12. Umbra Beach

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La primer semana aquí en Kauleche se había pasado volando. Solo debía subsistir tres más.

—¿Quieres que planche tu cabello? —preguntó Nina.

Ambas nos estábamos preparando para salir esta noche, iríamos Umbra Beach con el resto del grupo.
La verdad es que no tenía demasiadas ganas, pero de todas formas acompañaría a mi mejor amiga.

—Si, gracias.

Mi celular sonó. Era un mensaje.

"Te veo esta noche, ¿verdad?"

Es Matt.

—¿Qué pone? —Le mostré la pantalla y sonrió— alguien tendrá acción hoy.

—Tarada.

"Si, claro" respondí.

—¿Solo eso? —me pregunta, en desacuerdo.

—¿Quieres que lo llene de corazones como una psicópata?

—No, pero podrías haber sido más expresiva.

—Tienes razón. Mierda, pensará que no quiero verlo.

—Le demostrarás lo contrario cuando estén juntos. —se apoyó contra la pared de espaldas a mi, envolviendo su cuerpo con ambas manos, imitando un beso desenfrenado— oh si, oh. Así bebé.

—¿Debería sentirme ofendido si me engañas con la pared? —preguntó Simón apareciendo por la puerta. Me reí.

—Para nada, no hay otro como tú —contestó besándolo.

—Diugh. No frente a mí.

Se miraron y sonrieron. En cuestión de segundos ambos estaban besándose encima de mi.

—¡Aléjense hormonas alborotadas! ¡Consíganse un cuarto!

Me puse de pie y busqué en el armario la ropa que me pondría.
El par de tórtolos se había ido al cuarto de al lado, al parecer se tomaron en serio lo que dije.
Me saqué la remera y estaba por bajarme los shorts cuando Cameron entró.

—¡¿No te enseñaron a tocar la puerta?!

—¡Ah, mis ojos! —fingió desmayarse.

—No puedo creer lo loco que estás.

Di la vuelta y me puse rápidamente el top que había comprado con el dinero de Simón.

—Wow, tenias bien escondido ese cuerpo, ¿eh? —lo ignoré y busqué mi short negro— bueno, no tan escondido porque...

—¡Cameron! ¿Qué parte de hacer de cuenta que nada sucedió no te quedó clara?

Se acercó a mí.

—¿Cómo pretendes que olvide esa noche, Amy? —susurró en mi oído.

Solo lo estaba haciendo para molestarme. Pero, de todas maneras, no pude evitar sonrojarme.

—Déjame en paz.

—Con qué te pongo nerviosa...

—Vete de aquí, estás mal de la mente —rió y salió del cuarto.

Me dejé caer en la cama y cubrí mi frente con ambas manos. Odiaba a ese chico.

—Te ves genial —halagó Nina cuando habíamos terminamos de arreglarnos.

—Tu igual, Ni —respondí colocándome los zapatos más altos que tenía.

Para no perder la costumbre, Toby pasó a buscarnos.
Llegamos al club y entramos rápidamente gracias a los múltiples conocidos que los chicos tenían. La canción Every Day de Ariana Grande se escuchaba a todo volumen. Subimos a sentarnos dónde lo habíamos hecho la vez anterior, y donde estaban los demás.
Todos se encontraban allí, incluso Cloe. Matt me besó en la mejilla antes de irse con Toby hacía alguna parte.

—¿Me acompañas a buscar algo de beber?

—Claro.

Me puse de pie, dispuesta a acompañar a mi amiga, al mismo tiempo que Simón la sacaba a bailar. Rápidamente olvidó lo que estábamos por hacer.

—Iré por un trago, ¿quieres acompañarme? —ofreció Jace al notar que había quedado sola.

Asentí agradecida. Lo seguí, abriendo paso entre la multitud de gente, hasta la barra. Al parecer, el chico a mi lado conocía a todo el mundo, yo solo iba detrás sonriendo incómodamente mientras él saludaba.

—¿Qué quieres, Jace? —le sonrió la pelirroja que estaba fregando la barra.

—Jager, princesa. ¿Tú qué quieres, Amy?

—Lo mismo. —contesté no muy segura. Nunca antes lo había probado.

—Que sean dos.

—Enseguida, guapo.

Esperamos unos minutos para que nos entregue nuestra bebidas. Pasó su brazo por mis hombros.

—Yo invito. —dijo.

—Que caballero. —sonreí.

Jace siempre era muy amable y cariñoso. No lo hacía a modo de coqueteo, ni nada de eso. Simplemente era su manera de ser.

Al correr de la noche, el grupo se fue desvaneciendo. Los amigos de mi hermano iban desapareciendo uno a uno para perderse en algún rincón del lugar.
Nina, Simón y Cameron se encontraban a unos metros, bailando. Matt estaba sentado frente a mi y Cloe a su lado, hablando con el.
Era la segunda noche en la que salíamos y me aburría. Sentía que me faltaba algo, necesitaba un poco de emoción. O tal vez unos cuantos vasos de alcohol.

—¿Quieres bailar? —preguntaron detrás de mí.

—¿Cameron Mouser invitándome a bailar?

—Responde antes de que me arrepienta.

Sinceramente, hubiera aceptado la propuesta de cualquiera que me lo preguntara, no quería quedarme sentada allí ni un minuto más.
El extendió su mano y la tomé. Me puse de pie y me arrastró, literalmente, hacia dónde se encontraban mi hermano y su novia.
Comencé a moverme al ritmo de la música. Cada vez me sentía mejor, cada vez me acercaba más a su cuerpo.
Me dio la vuelta y colocó una de sus manos en mi cintura desnuda. Pegué mis caderas a las suyas sin dejar de moverme.
Sentía que nuestro al rededor se esfumaba y que todos mis sentidos sólo se podían concentrar en el. Sólo escuchaba su respiración en mi oído, sólo sentía su cuerpo, solo olía su perfume.

Solo quería besar sus labios.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora