Capítulo 20

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ALYSHA

¿Apoyada contra el mostrador esperando que me llegara alguna señal divina? No, no funcionó para mi, así que volví con Damián a la cama, quien me recibió gustosamente a pesar de estar algo a dormilado. Extendió sus brazos hacia a mí, atrapándome en ellos, envolviéndome con su calor.

***

Despertar en los brazos de Damián era la mejor cosa en todo el mundo.

Sentir su cuerpo caliente dándole calor al mío hacía que mi corazón también se calentara con un sentimiento que no podía describir.

Pero, ¿despertar con Damián regalándome besos por todo el rostro mientras una mano acariciaba mi cabello? Eso era algo que no podía describir simplemente con palabras.

—Hmm...—Abrí los ojos lentamente antes de volver a cerrarlos cuando Damián tomó posesión de mis labios, haciéndome delirar.

—Buenos días. —murmuró contra mis labios para luego empezar un camino de besos por mi cuello.

¿Buenos días? ¡Diablos! He dormido mucho.

Tomé un puñado de su cabello entre mis dedos para halarlo despacio, recibiendo un gruñido por su parte.

—Al parecer despertaste caliente hoy. —Sentí como su lengua salió a encontrarse con mi piel. —Tanto que te has olvidado del aliento mañanero.

—No me interesa, hueles bien.

—¿Quién te dijo que hablaba de mi? —me mordí el labio inferior para no soltar una risa ahí mismo.

Lo sentí tensarse encima mío antes de que sintiera como mi estomago se ondulaba por la risa. Sus ojos negro, esos que tanto amaba, se posaron en mí con un poco de diversión. Antes de que pudiera registrarlo, me encontraba sobre mis manos y rodillas.

—Al parecer despertaste chistosa el día de hoy. —se burló de mí.

—Como no te imaginas. —Me tensé cuando sentí una de sus manos chocar contra mi trasero, enviando corrientes hacia mi clítoris. Maldita sea, no sabía si me había gustado o no. Luego, otra palmada cayó en el lado contrario de donde había caído la primera, para luego ser seguida de otra, y de otra. —¿Qué haces? —pregunté sin aliento.

Lo sentí moverse detrás de mí antes de pegar su cuerpo al mío, haciéndome consciente de lo duro que estaba y la falta de su ropa.

—¿No te gusta? —No respondí. Sus manos vagaron desde la parte trasera de mi rodilla hasta conseguir meterse entre mis bragas. Sus ágiles dedos se abrieron paso entre los pliegues de mi sexo, acariciando a través de la humedad. Solté un pequeño gemido. —Tomaré esto como un sí.

Labios firmes y a la mismas vez suaves dejaron besos húmedos en la parte trasera de mi cuello, antes de que su lengua saliera al encuentro y siguiera un camino hasta donde estaba el borde de mis bragas. Él las sacó, dejándome completamente desnuda ante él.

—No sabes lo que me encanta ver tu pequeño culo dulce, me dan ganas de morderlo.

Cerré mis ojos, apretándolo con fuerza, consciente de lo mucho que me habían afectado esas simples palabras.

—¿Quién te lo impide? —las palabras salieron de mi boca sin poder detenerlas, quise retractarme, pero ya era tarde. Él se rió entre dientes.

—Tienes razón, nadie me lo impide. —Pero no estaba preparada para lo que vino a continuación. Él me mordió. Me mordió fuerte en la mejilla izquierda de mi trasero, antes de que su lengua calmara el lugar afectado. Y que me maldigan si no disfruté cada segundo de eso. —Date la vuelta. —Ordenó e hice lo que dijo. —Y ahí está, el desvelo de mis noches.

Embarazada de un mafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora