Capítulo XIV

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Despertó debido a los gritos de Baekhyun, se cubrió la cabeza con la almohada queriendo conciliar el sueño nuevamente, cerró sus ojos disfrutando del pequeño silencio hasta que los gritos volvieron. Se dirigió a la puerta y la abrió, topándose con Kyungsoo.
-¿Qué sucede? ¿Por qué grita? -fregó uno de sus ojos.
-Solo ven, Lu.

Siguió a su amigo pelirrojo, bajó al salón sintiendo como su pulso se disparaba a mil, miró hacia la puerta de entrada con el corazón en la garganta, su aura grisácea agitándose asustada, ya entendía los gritos de su amigo. Giró sobre sus talones para volver a su cuarto, a su seguridad, pero fue detenido.
-Soo, no quiero verlo, no puedo.
-Habla con él, ciervo.

La piel de su nuca se erizó al ver como Sehun se alejaba de la puerta y se acercaba a él mientras sus amigos salían por ésta.
-Luhan.
-Vete, no te acerques...
-Tienes que escucharme.
-No, no quiero. -murmuró.

Respiró hondo con el miedo, y una pizca de pasión, difundiéndose por su cuerpo, había logrado evitar a Sehun por dos meses con algo de éxito y ahora él aparecía queriendo dar explicaciones de lo que ya estaba claro, el dolor en su alma se lo recordaba, el hombre frente a él lo había traicionado, lo había engañado de la peor forma posible, las imágenes de Sehun con Kai aún seguían en su cabeza, lo recordaba con claridad, los había visto entregándose el uno al otro, el día en que Luhan cumplía 24.

-Deja que te explique, cariño.
-He dicho que no quiero escucharte, Sehun, vete de una vez. No quiero verte.
-Te ves encantador al despertar, dulzura... -susurró acercando su mano a la mejilla de Luhan.
-¡No me toques! -se alejó. -No te atrevas a tocarme otra vez ¿oíste?

Sehun lo observó en silencio, el aura del rubio queriendo fundirse con la suya, a pesar de la preocupación que la abordaba, sabía que ambos lo necesitaban, extrañaba tanto la piel suave y cálida de Luhan.

Cariño, por favor, escúchame.

-No lo hagas, Sehun, no de este modo.
-No me dejas otra opción.
-Eso no te da derecho a manipularme como lo hacías antes...
El destello de sorpresa en los ojos del castaño le infundió seguridad, no iba a rendirse ante el hijo de la lujuria.
-Entonces ¿dejarás que me explique?
-Solo si es a mi modo.
-Bien, Luhan, dime.
-¿Por qué lo haz hecho? ¿Por qué te haz acostado con él cuando sabías que iría a tu departamento?

Distinguió la duda estableciéndose en el rostro ajeno, preparó su alma y su corazón para la respuesta del hombre a quién le había entregado todo.
-No lo sé, Kai quería que lo follara y lo hice, no existe otra explicación.
-¿Solo así? ¿Y yo, qué?
-Ni siquiera pensé en ti, solo lo hice.
-¿Es en serio? -sintió el nudo tan familiar colándose en su garganta.
-Te estoy siendo sincero, Luhan. Sabes lo que hago y lo que soy, no debería sorprenderte.
-Pues lo hace, confié en ti, después de que me ocultaras lo que eres por tanto tiempo...
-Sabes que lo nuestro es solo sexo.
-No lo es, había algo más, algo especial, pude sentirlo y sé que tú, también, lo sentiste...
-¿Algo especial? Vamos, Luhan, deja eso de lado, era, es y será solo sexo.

El de cabellos rubios estalló en llanto, sabía que Sehun mentía, pero dolía, todo se había sentido tan diferente, se sintió amado, quizás no como lo imaginaba, pero lo hizo.

Luhan lo hería al llorar arrodillado delante suyo, las cosas no estaban saliendo como lo había planeado, quería alejar al hombre frente a él para no causarle daño, pero ya era tarde, su akatharto sufría; Sehun no podía negarlo, lo suyo con Luhan era distinto, su esencia se lo recordaba a diario, mas era prohíbido, imposible.
-Luhan, yo... -deseaba decirle la verdad, pero no podía, lo lamentaba tanto.
-Vete, no vuelvas... -sollozó ocultando su rostro.

El portazo retumbó en sus oídos y solo en ese momento se permitió llorar desconsoladamente, dolía tanto, las palabras de Sehun aferrándose a su alma inquieta, por un instante se arrepintió de todo, de haberlo conocido, de habérsele entregado en cuerpo, alma y corazón, deseó no saber lo que era, deseó no ser un akatharto, no lo soportaba, tantas verdades en tan solo unos días.
Recordó las palabras secas con olor a azufre de Lucifer, "Athatriel era un ángel caído y se enamoró de un alma pecadora que ya estaba en mis manos, iba a fallecer, pero él la redimió, dejando su redención para darle un niño al consumar su amor ¿sabes? Siempre creí que las prostitutas solo servían para follar, pero mírate aquí estás, akatharto". Sus manos se fueron a su pecho queriendo alejar el dolor desgarrador que lo azotaba, las lágrimas abordando su rostro deformado por el suplicio y la alevosía que le dejaba el supuesto amor.

Akatharto [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora