41. Primero y último

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Salgo del hospital en una incómoda silla de ruedas. Mis padres insisten en subirme al coche, pero Simón les asegura que nos vendría bien caminar. Bueno, al menos ellos caminarían, yo iría a su lado.
Necesitaba tomar aire fresco, el ambiente del hospital era agobiante.
Nina se ocupó de llevarme como si se tratara de un bebe en su coche. Se lo agradecí, ya que aún no dominaba el mecanismo de esta estúpida cosa.
Durante el camino, me contaron que no volveríamos mañana a nuestro hogar, esperarían a que yo esté en condiciones de viajar. Lo suponía, primero debían quitarme el cuello y el médico probablemente me revisaría una vez más. Luego continuaría el tratamiento en mi ciudad.

—Hay una sorpresa esperándote —habló Simón en cuanto llegamos a la casa.

Al salir al parque pude verla. Un cartel que decía "bienvenida" decorado con hermosos dibujos hechos por las niñas. Y algo más, un pequeño perrito blanco estaba en brazos de Cass.

—¿Es quien yo creo que es? —pregunto tomándolo. Tenía una de sus patas vendadas.

—La policía la encontró, dicen que seguramente por el susto salió corriendo y se lastimó la patita—me explicó Sam.

—Así que tú causaste todo este desastre —dije observándola con ternura.

—En parte... —se burló Cameron.

—¿Como la llamarás? —preguntó la más pequeña entusiasmada.

—¿Que tal Summer? Me recordará este verano cada vez que la mire —reímos.

Las niñas me llenaron de preguntas, ¿por qué la bota? ¿por qué la venda en mi ceja? ¿por qué el cuello? Respondí a cada una de ellas y al terminar me fundieron en un cariñoso abrazo.
Se sentaron en mis piernas como si yo fuese parte de la silla.

—No puede ser que hasta de esta forma te veas hermosa —habló Cameron a mis espaldas.

Más tarde, ambos nos encontrábamos en el muelle. El atardecer era increíble, me fascinaba mirarlo.

—Y no puede ser que seas tan mentiroso.

Se acercó a mí y se colocó en cuclillas. Acariciando mi pierna.

—Hablé con Simón recién.

—¿De verdad? ¿Que te dijo?

—Me pidió perdón —respondió con cierta sorpresa en su voz— me dijo que me conocía lo suficiente bien como para saber que nadie será mejor que yo para estar contigo.

—¿En serio eso salió de su boca?

—Aún no lo creo. Me dijo también que no te lastimara, que no encontraría alguien como tú jamás. Tiene razón. Y creo que agregó alguna amenaza acerca de mis testiculos en caso de que eso sucediera. —sonreí.

—Eres tan dulce.

—Tienes el poder de sacar ese lado que estaba oculto dentro de mi.

—Me gustas, Mouser.

—También me gustas. —besó la palma de mi mano– Linda..

—¿Qué?

—¿Quieres ser mi novia?

Esto no podía ser real, debía estar soñando, ¡No! Peor, seguro me encontraba en coma en el hospital luego del accidente y esto formaba parte de mi imaginación.
He fantaseado con este momento durante varios años, viéndolo salir con todas las chicas que conocía, pensando en si algún día alguien como él se fijaría en mí.
Y nunca quise admitir, incluso si era para mí misma, que estaba tan enamorada de Cameron. Era muy fácil dar cuenta de ello, ya que ningún otro chico causaba lo que el en mi. Prefería pelear con Cam hasta el cansancio que besar a cualquier otro.

—Si no quieres... —comenzó a hablar.

—Si quiero ser tu novia, Cam. —sonreímos y besó mis labios con suavidad.

—Fuiste mi primer beso, también serás el último —afirmó.

—¿Qué? ¿Tu primer beso fue conmigo?

—En el cumpleaños, antes de que me odiaras, ¿recuerdas?

—Creí que para entonces ya habías besado a decenas de niñas.

—Digamos que estaba guardando mis solicitados labios para alguien especial.

Puse los ojos en blanco y se rió. Pero luego procesé lo de "alguien especial" y mi corazón se derritió con tanta ternura.

—Por nuestro primer y ultimo beso. —dije mirándolo, tomé su cara entre mis manos y uní nuestros labios.

Más tarde todos juntos vimos una película llamada "Son como niños" y me reí inexplicablemente. Cenamos pizza sin movernos del sofá.
Cuando la película terminó, hablamos un rato. Y con Cameron dimos la noticia. Todos se quedaron boquiabiertos. Pero la incomodidad de esfumó en cuanto sus hermanas y Nina nos abrazaron. Mis padres nos felicitaron, estaban muy sorprendidos, ¿cómo no estarlo?, ellos no tenían ni la menor idea de lo que pasaba entre nosotros.
Simón se puso de pie y me abrazó. No quería soltarlo. Estaba tan contenta de que nos apoye.

—Te quiero —le dije.

—Y yo a ti —contestó— pero ya lo veía a Cameron suficiente tiempo, ahora tendré que verlo más seguido por tu culpa —bromeó.

Todo había vuelto a la normalidad.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora