ALYSHA
—Necesito tiempo. —Damián estaba de espalda a mí mientras se arreglaba la ropa, luego de haberme limpiado cuidadosamente con una toalla. Dejó lo que estaba haciendo y se giró hacia mí, como si hubiese visto al mismo diablo.
Quise reír, porque estaba totalmente segura que esa misma expresión debí de haber tenido cuando me di cuenta de quién era realmente.
—¿Tiempo? —preguntó mientras arreglaba su cinturón, aún con su mirada puesta en mí.
—Sí, ya sabes, esa cosa...tiempo. —me moví inquieta de un lado a otro.
—¿Cuánto tiempo? —demandó con un gruñido.
No sé de qué diablos se estaba quejando.
—El tiempo que crea conveniente y necesite. —dije rotundamente.
—No lo sé, esta cosa de tiempo...
—No te estoy pidiendo permiso, Damián, simplemente te lo estoy advirtiendo. —Él no dijo nada, simplemente se quedó mirándome por un largo tiempo, como si estuviera loca. Tal vez lo estaba.
—Bien, pero seguiremos teniendo sexo. Mucho sexo. —Dijo mientras se acercaba hacia a mí de manera lenta.
Me burlé.
—Creo que nunca has hecho esto del tiempo.
—No. —admitió, encogiéndose de hombros.
—No habrá sexo, no habrá contacto sexual entre tú y yo. —dije mientras bostezaba, estaba cansada y él lo notó.
—Vamos a la habitación, estás cansada y no me vendría mal acurrucarme con mi cálida y futura esposa.
—No, eso no va de esa manera...
—No me importa, Alysha, no te estoy dando tiempo. —Sus manos fueron hacia mis mejillas y me dio un beso moja bragas. —Joder, estoy duro de nuevo. —gruñó, embistiendo sus caderas contra las mías, su ereccion dura y grande.
Toma una de mis manos y la lleva hacia su polla. Empiezo a acariciarlo con mimos, porque siendo sincera conmigo misma, había extrañado su polla.
Sus labios se hicieron cargo de mi cuello, besando y mordisqueando mi piel, y dejé escapar un gemido. Lamentablemente ya no me acordaba el porqué estaba enojada con él.
—Hmmm...extrañé esos deliciosos sonidos, cariño. —apreté su polla en mi mano. —De rodillas. Necesito esa deliciosa boca tuya en mi polla, ahora. Y quítate la camisa, necesito ver esas tetas.
Quedé de rodillas delante de él, mis ojos a la misma altura que su pene. Quité mi camiseta y mi sostén de nuevo. Dejé un par de besos por encima de su pantalón, recibiendo un gemido de su parte, y me hice cargo de su cinturón, pantalón, y bóxer, para tomar la pesada carne en mis ansiosos dedos.
—Di 'a', cariño, voy a alimentarte. —Jadeé mientras introducía su gruesa carne en mi boca. —Eso es, gatita... tómalo todo.
Joder, amaba la forma en que me hablaba totalmente sucio.
***
Saciada -luego de haber tenido sexo tres veces- me estiré en la cama y miré de manera perezosa como Damián se hacía cargo de todo antes de llegar y tomar el lugar a mi lado, en la cama.
—Ven aquí. —dijo mientras me tomaba en sus brazos y me enjaulaba con su cuerpo. Su boca fue a mi oreja mientras una de sus manos me acariciaba el trasero. —No te estoy dando tiempo cariño.
Y si era totalmente sincera, yo tampoco lo quería.
***
Me desperté cuando el sonido de un llanto se registró en mis odios. Damián murmuró y dejó un beso en mi cabeza.
—Voy por ellos.
Asentí, suspiré y me levanté para ponerme algo de ropa. Cuando Damián llegó con ambos bebés, ninguno estaba llorando.
Me acerqué y tomé a Noah de sus manos y le dejé a Mya, quien estaba embobada mirando a Damián mientras la sostenía contra su musculoso pecho. Suspiré. La vista era hermosa.
Noah empezó a moverse inquieto, reclamado mi atención. Miré esos hermosos ojos negros que brillaban hacia mí y besé su cabecita, encontrando reconfortante su olor de bebé.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —pregunté a Damián, quien levantó la vista de Mya.
—¿A qué te refieres?
—Con nosotros.
Él sonrió y se acercó hacia mí, con cuidado de no chocar ambos niños que aún estaban en nuestros brazos. Besó mis labios dulcemente y murmuró:
—Vamos a vivir.
ESTÁS LEYENDO
Embarazada de un mafioso
Acción¿A quién se le ocurría salir a perder su virginidad a un club nocturno? Exactamente, a ésta estúpida. Y como todo lo que se hace sin ser consciente de lo que puede traer esa acción en el futuro, todo eso trae su consecuencia, y la mía, lamentablemen...