Capítulo 24

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Nuestros labios se chocaban sin descanso. Sabía que había añorado esta sensación pero no me había dado cuenta de la gran necesidad que tenía de volver a sentirla.
—Lo siento, he sido un auténtico idiota— dijo entre mis labios.
Me aparté un poco de él dejando nuestras frentes todavía tocándose dándole a entender que había venido para algo más que para besarnos.
—Entiendo que te sintieras así pero, de todas formas, acepto tus disculpas— dije mientras a pesar de que mis ojos estaban cerrados podía ver su imborrable sonrisa.
Me levanté despacio y cogí su mano delicadamente acercándolo a mí y después de unos eternos pero placenteros segundos, comenzamos a caminar.
No me había fijado en su aspectos hasta ahora. Tenía ojeras, la cara hinchada y una barba desde las patillas hasta la barbilla que indicaba que había estado estos días sin afeitarse. Su camisa blanca estaba algo rozada que indicaba que no se la había quitado en todos estos días y sus pantalones llenos de manchas de lo que parecía ser comida. Por último, en los pies llevaba unas chancletas desgastadas por el uso y que hacían el mismo efecto como si no llevara nada.
—¿Qué ocurre?— pregunta al parecer dándose cuenta que no había parado de mirarlo de arriba a abajo en los últimos cinco minutos.
—...nada— mascullé prefiriendo no decirle nada ya que podía herir sus sentimientos aunque al parecer, mi indiscreta mirada lo había dicho todo.
—¿Por qué has decidido volver?— preguntó pillándome totalmente por sorpresa.
Caminaba con la mirada relajada en dirección al frente a pesar de que yo sabia que en su interior, tenía miedo de la repuesta.
No sabía exactamente como contarle todo lo ocurrido así que decidí contar una versión más reducida -mucho más-:
—Enseguida vi que me equivocaba y que necesitaba estar contigo— expliqué lentamente con un hilo de voz.
—Se te da fatal mentir— dijo con una risa nerviosa.
—No estoy mintiendo— contesté sería.
Y era totalmente cierto. Puede que hubiese evitado todos los contratiempos que habían ocurrido de por medio, pero esos eran los dos grandes motivos por los que había vuelto.
Me miró de reojo a lo que yo suspiré y miré nerviosa al suelo mientras sentía como mis mejillas enrojecían.
—Hoy a la mañana me llamó Fernando y me dijo que estaba muy preocupado por ti, luego llamé a Koke y de lo que me dijo él, pude deducir donde estabas y vine a buscarte porque me di cuenta de que sin ti no soy nada— expliqué.
Por supuesto que no iba a contarle todo lo que había ocurrido con Alex ya que el primer día de reencuentro no era el mejor momento.
Caminamos de la mano hasta su coche y condujo hasta su casa.
—¿Y mis cosas?— pregunté dándome cuenta que lo único que llevaba era una mochila con una botella de agua y ropa interior limpia.
—Podemos ir la semana que viene, mientras tanto le puedes pedir la ropa a Nora— asentí y entré en casa alegre de volver a oler el aroma tan peculiar a probablemente lavanda que tenía la casa.
La semana pasó rápido. Volví a reencontrarme con mis amigos y le conté todo a la única persona con la que había confiado desde que era pequeña.
—¿Y te besó?— preguntó atónita mientras esperaba a que nos marchásemos.
Por suerte, Antoine había ido unos minutos a revisar el coche ya que últimamente andaba un poco justo.
—Shh— dije colocando el dedo delante de mis labios exageradamente a lo que Nora se rió. —Si, pero conseguí deshacerme de él y volví corriendo a casa— expliqué mientras cerraba la puerta con una copia de llaves que Antoine me había dado el día anterior.
La boca de Nora se quedó en forma de "O" y yo me monté en el coche.
—¿Qué le ocurre a Nora?— preguntó Antoine mientras arrancaba el coche.
Miré a mi amiga que se había quedado plantada a unos metros del coche con la boca abierta.
—Nada, ya sabes, es Nora— resoplé.
El rió y nos fuimos alejando de la casa. Mi amiga ya había vuelto en sí y se encontraba apoyada en el capó de su coche diciendo adiós con la mano.
Después de horas y horas en coche respondiendo a preguntas absolutamente complicadas por parte de Antoine como "Me dijo tu madre antes de que pasara... todo que teníais vecinos nuevos, ¿qué tal son?" Y esquivando preguntas como estás con respuestas bastante creíbles lo que me sorprendió a mí misma pasamos el viaje entero hasta mi otra casa.
Era ya de noche así que en cuanto entramos, avisé a mi madre que Antoine se quedaría a dormir.
—Vale, pero a dormir— respondió enarcando una ceja a lo que Antoine y yo no pudimos evitar no reírnos.
Mi madre chasqueó la lengua y fue a llamar a mi hermano el cual, al parecer había estado todo el día trabajando.
Mi madre preparó una pizza para cenar y Antoine y yo decidimos ir al jardín a que nos diera un poco el aire así que el sentir la cálida brisa recorriendo mis brazos, hizo que me estremeciera.
Se sentó y dio unos golpecitos al césped indicándome que me sentara a su lado.
—Me encantan las estrellas— dijo mientras daba un gran mordisco a su trozo de pizza y señalaba el cielo cubierto de estas.
—Hacen sentirte tan... pequeño— afirmé sintiendo como mis ojos se ilumiban. Desde que era pequeña, me habían encantado las estrellas, me encantaba salir a mi balcón junto a mi hermano y mirar el cielo. Podíamos pasarnos ahí hasta que amaneciese pero como siempre, nuestra madre se encargaba de que no lo hiciéramos.
Un crujido sonó de la casa de al lado y de pronto un sentimiento de ira y miedo recorrió mi cuerpo. Intenté eliminar esa sensación que crecía en mi pecho pero al ver al chico de ojos verdes aparecer por la puerta un gran escalofrío hicieron que todos los pelos de mi cuerpo se erizaran.
—Estoy teniendo un poco de frío, ¿podemos entrar?— pregunté rápido antes de que Alex nos viera.
—Si— afirmó levantándose y recogiendo los platos del suelo.
Genial conseguiría librarme de ver a ese completo...
—¿Nerea?— dijo una voz a mi derecha.
Levanté muy lentamente la mirada y pude ver al chico que me había enamorado con sus encantos tambaleándose por el jardín llegando hasta el mío.
Se colocó enfrente de mí a tan pocos centímetros que conseguía oler su aliento a... ¿vodka?
—¿Es este tu novio?— preguntó dirigiéndose a Antoine mientras yo negaba con la cabeza intentando despertarme de la pesadilla en la que estaba involucrada y ya que esto no hacía efecto, cerré los ojos con una última esperanza de que me tragase la tierra pero esto, al parecer tampoco funcionó.
—Si— afirmé finalmente con la mirada fija en el suelo.
—¿A sí? Eso no me lo dijiste esta mañana— dijo con una sonrisa vacilona. La cara de Antoine ensombreció en cuanto oyó estas últimas palabras.
Por mucho que me habría gustado protestar, se me hacía imposible, era como si hubiera cosido mi boca para que no dijera nada.
—¿No es así?— preguntó con los ojos inyectados en sangre.
Negué con la cabeza incapaz de pronunciar una sola palabra.
¿qué me pasaba? Tengo que hacer algo, no puedo quedarme aqui parada pero es como si una fuerza me hubiese poseido para que no diga nada.
—¿Te acuerdas? Esta mañana te he llevado al parque de la vuelta de la esquina y me has besado— dijo con una sonrisa maquiavélica.
—¿Es eso cierto?— preguntó Antoine mientras sus manos se iban convirtiendo en puños y su respiración se agitaba.
Las voces de amos se arremolinaron en cabeza y de pronto se convirtieron en un insignificante eco hasta que de pronto todo se volvió negro.

"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora