44. Amistad verdadera

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Me hallaba sentada en mi cama, la cabeza de Cam descansaba en mi regazo junto con Summer. Frente a nosotros se encontraban Simón y Nina.
Toda la tarde la pasamos jugando, conversando y mirando netflix, pero ahora se nos habían agotado las opciones. Aunque no teníamos ningún problema en descansar un rato, en silencio, aprovechando el momento de paz antes de que los demás llegasen.

—Vamos al supermercado, ¿Por que no vienen? —pregunto mamá, luego de la playa, en cuánto todos terminaron de ducharse— no salieron en todo el día.

Nina y Simón se pusieron de pie. Jamás rechazábamos hacer las compras. Nos gustaba llenar el carro de "Comida basura" como decía mamá.
Pero Cam se quedó conmigo, haciéndome compañía.

—Amy, aprovecha a bañarte. Iremos a cenar fuera cuando regresemos.

—Está bien.

—¿Crees que puedas sola?

—Si, má.

Aún no podía ducharme de pie, ya que me quitaba la bota para hacerlo, así que debía asearme llenando la bañadera. No me quejaba.

—¿Te acompaño?

—Puedo sola...

—Pero también debo darme un baño.

—Algo me dice que no te rendirás —sonrió triunfante antes de desnudar su torso.

Me quité la ropa y, con su ayuda, entré en la bañera. El se posicionó detrás de mi, dejando que me recueste en su pecho. Se encargó de lavarme el cabello y yo me dediqué a disfrutar, como siempre lo hacia, de su tacto.
Permanecimos en el agua durante un tiempo y luego salimos.
Estaba terminando de secarme cuando me tomó en sus brazos para llevarme al cuarto. Reí.

—¿Es necesario?

—Todo por mi chica. Quédate aquí iré a buscar la bota.

Me dejé caer en la cama con la toalla envolviéndome. El regresó unos minutos después, inclinándose frente a mi para colocar la bota en mi pie.

—Me estás matando —admitió.

—¿Por qué? —pregunté, pero sabía a lo que se estaba refiriendo.

Colocó sus brazos a cada lado de mi cuerpo y me besó. Luego abrió la toalla de par en par. Me mordí el labio, mirándolo atentamente, esperando su próximo movimiento.

—Dios, no aguanto.

—¿Que cosa? —sonreí.

—Verte desnuda. Quiero hacerte tantas cosas.

—Si fuera tú me apresuraría. Vendrán pronto.

—El doctor dijo...—sus ojos sé iluminaron.

—A la mierda con lo que dijo, soy humana.

—No me hago responsable de lo que pueda pasar.

—Solo hazlo —contesté.

Todos regresaron un hora después y se dejaron caer en el sofá junto a Cam y a mí. Al parecer se habían cansado.
Ordenaron las compras y luego nos subimos apretadamente al coche. Ahora solo teníamos uno.
Mi padre condujo hacia un restaurant llamado "La gran familia", en el cartel de la entrada tenía la foto de un chef gordo que siempre me había causado gracia.
Tomamos asiento en la mesa más grande del lugar y un mesero tomó nuestra orden.
Nina se sentó a mi lado, y me habló sobre varias cosas.

Cuando la cena terminó, volvimos a casa. Todos fueron a sus respectivas habitaciones, excepto mi amiga y yo, que nos quedamos conversando en el living. Le conté mis últimas experiencias sexuales con un poco de timidez y ella se emocionaba como una mamá orgullosa de su hija.
Divagamos por un largo rato, cómo solíamos hacer. Hablamos sobre las vacaciones que pasamos, todo lo que había cambiado, y lo que había mejorado. Sobre como creíamos que este nuevo año sería. Y me contó un secreto, ella y Simón querían irse a vivir juntos. "Aún debemos conseguir trabajos para pagar el alquiler, ya sabes, solo es un vago sueño" dijo.

—Bueno, no estarán solos, pero puedes vivir con nosotros. Mis padres se irán a Chile, y la casa estará muy vacía sin ellos.

—No lo sé, no quiero ser una molest...

—Déjame volver a formular la frase: vendrás a vivir con nosotros.

—¿Estás segura? —preguntó.

—Ni, eres mi mejor amiga y la novia de mi hermano. Eres más que bienvenida en mi casa. Podrán ir probando convivencia y tendrán tiempo de ahorrar algo de dinero para mudarse luego.

—Eres la mejor.

—Lo sé.

—Pero primero debo hablar con Simón y deberá preguntarle a tus padres...

—Mis padres te adoran y les encantará que estemos los tres juntos cuidándonos. Y respecto a Simón... no sé qué tanto debes hablar. —sonrió.

—Eres insaciable.

—Cuando quiero mucho algo, si.

—Viviríamos juntas... y podría dormir contigo e ir a desahogarme cada vez que discuta con Simón. No es tan mala idea.

—Lo ves. Es genial.

—¿Que planes tienes con Cam?

—Ninguno, supongo. ¿Sabes? Por primera vez me siento bien y tranquila de verdad. Como si mi vida estuviese resuelta. Aunque solo tengo dieciocho años.

—Así se siente cuando estas enamorada.

—Gracias por estar ahí desde el principio.

—De principio a fin. Para eso están las amigas.

—Solo las verdaderas —me abrazó.

—¿Vamos a dormir?

—Vamos.

Me ayudó a subir las escaleras y me despedí de ella en el pasillo. Entré en mi cuarto y vi la silueta de Cam en mi cama. Me acosté a su lado, él se giró hacia mi y me sonrió medio dormido. Me estrechó entre sus brazos y besó mi cabello antes de volver a cerrar sus ojos.

Me quedé profundamente dormida.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora