14. Resentimientos

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El día de ayer lo habíamos pasado encerrados en casa por culpa del mal día, así que hoy haríamos algo entretenido, obligatoriamente. El cielo no estaba completamente despejado, pero se podía disfrutar de la playa de todas formas, por lo que todos nos estábamos preparando para ir.
Tomamos nuestras cosas y salimos de la casa.
Caminamos escuchando los chistes de mi padre, que eran casi tan malos como los de Cameron. Pero, al menos, los suyos me hacían reír.
Cuando llegamos, como de costumbre, cada uno fue con su grupo. Yo me senté en la manta junto a Nina mientras los chicos jugaban al fútbol.

—Aún no puedo creer que Cameron te haya besado.

—Tampoco yo.

—¿Qué significa eso? ¿Se besarán cuando quieran?

—No, Nina. El no me usará. Además, ese no es mi estilo.

—Lo sé. Pero hay demasiada química entre los dos, no puedes negarlo, la otra noche en Umbra creí que te comería en medio de la pista

—Nina —sonreí— ya no te preocupes, ¿sí?

Asintió y pasó su brazo por mis hombros.
El partido terminó. Simón se dejó caer al lado de mi amiga junto con Cameron y Matt vino a sentarse a mi lado.

—Estos días nublados están impidiendo que te vea en bikini —dijo con una sonrisa.

—¿Para qué quieres eso pervertido?

—Solo bromeo.

—Tu lo has dicho, si los días siguen así no creo que tenga la necesidad de quitarme la ropa.

—Esta semana habrá bastantes lluvias. Pero luego nos tocarán días increíbles, ya verás.

—Que bueno que conozco a un experto en climas. —rió.

—¿Quieres ir a caminar?

—Eh, claro.

Ambos nos ponemos de pie y una vez que llegamos a la Laguna, seguimos la línea que la orilla nos indica.
Hablamos un largo tiempo, sobre nosotros, nuestras vidas y demás.

—Eres muy linda, Freeman. —me sonrió y tragué saliva.

—Amy, dime Amy.

—Lo siento, Amy. Eres muy linda.

—Gracias —lo miré— tú también.

Se acercó a mí y tomó mis mejillas entre sus manos. Depositó un pequeño beso en mis labios. Lo tomé de los brazos y lo incliné hacia mi. Sonrió antes de volver a besarme, esta vez con mayor intensidad.
Matt era buen besador, realmente.

De pronto, algo nos separa. Rápidamente identifico el problema: una pelota que fue a parar directamente a su cara.
Dirijo mi vista hacia el lugar de donde provino y doy con el culpable, Cameron y Toby están descotillandose de la risa. Este último le entrega un par de billetes al idiota.
Camino hacia el y lo empujo.

—¿Qué mierda te pasa?

—Calma, cara de sapo.

—¡¿Te parece divertido? Lo golpeaste justo en el rostro!

—Lo sé, gracias a eso gane veinte.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora