detrás donde otra carpa, esta vez sin nada, solamente una mesa al final de esta nos esperaba.
—Es la hora de bailar chicos— dijo Nora mirándonos a Antoine y a mí mientras se marchaba con Koke.
La gente comenzó a entrar conforme la música sonaba.
—¿Bailas conmigo?— preguntó Antoine inclinándose un poco y tendiéndome la mano.
—Claro.
Fuimos hasta la pista de baile y comenzamos a bailar una canción que apenas conocíamos.
—Buscad a vuestra pareja porque ahora toca una lenta— dijo el Dj mientras las primeras notas de una de mis canciones favoritas retumbaban en las paredes de la carpa.
Coloqué mi mano en el hombro de Antoine y me miró sorprendido.
—¿No sabes bailar una lenta?— pregunté riendo intentando que se me escuchara por encima de la música.
Negó con la cabeza a lo que cogí su mano izquierda y la coloqué en mi cintura pegándome más a su cuerpo hasta que ya no había separación entre nosotros.
—¿Estás segura de que esto es así?— preguntó acercando su boca a mi oído.
—Claro que si... Como sois los futbolistas de hoy en día.
Acercó su boca a mi oído y se rió lo que hizo que me estremeciera. Esta sensación era casi mejor que cualquier beso.
Cantaba la canción que me sabía de memoria mientras nuestros cuerpos se movían a la vez al ritmo de la música.
—Para tu primera vez, no está nada mal— dije cuando la canción hubo terminado.
Colocó sus manos a ambos lados de mi mandíbula y pegó sus labios a los míos.
Después de horas de seguir la misma rutina: canción, copa, canción copa -a pesar de que Antoine bebió lo justo ya que tenía que conducir- decidimos irnos ya que se había hecho tarde y las cosas en mi cabeza comenzaban a no tener sentido.
Nos despedimos de todos y agarrada a Antoine ya que no era capaz de caminar por mí misma, nos montamos en el coche.
Antoine
Jamás había visto a Nerea borracha pero era muy divertido verla soltar gilipolleces sin apenas pensar que iba a decir.
—¿Me puedes llevar a la fraternidad?— preguntó arrastrando las palabras.
—¿Para qué?— pregunté inseguro de que pudiera llegar a hacer en sus condiciones.
—No he dejado las llaves de la habitación— dijo riéndose mientras movía las llaves con la mano y se reía por cada cosa que dijera.
—Será mejor que te acompañe porque...
—No, quiero ir sola, por favor— dijo suplicando como una niña pequeña.
Suspiré y asentí con la cabeza.
Conduje hasta la fraternidad y aparqué a unos metros de esta ya que la casa estaba rodeada de coches y no había manera de aparcar.
—¿Estás segura de que quieres ir sola?— pregunté poniéndome cada vez más nervioso.
—Si— contestó riéndose de nuevo.
Odiaba dejar que se fuera en eras condiciones pero no sabía qué hacer.
Me apoyé en el capó y saqué el móvil intentando no darle tantas vueltas a lo que pudiera suceder. Minutos después un ruido fuerte retumbó por la calle mientras gritos acompañaban a este.
Cerré el coche y fui corriendo hacia el grupo de gente que había formado un círculo alrededor.
¿Qué coño pasaba?
Comencé a empujar a la gente intentando hacerme sitio y en cuanto la mirada de Lisa y la mía se cruzaron hubiera jurado que su piel se volvió tres tonos más blanco.
En el centro del círculo encontré un coche rojo del que salía un chico asustado. Miré al suelo y mi corazón dejó de latir.
Era ella, era Nerea.
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"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]
FanfictionÉl no sabía que existía, ella lo amaba. Él creía que todas eran iguales, hasta que la conoció. En ese momento, todo cambió.