ALYSHA
Un mes después.
Tracé con cuidado la cadenita de oro que estaba alrededor del cuello de mi hijo, esa que Damián había mandado hacer para cada uno de ellos. Mi pequeña Mya estaba durmiendo plácidamente, pero su bello hermanito Noah me miraba con sus ojitos negros, como los de su padre.
Un mes ya había pasado desde que había dado a luz a mis pequeñitos. Por lo tanto, había tenido una semana para acostumbrarme a los extraños cambios de tener que despertarme a la hora en que escuchaba un grito.
Jenniffer y mi mamá se comportaban como dos ángeles tratando de ayudarme, ambas habían hecho su camino a las habitaciones de invitados que tenía mi casa para ayudar lo más que podía con los bebés. También Jess se había mudado; no sé con cuál propósito, pero lo había hecho. Cuando lo vi con una maleta y entrando a la casa como si fuera el jodido rey de la casa, simplemente dijo que era por protección, y yo me encogí de hombros. Disfrutaba de su compañita aunque nunca lo admitiera delante de él.
Me impulsé suavemente hacia adelante y atrás en la mecedora, y no me tomó más de cincos minutos conseguir que Noah se durmiera. Colocando un suave beso en su frente, me levanté para dejarlo en la cuna.
Encendiendo el monitor de la habitación, tomé el de la cómoda y salí de la habitación hacia la cocina. Cuando iba bajando las escaleras, la puerta del enfrente se abrió y Jess entró con una caja en manos, y al verme sonrió.
—Ahí estás. Tengo algo para mis sobrinos. —Puso la caja con cuidado en el suelo. —Ven, acércate. —me apuró.
Terminé de bajar los escalones y me acerqué con cuidado a la caja, arrodillándome junto a Jess.
—¿Qué es? —pregunté con cautela.
—Sólo abrelo, Alysha. —Frunciendo el ceño, abrí la caja con cuidado, y jadeé ante lo que vi.
Un pequeño cachorro Pastor Alemán dormía plácidamente en la cajita, y al escuchar el movimiento y por supuesto mi jadeo, sus ojitos se abrieron.
—Oh, Jess... no tenías que hacerlo.
Me levanté con el cachorro en manos, y Jess imitó mi movientos. Abracé al perrito a mi pecho.
Miré a Jess quien ahora tenía la mano en la nuca y estaba algo ruborizado. Él iba a decir algo, pero nunca tuvo la oportunidad, porque tanto Jenniffer como mamá entraron en la habitación.
—Oh, Aly... ¡que lindo perrito! —exclamó mamá acercándose a mi lado.
—Jess los trajo para los gemelos.
—Que lindo de tu parte, Jess. —esta vez habló Jenniffer y le dio una mirada que no entendí. En su lugar, le pregunté a Jess:
—¿Killian está aquí?
—Te está esperando en el porche, junto a Skylar—dijo, mientras aún miraba a su mamá.
Dejé al perrito con mi mamá, no si antes darle también el monitor de los niños, y me moví rápidamente hacia el porche. La casa tenía una zona delantera construida a un lado de la casa, consistía en un quiosco de madera, con muchas flores alrededor haciéndolo ver como un pequeño paraíso en la tierra.
Ya Killian y Skylar estaban ahí con limonada sobre la mesa, y no dudé ni un segundo en que Jess las había conseguido.
El pelo rubio de Killian era movido por la brisa, haciéndola ver como una modelo lista para una foto junto con sus grandes lentes de sol a la moda; y Skylar, vestida con un traje de oficina me hizo saber que venía del trabajo, su cabello negro totalmente lacio brillaba desde donde estaba.
—Mírate, si ya te ves como toda una mamá.
Sonreí y negué con la cabeza. Killian nunca cambia.
—¿Cuándo piensan tú y Jess tener los suyos? —Tomé asiento en frente de ambas y agradecí cuando Skylar me entregó un vaso de limonada. Cuando sorbí, casi escupo todo. Escuché la suave risa de Skylar y la estruendosa de Killian. —Mierda, se supone que no puedo tomar alchol, estoy amamantando.
Killian despidió el comentario con un gesto de mano.
—¿Y ahora, de qué querías hablarnos?
—Si, lánzalo, chica. —dijo Skylar, cambiando el vaso. —Toma. Este sí es limonada.
—¿Están tratando de emborracharse?
—Algo así. —Dijo, antes de volver a beber de su vaso.
Hice un puchero porque ellas pudieran beber y yo no. Tomando un trago de mi bebida sin alchol, les compartí mi inquietud.
—En el parto sentí cosas raras...
—Dos bebés saliendo por tu vagina son algo raro para sentir. —me reí ante eso.
—No es de eso que hablo, Killian. —Dije, luego de haberme calmado.
—¿Entonces de qué?
—Había un hombre, de ojos verdes en la sala de operaciones...
—¿Doctor? ¿Enfermero? —ofreció Skylar.
—No, no era ninguno de ellos. Este se sentía inusual, hasta besó mi frente cuando tenia ambos bebés en brazos, como si fueran de él o algo así. —Traté de explicarles cómo me habia sentido, pero creí que estaba fallando a lo grande dado por sus caras de absoluta confusión. —¿Saben qué? Olviden lo que dije, sé que no me van a entender.
—Cariño... —Killian tomó mi mano en la suya, con la otra frotando mi mejilla. —sé que lo extrañas...
—No, no es eso...
—Sí lo es, Alysha. —esta vez fue Skylar quien habló. —Y aún no sé porqué tratas de ocultarlo. Digo, es normal, y si no estuvieras así, diría que no habías estado enamorada de Damián.
—Eso no explica nada.
—Sí lo explica. Lo extrañas tanto, que en ese momento no pudiste evitar imaginarlo ahí.
No dije nada, porque en una parte ella tenía razón, extrañaba tanto a Damián.
Al parecer dejé que mi expresión de dolor se mostrara. Ambas se colocaron a mi lado y me abrazaron, mientras las lágrimas caían por mis mejillas. Y, estaba tan concentrada en mis pensamiento, que en ningún momento recuerdo haberles dicho que el extraño se sentía como Damián.
***
Dos horas más tarde, estaba con unas muy borrachas Killian y Skylar, a lo que me vi obligada a decirle a Jess que vieniera por ambas mujeres.
Sam se había aparecido para recoger a Skylar. El hombre era algo espeluznante, con esos ojos locos que a veces sentía que eran demasiado tristeza, pero brillaban con amor hacia mi amiga.
Y Jess simplemente sonrió mientras Killian mascullaba algo acerca de sexo intenso.
Simplemente negué con la cabeza y me quedé mirando a ambas parejas desaparecer, cada uno siguiendo su camino.
Suspiré y entré en casa, tratando de concentrarme en mis hijos, sabiendo que en algún momento, yo había tenido los que mis amigos tienen ahora.
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Embarazada de un mafioso
Action¿A quién se le ocurría salir a perder su virginidad a un club nocturno? Exactamente, a ésta estúpida. Y como todo lo que se hace sin ser consciente de lo que puede traer esa acción en el futuro, todo eso trae su consecuencia, y la mía, lamentablemen...