5. Aquí no sucedió nada

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No pude pegar un ojo en toda la noche por culpa de mis pensamientos. Le había entregado a Cameron Mouser mi virginidad. Y eso era importante. Y desastroso.
Simón no podía enterarse de aquello y Cameron no podía recordarlo.
Sólo así todo seguiría como antes.

Cuando termino de cepillar mis dientes, bajo las escaleras y me encuentro con mi hermano y mis padres desayunando.

—Buenos días.

—Igualmente, pequeña —responde mi hermano apretando dolorosamente una de mis mejillas.

—¿Que quieres comer? —pregunta mi papá.

—No tengo hambre, sólo tomaré jugo.

—¿Cameron lo ha pasado bien ayer? —le pregunta a mi hermano.

—Si, se han caído bien con los chicos.

—Eso es bueno.

—Iré a despertar a Nina —digo.

—Y yo a Cameron, no querrá ser el único durmiendo.

Subimos las escaleras y cada uno entra en el cuarto correspondiente, Nina duerme plácidamente abrazada a la almohada. La llamo y ella abre los ojos.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Eso creo. Gracias por lo de ayer.

—Nada que agradecer, para eso estoy. —me sonríe y juntas bajamos a la cocina.

Nos sentamos una al lado de la otra. Mouser y mi hermano se colocan en frente.
Nina me presiona la mano por debajo de la mesa y yo la miro con una media sonrisa, indicándole que puedo con esto. A decir verdad, no tengo otra opción.

—Cam, ¿Cómo lo has pasado anoche? ¿Te gusta este lugar? —pregunta mi madre.

Si supiera...

—Es muy lindo, de verdad me gusta. Y si, lo he pasado más que bien, aunque no recuerdo nada a partir de la mitad de la noche. —ríe y mi familia también.

—Vamos a caminar. —musita Nina y me toma del brazo para salir a la velocidad de la luz de esa casa.

—Tendré que soportar esto durante un mes, yo cometí el error —le digo en cuanto llegamos al final del pequeño muelle que pertenecía al patio trasero de mi casa y daba a la laguna— el no recuerda nada, actuaré con el como siempre lo hice y lo ignoraré lo más que pueda.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro.

—¿En verdad querías que el no lo recordara?

Ella siempre sabia como tocar mi punto débil, ya que, en el fondo, sus palabras habían sido como flechas. Habíamos llegado a lo más íntimo que dos personas pueden compartir, incluso para mi había sido la primera vez que sucedía, y sin embargo el no recordaba nada. Pero...

—Es lo mejor.

—¿Quién quiere ir a caminar? —pregunta mi hermano al pie del muelle, interrumpiendo.

—Vamos —me aconseja Nina.

Cameron sale de la casa, al igual que mi hermano, lleva el cabello húmedo por haberse duchado. Simón toma la mano de Nina y yo voy detrás de ellos.

—¿Que le dice un jardinero a otro jardinero? —pregunta Mouser.

Ay no. Siempre con los mismos chistes.

—¿Que le dice? —preguntan sonriendo.

—Nos vemos cuando podamos. —respondo. Ellos se ríen de lo malo que es.

—¿Como pasa Superman entre la gente? —continua el, ignorando mi respuesta.

—Con supermiso.

—Amy —reprocha mi hermano. Me encojo de hombros.

—¿En qué se parecen un ginecólogo y un repartidor de pizza?

—¿En qué?

Esta vez me callo, el lo sabe y sonríe con aires de victoria.

—En qué ambos puede olerla pero no comérsela.

—¡Cameron! —mi amiga pone cara de asco y ríen.

Tal vez estas vacaciones sean más aburridas de lo que había imaginado.

—Allí están los chicos —escucho decir.

En la calle, algunos sentados y otros recargados sobre sus coches, estaban los amigos de mi hermano que veraneaban aquí todos los años al igual que nosotros. Me llevaba bien con ellos, pero no era precisamente una amistad.

—Amory, deberías parar de crecer. —me dice Tobías, es al que conozco hace más tiempo y su familia es bastante cercana a la mía.

Le sonrió y me acerco a saludarlo. Me da un pequeño abrazo que correspondo.
Saludo también a Travis, Román, a Jace...y a Matt.

—¿Como estás? —pregunta este último.

—Muy bien ¿y tú?

—Excelente.

—Habrá fiesta todos los días. ¿Te enteraste de esa, Freeman? —le habla Jace a mi hermano.

—¿Todos los días?

—Ha abierto un club en Rawson.

Rawson era una ciudad que quedaba a unos veinte kilómetros de Kauleche, era más grande y contaba con más variabilidad de actividades. Por eso era que muchas veces viajábamos hasta allí para disfrutar de otros entretenimientos.

—A este lugar le hacia falta uno de esos.

—Si, pero las fiestas en casa de Travis siguen siendo las mejores —comenta Roman entusiasmado.

Sonrío. Me gustaría saberlo, pero Simón no me dejó ir a ninguna ya que, al perderse dentro, tenía miedo de dejarme sola.

—¿Vas a ir mañana, Amory? Con dieciocho años creo que tu hermano ya no tiene poder sobre ti. —bromea Tobías.

—Si, seguramente allí estaré.

—Matt es tu oportunidad, hermano. —Jace palmea su espalda y sonrío con timidez.

La cara de mi hermano no es del todo amigable. A Matt no le gusta que lo molesten frente a el por ello, puedo notarlo.

—Bueno chicos, luego nos vemos. Seguiremos caminando. —dice Simón y todos nos saludamos para continuar con nuestro paseo.

—¿Iremos mañana, verdad? —le pregunta Nina.

A Nina le gustaba salir. Aunque no lo hacíamos muy seguido, y cuando pisábamos un club "casualmente" Simón y sus amigos coincidían con nosotras en el mismo lugar. Claro que a mi amiga no le molestaba, pero a mí si, no era una niña para tener a mi hermano detrás.

—Podemos ir los cuatro, si.

Secretos de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora