11. Shopping

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Habían transcurrido dos días desde la discusión que tuve con Cameron en la playa.
Ambos éramos demasiado orgullosos, y ninguno quería dar el brazo a torcer. Sólo nos ocupábamos de no dirigirnos la palabra. Como antes. Como tendría que haber sido desde el principio.

Estos últimos días habían sido espectacularmente soleados, pero no hoy, el mal tiempo parecía haber regresado. El color gris se esparcía por el cielo y se podía sentir el descenso en la temperatura. La playa era un desierto.
Por lo que nos encontrábamos tirados en el sofá sin saber qué hacer.

—¿Quieren ir al centro comercial de Rawson? —preguntó mi hermano mirando su móvil.

Nos encogimos de hombros.

—Toby me ha dicho que irán a pasar la tarde. Nos invitó.

—Por mi está bien. —dije.

Subí a cambiarme de ropa. Me puse un jean claro roto en ambas rodillas, una remera de tirantes negra y una campera color rosa. Me coloqué las viejas converse y entré al baño a arreglarme un poco.
Escucho la bocina de un coche fuera de casa y salimos rápidamente. Al igual que la noche que fuimos a Umbra, Matt me ofreció ir con él. Acepté y me aferré a su cintura.

Una vez que entramos en el shopping, subimos por las escaleras mecánicas hacia el último piso, donde se encontraban las salas de cine y el patio de comidas. Sacamos entradas para una película de terror, ya que era la única que comenzaba en ese momento.
Tuvimos que apresurarnos para llegar a tiempo. Me senté entre Matt y Travis, delante nuestro estaba Cameron, Nina, Simón y Toby.

—Travis está seduciendo a su vecina —sonrió Matt.

Observé al pelinegro conversar con la chica a su lado de manera entusiasmada, negué con la cabeza.
La película comenzó, y en la primera escena de suspenso me acerqué a Mouser.

—¡Buh! —le grité al oído al mismo tiempo que tomaba sus hombros. No se imaginan el salto que pegó.

—La puta madre, Amory —se dio la vuelta despidiendo humo de las fosas nasales.

Me reí mucho. Luego recordé que le estaba aplicando la ley del hielo. Que idiota eres Amory. No lo molestaría más, por ahora.
Matt tomó mi mano, desvaneciendo mis pensamientos, y le dio un pequeño apretón. Se acercó a besar mi mejilla, comenzaba a sentirme incómoda.

—La película está aburrida, ¿No crees? —preguntó.

—Eh si, supongo...

—Podemos hacerla más divertida, ¿Sabes?

—¿Ah si?

—Mírame, Amy.

Lo hice y me sonrió. Su sonrisa era tan linda.

—¿Cómo, Matt?

Me besó. Y lo seguí. Durante el resto de la película no supe que sucedió.
Sinceramente no era de las personas a las que les gustaba besarse en el cine, pagar una entrada para perderme la película era estúpido, pero nadie nos estaba prestando atención y era un momento excelente para hacerlo.
Cuando las luces se prendieron, indicando que la película había llegado s su fin, me puse de pie como si nada hubiese sucedido y salí de la sala con mi amiga.

—Roman acordó que nos encontremos en starbucks —explicó Travis.

Todos lo seguimos hasta el lugar que mencionó. A lo lejos pudimos verlos acercarse a nosotros. Pero no estaban solos, una chica venía con ellos. Cloe.
Cloe era la prima de Roman, y un extraño amor de verano de mi querido mellizo. La cara de Simón se transfiguró y volteó a mirarme, buscando ayuda quizás. Pero yo estaba boquiabierta, no sabía cómo reaccionar.
Confieso que me lo imaginaba, era bastante obvio que estaría aquí, pues lo estuvo cuatro años seguidos, de los cuales se los pasó a los besos con mi hermano. Ahora las cosas eran distintas.

—¿Es Cloe? —le preguntó Cameron sin pensar, cuando se percató de la cagada que había salido de sus labios carraspeó su garganta y cambió de tema. Me golpeé la frente mentalmente.

—¿Quién es Cloe? —interrogó Nina, mirándonos a los tres como si supiésemos algo que claramente ella no.

—La prima de Roman —contesté obvia.

Sé que mi respuesta no la había dejado conforme, pero no volvió a preguntar al respecto ya qué estaba arrastrándola hacia la vidriera de una de mis tiendas favoritas.

—¿Te gusta? —señalé un top blanco de tirantes con escote triangular.

—Creo que te quedaría genial. Tu piel está comenzando a broncearse y el blanco lo resaltará.

—Tienes razón. Espérame aquí.

Caminé hacia mi hermano y le pedí dinero.

—¿Por qué?

—Quiero ese top.

—Me alegro, ¿Yo que tengo que ver?

—Te he salvado la vida. Merezco que me lo regales. —exageré. Aunque a Simón no le molestaba pagarme las cosas.

—Bien. —suspiró y me lo entregó.

Poco más tarde, decidimos que era hora de volver a la casa, nos despedimos de los chicos y tomamos un taxi hasta Kauleche.
Nina y yo subimos a recostarnos en nuestra habitación.

—¿Puedo preguntarte algo?

—¿Qué?

—¿Cloe y Simón...?

—Nina, eso no debes preguntármelo a mi.

—Lo conozco, y vi su cara cuando ella apareció, pero no comprendo porqué le afecta tanto. Estuvo esquivándola todo el rato.

—Deberías hablar con el.

—No estoy segura de querer escuchar lo que pasó entre ellos. No de su boca.

—Es mi hermano y él confía en mí, así que no puedo ser yo la que te cuente.

—Amy, recuerda que también eres mi amiga. Necesito saberlo.

Siempre que empleaba la frase "recuerda que también eres mi amiga" lograba que hiciese lo que ella quería. Como si en algún punto me sintiera culpable. Era difícil ser tan cercana a ambos cuando ellos eran una pareja.

—Sólo...quiero que sepas que todo esto fue antes de ti. —asiente— desde hace cuatro años comenzó a veranear con Roman, su primo. Nunca he hablado con ella, pero no es precisamente de esas chicas que nos caerían bien, tú entiendes. Coqueteaban mucho y varias veces los vi besándose. Cada vez era más frecuente. Así fue todo los veranos. Y bueno, no creo que solo hayan sido besos, pero él no me contó demasiados detalles.

—Bien, está bien. Solo quería saber eso. Pero no es un problema, él ha estado con otras chicas, no entiendo porqué razón ocultármelo.

—No teníamos manera de predecir que vendría, tal vez no quería adelantarse en vano. ¿Para qué contarte sobre ella si no la conocerías?

—Si, quizás tengas razón. Hablaré con el.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora