Capítulo 12

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DAMIÁN

Dos días después de que le había hecho una pregunta a esa mujer que lo volvía loco, Damián se encontraba sentado en el sillón de la casa de Franco Silut, hombre que había matado a Jocelyn, la mamá de Cristiano, uno de sus buenos amigos.

Las cosas desde ese día no se encontraban para nada bien. Pensando que el viaje lo podía distraer de sus malditos pensamientos que siempre conducían hacia Alysha, lo cual, lamentablemente, no lo había conseguido.

Dejó de pensar cuando la puerta se abrió antes de que las luces fueran encendidas. La cara de Franco hizo sonreír a Damián, el hombre había sido advertido.

—Franco, hombre, no te quedes ahí. Vamos, pasa... estás en tu casa. —Sonrió cínicamente.

El hombre lo miró de manera desafiante, y no era de esperar menos, es lo que normalmente se hace cuando alguien está en tu casa y no sabes quién es. Mentira. Normalmente salías corriendo y empezabas a gritar. Eso lo haría alguien normal y corriente, pero Franco no era nada de eso. Él tenía cola que le pisen.

— ¿Quién eres tú? —Damián resopló antes de poner sus ojos de color negro intenso encima de la silueta de Franco.

— ¿Desde cuándo puedes tutearme? 

—Desde que has pisado mi casa sin mi consentimiento y permiso.

—Tienes razón. —Damián se puso de pies y empezó a  caminar como si de su casa se tratase. —Pensé que para ser un alto funcionario, y sobre todo, una personas sucia... —Damián detuvo sus palabras al igual que sus pies y lo miró, con una sonrisa de disculpas. —no lo tomes a mal, digo sucia en el ámbito de que ambos trabajamos en el mercado de las drogas. —Hizo una mueca, haciéndose el ofendido. — ¿O me equivoco? —Los ojos de Franco por un momento se abrieron antes de volver a su estado de normalidad.

—¿Quién eres tú?

—Oh, ¿no te había dicho? Lo siento por mi falta de educación. —La sonrisa que Damián le regaló fue algo más como de un depredador sonriendo a su presa. —Mi nombre es Damián Donohue. Tendré el placer de asesinarte hoy. —Explicó sin más, mientras se arreglaba el gemelo de la camisa.

—¿De qué diablos hablas? —Preguntó bruscamente Franco.

Jess salió del lado derecho de donde estaba parado Franco aún con la chaqueta de su traje en manos.

—No entiendo qué vio Jocelyn en ti. —Habló, poniéndose detrás de Franco. Éste dio un salto y se dio la vuelta, mirando a Jess con desconfianza. —Eres gordo, enano y calvo. —bufó. —Tantas veces que coqueteé con ella y no me miró, simplemente porque era un niño. ¿Pero, tú? ¡Vamos, hombre! —se cruzó de brazos — ¿Que hiciste... —lo miró de arriba abajo. —para que se fijara en ti?

Franco dio unos pasos hacia atrás, chocando con una mesa en el proceso, lo que lo detuvo de su huida.

—Yo no hice nada. —habló lentamente.

—¿Nada? —preguntó Damián, acercándose al hombre.

—Mirad, muchachos, yo no he hecho nada, así que no sé porqué están aquí.

—Es fácil. —respondió rápidamente Damián. —Mataste a Jocelyn, y eso trae consecuencias. Mi amigo, su hijo, está muy enojado.

Damián se quitó la chaqueta azul del traje y la se la dio a Jess, quien le entregó una semi automática. Se arremangó la camisa y sonrió al hombre tembloroso que estaba enfrente de él.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora