Capítulo 16

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ALYSHA

Volví a abrir los ojos por quinta vez en la noche al escuchar un ruido. Los rayos ya no estaban cayendo y había dejado de llover. Una silueta negra empezó a moverse haciendo que me cuestionara acerca de mi salud mental, pero toda esa inseguridad se fue cuando Damián se levanto de un salto y el sonido de un tiro resonó en la habitación, haciendo que la silueta cayera al suelo.

—Mal.di.ción.

—Toma el arma, Alysha. —Sentí algo en mi brazo y lo tomé. —No te levantes. —susurró. —Cualquier cosa disparas.

—Pero...

—No me cuestiones, en esto no. —No dije nada y guardé silencio.

A pesar de que todo estaba oscuro, pude ver cómo se movía sigilosamente en la habitación gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana.

La puerta volvió abrirse y lo vi haciéndose a un lado, dejando que el intruso entrara en la habitación. Él no lo pensó dos veces y disparó, aunque esta vez el disparo no sonó, por lo que supuse que le había puesto un silenciador a la pistola.

Ignorando todas las advertencias de Damián, me levanté de la cama y me coloqué detrás de él.

—Maldita sea, Alysha, ¿no puedes quedarte en la puta cama? ¡Estás embarazada! —A pesar de que susurró, su tono era de pura molestia.

—Puedo ayudar. —dije sin más, susurrando también.

—Maldita sea... —murmuró. —Ve al armario y saca la radio, mira a ver si puedes comunicarte con alguien, no enciendas las luces hasta que esté cerrada la puerta.

—Hmm...

—Ve, Alysha. Y te quedas ahí.

Como Dios me ayudó encontré el armario, no sin antes haber pisado algo tibio, lo cual supuse de repente que era sangre. Maldición.

Al entrar en el armario, cerré despacio detrás de mí y las luces se encendieron por sí solas. Rápidamente busqué la radio entre sus cajones, al encontrarla intenté comunicarme con alguien como me había enseñado Damián, pero nadie contestaba.

Luego de lo que parecieron media hora, Damián entró en el armario, sobresaltándome. Su pelo estaba amarrado en una trenza y su torso estaba salpicado por un poco de sangre. Recorrí rápido su cuerpo, para darme cuenta que esa sangre no era de él.

—¿Pudiste?

—No, nadie contesta.

—Lo que me supuse.

Él pasó a mi lado y abrió un cajón, antes de sacar lo que era un chaleco antibalas... Lo reconocí porque me lo había puesto en las prácticas. Cuando me lo entregó me lo puse sin decir una palabra.

Me entregó un silenciador y un pequeño bolso con balas, antes de hacer lo mismo con él.

—¿Qué está pasando? —Él suspiró y se dio la vuelta, y antes de que pudiera registrarlo, sus labios estaban encima de los míos, besándome con dulzura y transmitiéndome paz que yo suponía él no estaba sintiendo. Al separarse de mí, se agachó hasta que estuvo a la altura de mi panza. Lo miré murmurar algo, antes de sentir sus cálidos labios. —Damián... —Él se levantó y empezó a hablar.

—Alguien de mis hombres me ha vendido. —susurró. —Tengo que salir y buscar mi teléfono celular que está abajo para llamar a Jess quien se estaba quedando en casa de Killian,mientras tanto, tienes que quedarte aquí arriba. Tienes un arma y balas, úsalas si cualquiera intenta entrar aquí.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora