Capítulo 8

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ALYSHA

Me miré por última vez en el espejo, el vestido que traía puesto encima solo lo define dos palabra: precioso y costoso. Muy costoso.

Cuando había entrado a la habitación, luego del momento extraño en el despacho de Damián, en la cama se encontraban esparcidos desde todo tipo de cosméticos hasta el vestido, junto a los zapatos.

Esto es totalmente ridículo. –pensé en aquel momento.

Bajé la mirada y el destello del anillo brillante atrapó por completo mi atención. Sonreí como boba. Luego de haber pensado las cosas mejor, no estaba nada mal que yo usara el anillo, y sobre todo tampoco estaba mal jugar un momento a la esposa feliz.

La puerta de la habitación se abrió y se cerró rápidamente, distrayéndome de mis pensamientos. Miré en esa dirección para encontrarme a un sexy Damián caminando en mi dirección, se paró a unos cuantos pasos de distancia. Lo miré de arriba abajo.

Vestía un impecable traje negro con una corbata de moño del mismo color. La camisa de color blanco tapaba la piel de su pecho, y su pelo se encontraba suelto, cayendo lacio y perfecto sobre su ancha y trabajada espalda, hasta su cintura. Llevé mis ojos a los suyos los cuales me miraban  de una manera bastante interesante.

—Estoy lista. —hablé saliendo de mi trance, el cual siempre aparecía cuando él se encontraba enfrente de mí.

—Te ves preciosa. —Comentó, haciendo caso omiso a lo que dije.

—Gracias, tú igual. —Miré al lado contrario, sintiendo mi cara arder, lo cual me indicaba que debería estar roja como un tomate. Me aclaré la garganta y respiré despacio.

—¿Nos vamos? —volví a mirarme en el espejo y si, estaba totalmente roja.

—Claro.

Caminé los pocos pasos que me alejaban de él. Al llegar a su lado me ofreció su brazo, el cual acepté educadamente, mientras agarraba su bicep con mi mano. Maldito sea su perfecto cuerpo.

Ambos salimos de la habitación. Un hombre que se encontraba al lado, vestido de un uniforme negro como el que había visto antes, al vernos se apresuró a cerrar la puerta con llave antes de volver a ponerse en la misma posición que antes estaba.

—Es para que nadie entre. —Asentí a la repuesta que me había dado sin siquiera preguntar. Sólo habían dos formas: o mi rostro era muy expresivo, o él sí tiene el don de adivino.

Empezamos a bajar la escalera, la suave música se hacía cada vez más presente y el volumen subía mediante íbamos bajando con cuidado. De un momento a otro, personas con trajes empezaron a aparecer en mi campo de visión. Mujeres con vestidos lujosos, algunas acompañando a los hombres, y otras hablando con otras mujeres mientras hombres de trajes negros estaban detrás de ellas.

No solo los hombres manejan este negocio, también las mujeres.

—¿Alysha?

—¿Si? —giré mi cabeza hacia Damián.

—No hables con nadie con el cual te sientas incómoda, y no aceptes ninguna bebida que no sea de mi o de Jess. —Se detuvo y yo lo hice con él a la mitad de la escalera. Tomó mi mentó entre sus dedos, una sonrisa apareció en sus labios. —Sólo beberás agua, jugo u otra cosa que no contenga alcohol, es lo que Jess y yo te ofreceremos. Ah, y otra cosa: no te alejes de mí, ¿entendido?

—Entendido. —Dije rápidamente ante sus ojos que me suplicaban.

—Bien, ¿estás lista? —Asentí. Él volvió a ofrecerme su brazo y yo volví a agarrarme de él.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora