Capítulo XXIII

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Continuó limpiando la pila de vasos que había en la barra con la ayuda de Chanyeol, con los ojos fijos en una de las mesas del restaurant donde Sehun y Azael charlaban con una tensión horrible que se lograba percibir a kilómetros. Se mordió el labio, asintiendo a las palabras de su compañero, a pesar de que no le prestaba la más mínima atención.
-Entonces, comprendí porqué Baekhyun estaba tan ensimismado con.. ¿Gege, me estás escuchando?
-¿Eh? Sí, Chan. -le sonrió mientras dejaba el último vaso en el mostrador.
-No soy idiota, Luhan, ¿pasa algo?
-No, tranquilo. -suspiró pesado. -Faltan botellas de vino ¿podrías ir por ellas?

El menor solo asintió acotando sus órdenes y las ansias de ir hacia la mesa de Sehun lo atacaron, fervorosas. Se despeinó el cabello, nervioso, cuando su demonio alzó la mano, pidiendo la atención de un mesero; sin dudarlo, se colgó el paño en el antebrazo y fue a su llamado, queriendo apagar el fuego que crecía en su interior por saber qué tanto hablaban esos dos.

No, Luhan. No vengas, no ahora.

Lo ignoró mientras caminaba con pasos firmes hasta su mesa, forzó una sonrisa seca para Azael cuando éste lo miró de arriba a abajo, analizándolo.
-¿Si?
-Un vaso de vino rosado y un whisky con tres hielos. -siseó el castaño sin siquiera alzar la mirada. -Nada más, Luhan. Vete.
-Qué es esa actitud, Sehun. -dijo Azael, chasqueando la lengua con falsa molestia. -¿Por qué no vienes y te sientas con nosotros? Tenemos mucho de qué hablar ¿no crees?
-Yo...
-Luhan. -advirtió Sehun con voz agria, mirándolo tan solo un instante.
-Iré por...
-Siéntate.

Un escalofrío recorrió su espalda una vez que se sentó al lado de Sehun, sus manos sudaban y la mirada dura de Azael solo lograba alarmarlo aún más, respiró profundo cuando sintió la mano de su demonio sobre el muslo, apretándolo, buscando reconfortarlo.
-Supe que mi Señor ha ido a visitarte, supongo que no fue en buenos términos. -habló jocoso mientras escrutaba al de cabellos rubios con la mirada.
-Sí... -pestañeó rápido, queriendo alejar las lágrimas que picaban por salir.

La angustia, el dolor y la ira que emanaba el cuerpo del castaño, penetraron con ahínco en su alma mientras veía cómo Sehun escrutaba a su padre y, no tan solo con la mirada, la forma de torcer el gesto y tensar el cuerpo, por un momento, deseó ser como ellos y saber qué era aquello que se decía sin palabras y con tanto veneno, ahogó un sollozo cuando una imagen fugaz pasó por su mente, sacudió la cabeza con fuerza cuando los ojos vacíos, incoloros y sin brillo de Baekhyun, azotaron su corazón.
La opresión en su pecho se hizo intolerable y guiado por sus emociones, se puso de pie con las ansias, de saber que su amigo estaba bien, picándole en la piel.
-Baekhyun... -susurró alejándose del tacto de Sehun, cuando buscó detenerlo. -Necesito ver a Baekhyun...
-¡Qué mierda le haz hecho! -siseó el de cabellos castaños, mirando a su padre.
-¡Necesito ver a Baekhyun!

No querrás verlo en estas condiciones ¿o si, akatharto?





-¡Baek! ¡Baek!
Gritó entre llantos desesperados cuando entró a casa, seguido de Sehun, la desesperación perforando cada espacio de su alma, cada rincón de su corazón, corrió escaleras arriba, golpeando la puerta de la habitación de su amigo, con el miedo en la boca del estómago y el aura de Sehun buscando apaciguar la suya.
-No responde, Shì Xūn... -murmuró entre sollozos sin dejar de azotar la puerta. -¡Baekhyun! ¡Abre, por favor!
Jadeó al sentir los brazos de su demonio, rodeándolo con fuerza, cuando una ráfaga fría caló sus huesos, haciéndolo tambalear, un grito ahogado abandonó sus labios a la vez que la puerta se abría con fuerza, dejando ver a un Baekhyun pálido y con los labios amoratados, sin pensarlo corrió hacia la cama, abrazando a su amigo con el temor de perderlo a flor de piel, no importó el vaho del azufre o esos ojos fieros taladrándole la espalda cuando rozaba sus labios por todo el rostro de Baekhyun.
-Por favor, por favor...
Cerró los ojos, rezando, orando por el alma de quien yacía en sus brazos, rogó al cielo mientras una caricia leve y casi vaporosa rozaba sus cabellos, dirigió su mirada a Sehun, creyendo que aquel consuelo era suyo, pero el castaño estaba de pie junto a la puerta y la caricia apaciguadora no cesaba, una paz inexplicable azotó su corazón; sus lágrimas humedeciendo la piel fría, su alma revoloteando fervorosa junto a las ansias de lograr el despertar de Baekhyun, pero ya era demasiado tarde.
-Luhan... Basta.
-¡No, Sehun! Baekhyun va a despertar, no puede abandonarme, no puede...
-Dulzura. Detente. -alejó la mano de su demonio cuando éste buscó la suya.

Jadeó cuando un viento tibio acarició su rostro, sus brazos estrechando el cuerpo sin vida de su amigo, a pesar de sentir que se le escapaba de las manos, las caricias vaporosas no cesaron hasta que lo vió, lo sintió junto a su cuerpo y esa sonrisa angelical, escuchó el gruñido hosco de Sehun tras su espalda mientras aquella figura, casi transparente, le tocaba el cabello a medida que el alma de Baekhyun penetraba la suya.
-Él estará aquí, siempre. Mi niño.
No fue capaz de abrir sus labios cuando la tenue luz abandonó la habitación y los brazos de Sehun rodearon su cuerpo, abrasando su corazón, acallando los sollozos y el dolor de Luhan.
-Sehun, él... -sollozó, hipando. -Mi Baekhyunee...

Está bien, bebé. Athatriel lo ha dejado en tu alma, todo está bien.





Akatharto [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora