Capítulo 24

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DAMIÁN

—Lindo tatuaje. Alysha.

Sonreí sintiendo la caricia de sus dedos por encima de la piel donde estaba mi corazón. Tomé su mano entre las mías y besé su dedos, tomándome mi tiempo para morder las yemas. Se rió.

—¿Te gusta? —pregunté aún besando sus dedos.

—Sí. —susurró. Yo me reí entre dientes.

—Lo que te hago no, nena, el tatuaje. ¿Te gusta?

—Ah, sí, me gusta también. —Dijo, poniendo más atención al tatuaje esta vez.

El tatuaje me lo había hecho un día después de llegar a la isla, como que había recibido esa inspiración del cielo y había mandado a buscar a la única persona que podía tatuar mi cuerpo.

Era totalmente sencillo. El nombre de Alysha estaba de primero, y en el centro al lado del nombre un anillo con diamante, seguido del nombre que ella había elegido para el niño: Noah; y el que yo había elegido para la niña: Mya. Los nombres de los niños llevaban cada uno un sonajero de diferente forma y colores.

—Mya...—susurró, tocando el nombre.

—¿Te gusta? —volví a preguntar por segunda vez.

—Sí. —sonrió y luego frunció el ceño. —¿Qué pasa si yo no hubiera aceptado el nombre? —Me encogí de hombros y sonreí.

—Sabía que te gustaría.

—Estás muy seguro de ti mismo. —dijo con esa hermosa sonrisa.

Solté una carcajada, para luego volver a atraerla a mis brazos, amarla de nuevo, susurrarle palabras al oído y sobre todo, decirle cuanto la amo.

No me quedaba mucho tiempo.

***

Abrí mis ojos, escuchando una música sonar. Miré a los lados y Alysha no estaba en la cama. Me levanté para luego colocarme unos pantalones de chándal negros.

Al llegar al salón, la vista más hermosa me hizo sonreír. Alysha estaba de espalda a mí, tratando de cambiar la canción.

De repente, empezó a sonar Romeo Santos con Sobredosis. Sabía el nombre de la canción por Alysha, al parecer le gustaba mucho, y yo había tratado de aprendérmela . Digo, no es nada difícil al tenerla cantándola todos los días.

Me acerqué y tomé, para atraerla hacia mis brazos. Mi pene saltó a la vista de mi hermosa mujer, y cuando me sonrió no pude evitar inclinarme y besar sus labios, y luego empecé a tararear mientras empezábamos a movernos lento.

Tiemblo a sentir tu narcótico efecto, que se me exploten los sesos, del placer tan intenso...—pude ver su sonrisa antes de que pusiera su cara en mi pecho. —Amárrame a tu espalda, yo me presto, en tu escuelita dame clases de placer. Bebé, yo quiero ser un alumno en tu pecho, voy a volver a mi niñez. Quiero morir en tu interior, juro que me perdone Dios, si estar contigo es un delito, hago mil años en prisión; ya adivinaste el crucigrama...—seguíamos moviéndonos despacio. —...y tú eres provocación.

Alzó su hermoso rostro y sus ojos brillaban de deleite.

—Eres malo hablando español. —susurró con una sonrisa antes de ponerse de puntas y tratar de besarme. No la dejé. Puso sus manos en mi pecho desnudo, y su sonrisa se hizo más grande.

Y yo seré tu esclavo, y si es a tu lado, muero feliz —Terminé de susurrar.

Esta vez fui yo quien la besó. Sus labios contra los míos, bailando. La apreté contra mí y jadeó, eso sólo sirvió para empujar mi lengua en ella.

Gruñí cuando alguien tocó la puerta, odiando a cualquiera que estuviera interrumpiendo, para luego a regañadientes dar una a última probada de sus sabrosos labios y separarme lentamente, muy dolorosa y lentamente.

—Tengo que atender, bebé. —Ella asintió y me dio un último beso antes de irse a la cocina. Me quedé mirando su hermoso trasero hasta que desapareció, doblando la esquina.

Llegué hasta la puerta y la abrí para encontrarme con Sam, sentí como toda la sangre de mi rostro me abandonó y empecé a sentirme mareado. Sam estando aquí no era nada bueno, y sólo significaba una cosa.

—Tenemos que hablar. —Lo que me temía.

—Maldición, no...— empecé a decir, pero él me cortó.

—Cállate y escúchame, pedazo de idiota...—apretó los dientes y sentí la ira empezando a nacer dentro de mi. — Vas asustar a Alysha. ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres a tu mujer inquieta? —Dio un paso dentro de la casa. —A tu oficina. Ahora.

Él entró sin decir otra palabra, yo apreté el pomo de la puerta más fuerte. No me gustaba esta mierda.

—¿Quién era, cariño? —Alcé la vista para ver la cabeza de Alysha desde la cocina. Rápidamente me obligué a sonreír y mantenerme sereno.

Esto es por ella, me recordé.

—Sólo es Sam. —sus ojos se abrieron, revelando la sorpresa. Me aclaré la garganta, tratando de bajar el nudo que se había formado allí. —Está aquí por trabajo, ya sabes. —Me encogí de hombros como quien no quiere la cosa, y ella alzó una ceja en mi dirección.

—¿No podía esperar hasta que llegáramos a casa, o hablar con Jess? ¿Incluso llamar por teléfono? —Demasiado inteligente mi mujer.

—No, cariño, es algo que necesita de mi atención. —Ella asintió lentamente y esperé que yo haya sido lo más convincente.

Entrecerró los ojos y luego asintió más convencida. Yo cerré la puerta y llegué donde ella, besé sus labios y me encaminé hasta la oficina. Cada paso que daba sentía que estaba más cerca de la muerte.

Resoplé.

Literalmente estaba cerca de la muerte.

Llegué a la oficina y cerré la puerta con seguro detrás de mi. Sam ya se había sentado y servido un trago de lo que parecía ser mi muy costoso Whisky.

—Vayamos al grano. — Dijo cuando entré en la habitación. Tomé asiento rápidamente enfrente de él. —Sara me mandó, no queda más tiempo.

—Alysha sólo tiene seis meses de embarazo, quedamos que cuando ella cumpliera siete meses. Todavía me queda un mes.

—Se adelantaron las cosas, Damián. —Dijo antes de tomar todo el contenido del vaso de un sólo trago. —Las palabras de Sara fueron las siguientes: "Espero que entienda que se adelantaron los planes y que no importa si no está de acuerdo, aún así lo mataré, delante de quien sea. Y eso incluye delante de su mujer."

Ella malditamente lo haría sin importar lo que dijera, esto estaba mas allá de cualquier misión. Habían dos bebés en peligro.

Mi temperamento me ganó, me levanté del asiento y estrellé las copas contra la pared. No me importaba el ruido, la oficina estaba totalmente insonorizada. Sam ni siquiera pestañeo, pero se levantó y se acercó a la puerta

—Tal vez no sienta la impotencia con la que sé que estás luchando, pero créeme, haré todo lo posible por ayudar a que esto sea más llevadero. Estaré en una de las habitaciones. Mañana partimos de aquí. —Y con esas palabras salió de la habitación, dejándome revolcarme con mi miseria.

Luego de lo que pareció minutos mirando a la puerta, volví a tomar asiento, apoyando los codos en la mesa y dejando mi cabeza entre mis manos.

No había nada que pudiera decir, al final la protección de mi familia estaba primero que todo. Sabía de ante mano que Alysha me odiaría al enterarse de lo que había hecho, pero prefería soportar su dolor que verla morir por mi culpa.

Era mi falsa muerte y soportar su ira por algunos meses, o morir todos en un futuro cercano.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora