10. Guerra interminable

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Habían pasado algunas horas desde que llegué a casa, pero aún me encontraba mirando el techo, sin poder dormir.
Las risas de mi hermano y mi mejor amiga inundan el pasillo, también los chistidos mutuos para callar al otro.
La puerta de mi habitación se abre y Nina entra. Apoya sus zapatos en el suelo y se deja caer en la cama.

—Te estaba esperando. —encendí la luz del velador.

—La puta madre, Amory. Creí que dormías —contestó, reincorporándose.

—¿Estás son horas de llegar jovencita? ¿Qué has estado haciendo? ¡No! Mejor no me digas. —hice una mueca de repugnancia y ella rió.

—Amy, ha sido la mejor noche de mi vida.

—Me gustaría decir lo mismo —musité.

—¿Qué pasó?

—Primero cuéntame tú. Vamos, sólo bromeaba, quiero saber.

—Bueno, el ya lo tenía planeado. Cuando le pedí para ir a caminar tomó su mochila y me siguió. Estuvimos un rato caminando por la orilla, con todas esas luces, fue tan... Romántico. Luego comenzó a besarme y me recostó. —suspiró y yo la escuchaba con admiración, deseaba tener lo que ellos tienen algún día— tomó una manta y nos acostamos sobre ella. Estábamos debajo del muelle, nadie podía vernos. Y luego, ya sabes.

—Me alegro por ti —me senté a su lado y apoyó su cabeza en mis piernas— ha sido muy romántico. No lo tenía a mi hermano de esa manera.

—Amy, estoy perdidamente enamorada.

—Lo sé, y el de ti. Son el uno para el otro, cualquiera puede notarlo.

—Estoy feliz de ser su novia, y tu amiga y cuñada.

—También yo —sonreí.

—¿Puedes contarme tu noche ahora?

—Bueno...

—¿Matt te besó, verdad? —se volvió a enderezar para verme de frente.

—Si...

—¡Eso es, chica!

—Déjame contarte todo, ¿sí?

—De acuerdo.

—Cuando ustedes se fueron, Matt y yo nos alejamos un poco, estuvimos un rato abrazados y luego me besó. Me preguntó si quería ir a otro lugar, no entendí bien sus intenciones pero le dije que no. Y volvimos con el resto. Más tarde todos se despidieron, Cam y yo quedamos solos. —sus ojos cada vez se abrían más, temía que se le salgan o algo así— me dijo... Me dijo que recordaba todo.

—¿Qué es todo? —preguntó levantando ambas cejas. Conservando la calma.

—Todo, Ni. Recuerda todo lo que pasó esa noche.

—Bromeas.

—Dije que había sido un error, y lo noté decepcionado, me preguntó si eso era lo que creía. Me pidió perdón pero contesté que nadie me había obligado. También me dijo que si Simón se entera... Jamás se lo perdonará.

—¿Y qué le dijiste?

—Que sería nuestro secreto.

—No puedo creer que recordara. Lo ha disimulado bien, maldito. —asentí.

—Hoy, antes de salir, quería decirme algo. Creo que iba a decírmelo en ese momento.

—Vaya...

—Pero ahora me está agarrando sueño al fin, así que iré a dormir —besé su frente y me metí en mi cama.

—Descansa amiga, mañana hablaremos mejor.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora