Capítulo 29

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ALYSHA

Mya y Noah miraban al perro de una manera graciosa desde sus sillas de suelo para bebés de solo un mes y varios días. El perro, al cual le había puesto por nombre Casper, miraba con alegría a los niños.

Miré fascinada cómo Noah extendía una mano tratando de alcanzar al perro, Casper tomó eso como una señal y puso su hocico en la mano.

Suspiré. Los niños y yo estábamos prácticamente solos, excepto por los guardias de seguridad.

Jess y Killian habían salido en una cita, lo que aproveché para mandar a Jenniffer y a mamá a hacer algo para que no estuvieran encerradas en casa.

El timbre sonó y yo fruncí el ceño. Nadie sabía de esta casa, excepto los que sí debían de saber y ninguno de ellos tocaba el timbre.

Miré a los niños y extendí la mano detrás del cojín del mueble donde estaba sentada, cerrando los dedos en el metal frío, antes de ponerme en pie. La vida me había enseñado de mala manera a siempre estar protegida por cualquier cosa que vaya a pasar.

Rápidamente hice mi camino hacia la puerta, no sin antes chequear a los niños por última vez. Miré por la mirilla de la puerta, y la persona que estaba en frente estaba de espalda a mi.

Toqué el botón que me comunicaba con el equipo de seguridad. Lo bueno de haber sido la casi al esposa de un mafioso, es que no se pensaba a la hora de gastar dinero en seguridad, y por supuesto, la puerta bloqueaba cualquier sonido para que no saliera de la casa.

—¿Sí, señora?

—Turner, ¿quieres explicar quién está en frente de mi puerta? —Hubo una risa ronca de su parte.

—Creo que debería verlo por usted misma, ya que yo mismo no lo creo. —suspiré.

—Espero que no me arrepienta, Turner. Sino, pondré una bala en tu culo.

—Como usted diga, señora.

Volví a mirar por la mirilla, pero nada. La persona seguía de espalda.

Palpando por última vez el metal en la cinturilla de mis pantalones, abrí la puerta.

DAMIÁN

Abrió la puerta. Y por poco mi corazón se para.

Alysha es la mujer más hermosa que he visto en mi vida.

Sus hermosos ojos me miraban de modo interrogante, su cabello negro largo y espeso, ese que recordaba bastante bien entre mis puños a la hora de tener sexo salvaje, estaba suelto. Vestía unos pantalones de chándal negro, donde podía ver claramente el contorno de la pistola. Casi reí ante eso. Mi bebé no había aprendido mucho.

La camiseta era del mismo color que los pantalones, esa camiseta que se estiraba en su delicioso pecho. Pechos que estaban grandes y que, por supuesto, daban de comer a mis hijos. Mis hijos eran totalmente suertudos.

Ambos nos quedamos mirándonos por unos segundos, y sabía que ella no podía reconocerme porque aún seguía con los lentes de contacto, y me había dejado crecer la barba.

—¿En qué puedo ayudarlo? —abrí la boca para hablar, pero un grito agudo desde el salón de la casa que conocía como la palma de mi mano, sonó.

Mis hijos tenían unos pulmones de oro.

Alysha, se dio la vuelta y se apresuró dentro de la casa, dejando la puerta abierta.

Nota mental: azotar el trasero de mi mujer por dejar la puerta abierta.

La seguí adentro y, hablando de traseros, este era el totalmente delicioso.

Cerré la puerta y no creo que ella no lo haya notado. Llegué donde estaba ella para verla arrullando a Mya en su pecho.

—Tranquila, mi amor. Mami está aquí. —Susurró para la niña, pero pude oírla. Luego de lo que para mí fueron como veinte minutos, -podría pasar la vida entera viéndola con nuestros hijos- volvió a hablar con mi hija, pero en un tono más bajo. —Eso es, mi niña. Tengo suerte de que Noah siga durmiendo aún. —La dejó cuidadosamente en el asiento de nuevo, aún seguía de espalda.

Y el sonido de mi voz me sorprendió, ya que no pretendía hablar:

—Hemos hecho unos bebés hermosos.

Pude ver cuando mi voz penetró en su cerebro, y sus hombros se pusiero tensos.

Lentamente se dio la vuelta. Fue una buena cosa que Mya estaba en su asiento, ya que Alysha se desmayó.

ALYSHA

Abrí mis ojos algo desconcertada y miré hacia los lados. Estaba en el sofá de mi casa, pero por mi bien no podía recordar cómo llegué aquí.

Alguien pasó su mano por mi cabello y me estremecí.

—Aly...—Esa voz... No me la había imaginado.

Me levanté de un salto del sofá, maldiciéndome luego por haberme movido tan rápido. El extraño que estaba pensando seriamente que tenía la misma voz que Damián me sujetó antes de que cayera. Cuando me recompuse, me alejé de su toque.

—¿Quién eres y qué haces en mi casa? —pregunté, enfrentándolo,

—Aly...

—¡¿Quién diablos eres?!

—Alysha, cálmate, vas a despertar a los niños.

¡Oh, Dios, los niños! Busqué a mi alrededor y vi a mis angelitos que aún estaban durmiendo, y el perro estaba a su lado.

Hice una mueca. Casper no sería de mucha ayuda si cualquier cosa pasara, pero bueno.

Me volví hacia el extraño.

—Aún no ha respondido a mi pregunta.

—Soy yo. Damián.

No, no, no, no, no, no... Damián estaba muerto...¿Verdad?

—Damián está muerto.

El extraño llevo sus manos a los ojos e hizo algo antes de volver a mirarm...no, malditamente no.

Esos ojos, esos mismos ojos que había extrañado me estaban mirando, y casi me desmayo antes sus palabras.

—No, no estoy muerto, Alysha.

Mi mano simplemente voló, y no me di cuenta de lo que hice hasta que ya fue tarde.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora