ALYSHAEstúpido doctor. Una revisión vaginal, ¿enserio?
—Debes tomar estas vitaminas. —lo miré frunciendo el ceño. —Eso es todo. —Rápidamente recogió las cosas y lo echó en un pequeño maletín con ruedas antes de desaparecer de nuestras vistas.
La habitación estaba en un silencio algo tenso, Damián miraba la hoja con las vitaminas inscritas en ella. Me levanté despacio de la silla, y me di la vuelta para irme de la habitación donde daría a luz a mi hijo. Sin embargo, su voz me detuvo.
—Alysha, vuelve a sentarte por favor, tengo que comentarte algo.
Me di la vuelta y volví al lugar de antes. Él dejó la hoja en el bolsillo de su pantalón antes de que sus ojos negros me miraran con total tranquilidad.
Es a ti a la única que el altera. Es en ti que él tiene el efecto. No tú en él.
Exacto.
—A partir de mañana no estaré en casa. —sentí mi estómago revolverse. ¿Se iría por que le dije que no a su propuesta de casarnos? —Tengo trabajo que hacer fuera de la ciudad, no sé si me entiendes.
Trabajo. Sí, claro... Y yo me chupo el dedo aún.
Alejé esos pensamientos y volví a centrarme en él. Contuve un suspiro de satisfacción al mirarlo, era todo lo que una mujer quería tener con ella. Su porte, su seguridad, su rostro gritaban peligro y sensualidad al mismo tiempo; su pelo largo lo hacía tener ese aire de dominante, desafiando los parámetros de la sociedad.
¿Por qué no aceptaste casarte con él?
Él no me ama.
Y eso era razón. Damián no me ama, simplemente quería darle una familia a su hijo. Yo admiraba ese pequeño detalle, pero aún así.
—No tienes que darme explicaciones, Damián.
¡Si tiene que!
No, no tiene que.
—Lo sé, solo te avisaba.
— ¿Ya me puedo ir? —pregunté, levantándome de la silla.
—Sí, claro.
Me apresuré a salir de esa habitación a paso ligeros, iba tan rápido que no me di cuenta que choqué con Jess, quien arrastraba una maleta grande de color negro. Pedí disculpas y seguí caminando hacia la parte trasera de la casa, donde había una terraza preciosa adornada con flores a su alrededor, un banco colgado del techo reposaba en medio de esta. No me hice de esperar mucho y me senté en él, dejando mi cabeza hacia atrás.
Tapé mi rostro con ambas manos mientras sentía unas ganas locas de llorar. ¿Por qué nada más a mí me pasaba esto? Estaba empezando a sentir cosas por Damián, y no lo quería admitir, no lo quería aceptar. Maldita sea. Todo era tan confuso para mí, y que la obsesión de una noche se fuera extendiendo era solo para empeorar las cosas.
¿Qué me había hecho decir que no? ¿El miedo a no ser amada? ¿El miedo de enamorarme más de Damián y que él no lo estuviera de mí? Sí, creo que eso era.
—Alysha. —Di un brinco en mi asiento, Jess me observaba desde la puerta de entrada a la terraza.
—¿Si?
—Aquí tienes. —Me tendió un teléfono. —Tiene todos los números que tenía tu antiguo teléfono. —Agregó ante mi mirada interrogativa.
— ¿Qué tenía mi otro teléfono? —Lo vi sonreír, entrecerré mis ojos en su dirección. — ¿Qué pasó, Jess? —Volví a preguntar antes su alta de respuesta.
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Embarazada de un mafioso
Ação¿A quién se le ocurría salir a perder su virginidad a un club nocturno? Exactamente, a ésta estúpida. Y como todo lo que se hace sin ser consciente de lo que puede traer esa acción en el futuro, todo eso trae su consecuencia, y la mía, lamentablemen...