Capítulo 37

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Nerea
Di los últimos retoques a mi maquillaje, metí todo lo necesario en el bolso y salí de la habitación.
En la fraternidad, había pasado de ser nadie a convertirme en el centro de atención de las conversaciones de los chicos y chicas que vivían allí. La gente que odiaba a Lisa me adoraba y hasta me había hecho una amiga, Noa que me felicitó ya que le pareció que lo que le dije e hice fue de gran valor ya que absolutamente nadie se había atrevido a plantarle cara a Lisa. La gente que la amaba -y en esta lista entraban los chicos que se habían acostado con ella o la gente que quería ser popular estando junto a ella- me odiaba. Pero además de ponerme malas caras cada vez que me los encontraba en alguna de las habitaciones de la fraternidad se dedicaban a dibujar en mi puerta o a pegar carteles como "aquí vive la más zorra de toda la fraternidad".
Bajé las escaleras evitando las miradas de la gente que encontraba y salí a la calle.
La repentina brisa, recorrió mi cuerpo e hizo que el bello de mis brazos se erizara. Miré mi vestido esperando que todo estuviese en su sitio, saqué un espejo del bolso, revisé el maquillaje y levanté la mirada encontrando el coche de David a unos pocos pasos de mi. Bajó la ventanilla y me dedicó una sonrisa contagiosa.
—¿Subes?— preguntó haciendo un gesto con la mano y señalando el asiento de al lado.
Asentí con la cabeza y me subí al coche.
—¿Qué tal te encuentras? Se te notaba cansada cuando te he llamado...
—Si... Ha sido una noche complicada.— No sabía cómo había sonado eso pero me pilló tan de sorpresa su pregunta que eso fue lo único que se me pasó por la cabeza.
—¿Por?— preguntó tragando saliva.
Miré al frente intentando evitar el mayor contacto visual que pudiese tener con él y respiré hondo. No sabía qué hacer, David merecía saberlo pero no estaba preparada para contarle todo lo que había ocurrido con el mayor número de detalles.
—Ayer apareció Antoine y... había cambiado, no era como lo recordaba— contesté evitando que las lágrimas cayeran como mares de mis ojos.
—Ah bien... quiero decir que que bien que te hayas dado cuenta...— dijo mientras notaba como dejaba el sudor que se acumulaba en sus manos impregnado en el cuero del volante.
No pude evitar no sonreír ante su reacción, me gustaba David, me gustaba mucho pero no era para nada comparable con lo que sentía con Antoine.
Después de unos minutos la conversación cambió totalmente y pasamos de hablar sobre Antoine a la universidad.
Eso era lo que me gustaba de él, podía hablar con el de cualquier cosa y no me aburriría en ningún momento, siempre tenía algo que decir y eso me encantaba. «Pero no tanto como Antoine» me recordó mi subconsciente. Esta idea salió de mi cabeza en cuanto llegamos al restaurante italiano en el que íbamos a cenar.
Entramos por la gran puerta de madera. El olor a tomate y queso inundaba el lugar.
—Me encanta la comida italiana— dije mientras nos sentábamos en la mesa que el recepcionista nos había indicado.
—Me alegro— contestó con una sonrisa sincera. Sus pupilas estaba dilatadas y sus ojos marrones brillaban más que nunca.
La cena fue estupenda y pasar tiempo con él era lo que necesitaba desde hace tiempo.
—¿Vamos a un bar que hay aquí al lado y tomamos algo?— preguntó mientras salíamos afuera.
—Si, claro— contesté con una inevitable sonrisa.
Cogió mi mano lo que me sorprendió pero no la solté, era una sensación extraña, amaba que fuera el la persona que me estaba cogiendo la mano pero en el fondo de mi corazón deseaba que fuera Antoine.
La música a todo volumen que salía de los altavoces retumbó en mis oídos en cuanto entramos. Los focos de colores nos iluminaban y se movían por toda la sala.
Soltó mi mano a pesar de que yo no quería y le seguí.
Antoine
—¿Aquí?— preguntó Clara algo extrañaba de que la llevara a un sitio como este.
Digamos que España me había cambiado ya que cuando vivía en Francia odiaba salir a bailar.
—¡Si vamos!— grité entrando.
Le cogí de la mano, me di la vuelta para mirarla, estaba preciosa, y la llevé al centro de la pista.
—Espérame aquí, iré a por algo para beber— grité mientas me alejaba a la barra.
Apoyé mis brazos en la barra de metal y esperé a que un camarero se acercara y me atendiera.
—Dos chupitos— pedí cuando un chico alto de ojos azules se acercó.
—¿Antoine?
Al principio pensé que era un fan pero en cuanto vi su insoportable sonrisa supe quién era.
—Alex...— dije apretando los dientes.
—Que sorpresa, ¿vienes con Nerea?— preguntó mientras preparaba los chupitos e intentaba ver a través de la oscuridad si no le echaba nada raro a la bebida.
—Rompimos.— Cogí lo vasos y me di la vuelta pero antes de que pudiera siquiera dar un paso hacia delante, gritó algo intentando hablar por encima de la música.
—¿Qué?— grité dándome la vuelta y volviéndome a encontrar con sus ojos verdes y su estupida sonrisa.
—¿Si habéis roto por qué está aquí?
No me pude ver pero supe que mi piel palideció en cuanto escuche lo que me decía Alex.
Nerea
—Bailas muy bien— dijo David mientras bailábamos una lenta.
Cuando acabó la canción fuimos a un lugar más apartado del bar.
De pronto su mirada se quedó fija en algo que se encontraba detrás de mi. Miré hacia atrás y pude ver a una chica de más o menos mi edad, un poco más bajita que yo y muy atractiva.
—¿Clara?— preguntó David acercándose a la chica y dándole un abrazo. —¿Qué haces tú por aquí?
—Vine en busca de nuevas oportunidades, allá está todo muerto— dijo ella dejando el chupito encima de una mesa cercana.
—Nerea, ella es Clara la conocí en el intercambio que hice a Francia hace unos años— dijo sonriendo sin parar, se veía que le hacía mucha ilusión que estuviese aquí y eso, me producía envidia por haberlo conocido antes que yo.
—Encantada Clara, yo soy Nerea— dije tendiéndole la mano.
Estuvimos hablando un largo rato sobre su ciudad y el motivo por el que había venido aquí. Me pareció una chica muy simpática y extrovertida con la que probablemente me llevaría muy bien si pudiese conocerla mejor.
De repente un chico apareció de espaldas a David y a mí y cogió del brazo a Clara mientras decía algo como.
—Clara nos vamos, ya.
No podía verlo bien debido a la oscuridad pero me recordaba a alguien y a pesar de que yo no lo quería admitir, sabía perfectamente a quien era.
—¿Quién es usted?— preguntó David alterado, se veía que la apreciaba mucho y eso me producía todavía más envidia.
Cuando se giró y uno de los focos iluminó parte de su cara sabía perfectamente quién era.
Tragué saliva y su mirada se quedé fija en mí durante unos segundos.
—Debemos irnos— dijo finalmente mientras cogía a Clara de nuevo del brazo. —Ve yendo, ahora voy yo.
Y así, como por arte de magia, me encontraba entre David y Antoine en una de las situaciones más incómodas en la que me podría haber encontrado nunca.
—¿Podemos hablar?
—No— contesté sería.
—Podemos ir afuera y...
—He dicho que no, puede que me hicieras daño pero no es solo por ti, no puedo soportar la presión de los medios, quiero una vida normal— dije expresando todo lo que había estado pensando todas estas semanas.
Me escondí detrás de David y tiré de él intentando salir de ahí.
—Pero yo te quiero— gritó.
Como siempre, habíamos llamado la atención de la gente de alrededor y ya había algunos que sacaban el móvil para grabarlo.
—¿Por eso te has acostado con todas esas chicas, por qué me quieres? No me lo trago, lo siento pero no— dije dándome la vuelta y comenzando a andar hacia la salida.
—No puedes dejar las cosas así y seguir enfadada— masculló cogiéndome del brazo.
—Suéltame, ya.
—No— contestó negando con la cabeza repetidas veces.
—Suéltala, ya— dijo David mientras le agarraba el hombro con tanta fuerza que sus nudillos se volvían blancos.
—No te metas, no eres nadie.
Antoine me soltó y le dio un empujón a David estampándolo contra unas chicas que había en una mesa.
—No la toques y no me tendré que meter— dijo esta vez David dándole un empujón no tan fuerte con el de Antoine.
Sabía que si Antoine quisiera, sería capaz de pegarle mientras que David no sería capaz ni de ir más allá de un empujón, pero como si me hubiera leído mi mente, su puño de estampó en la nariz de Antoine.
—¡Corre!— gritó David cogiéndome del brazo y llevándome a la salida.
Por un lado, quería volver a entrar y ayudar a Antoine pero cuando me imaginaba a Antoine con otra mujer me alegraba de que lo hubiera hecho.
En el viaje de vuelta a la fraternidad David y yo no cruzamos una sola palabra, demasiadas cosas había en mi cabeza como para poder entablar una conversación con alguien.
—Gracias— dije finalmente cuando paramos enfrente de la fraternidad.
—¿Estarás bien?— preguntó.
—Si, ya siento que lo haya arruinado, ha cambiado mucho...
—No tienes que disculparte por él.
Le dediqué una sonrisa y esperó aparcado junto a un coche a que entrara.
Subí a mi habitación lo antes posible y al abrir la puerta no pude creer a quien me encontré.
—¿Nora? ¿Estás bien?— pregunté acercándome a ella corriendo. Quité las lágrimas que empapaban su cara y cuando respiró varias veces para poder articular palabra dijo:
—Koke me ha pedido que nos demos un tiempo— y se derrumbó de nuevo.
Os dije que en este pasarían muchas cosas y bueno me ha salido más largo de lo normal pero bueno, espero que lo hayáis disfrutado.

"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora