—Yo nunca le he tenido ganas a alguno de los presentes —bebió y todos la acompañamos a la par.
Entre las cosas que Marianne Fitzgerald podría haber dicho para ponerme en una posición comprometedora, decidió irse por una tan ambigua que cualquiera pensaría que estaba bebiendo por Matthew. Estaba confundida de que fuese tan benevolente.
—Yo nunca le he hecho sexo oral a alguien.
Matthew terminó de hablar y Marianne se quedó esperando su siguiente movimiento. Al darse cuenta de que no iba a beber, bajó la mirada e hizo un gesto burlesco. Se reincorporó enseguida y bebió en compañía de unos cuantos más. Al llegar mi turno, tenía bastante claro lo que iba a decir. Contrario a ella, quería ponerla a prueba.
—Yo nunca he saboteado a alguien que está intentando ligar con la persona que me gusta —no me fijé en quienes más bebieron, sólo me enfoqué en ver cómo ella acababa su vaso. En ese momento, sentí una inexplicable sensación de victoria.
—Yo nunca me he metido con alguien que no me convenía —mi amiga soltó una indirecta para recordarme lo que hablamos.
Arrugué la cara y bebí para complacerla.
—Ha sido divertido, pero si sigo jugando, me temo que no podré levantarme de la silla —dijo Marianne.
Los hombres se rieron con ella.
—¿Puedo preguntarte algo? —sin siquiera esperar su respuesta, Santiago continuó hablando—. ¿Todo a lo que respondiste, fue con hombres, mujeres o ambos?
—Déjala —Matthew se metió—. Eso es muy personal.
—No, tranquilo. Es algo normal —Marianne le sonrió y se dirigió a Santiago—. Todo fue mujeres. Soy lesbiana.
—Bueno, qué lástima que me quedé sin oportunidad —agarró uno de los vasos que quedaban y se tomó el contenido.
Dafne torció los ojos fastidiada. Al parecer, Santiago también había perdido su oportunidad con ella.—¿Y hay más como tú aquí? —preguntó Ian.
—No es como si pudiéramos olernos a distancia, pero debe haber. Aunque no se necesita ser lesbiana para estar con otra mujer. Muchas heteros están dispuestas a probar.
—¿En serio? —preguntó Gerardo.
Marianne asintió.
—Es normal. He estado con más heteros de las que puedo contar con los dedos —se cruzó de brazos con arrogancia—. La mayoría termina buscando más. Incluso varias se quedan de este lado.
Gerardo, Ian y Santiago se rieron celebrando aquello. De alguna forma, estaban emocionados por haberse encontrado con una lesbiana que hablaba de sexo con soltura: un cliché masculino. Karen, por el contrario, no estaba tan feliz con ello e intentaba recuperar la atención de su novio. Su amiga, quien más tarde supe que se llamaba Alicia, al inicio estaba curiosa, pero después se enfocó en su celular.
Con sólo mirar a mi mejor amiga, sabía que estaba incómoda y enojada. Compartía su desagrado, aunque por otras razones. Estaba enfurecida por todas las cosas de las que Marianne alardeaba, tanto así que me recosté sobre el hombro de Matthew en un desesperado intento por demostrarle que conmigo se había equivocado. Yo no era ni iba a ser como las otras que caían rendidas a sus pies.
—Si es cierto lo que dices, te apuesto cincuenta dólares a que no podrás liarte a esa chica esta noche —Ian señaló a una pelirroja que estaba con nosotras en la electiva de Ética.
—Joder. ¿Alba? —Santiago sonrió saboreando la victoria antes de tiempo—. A ella sí que le encanta la verga. ¡Su historial es enorme! Me uno a la apuesta con cuarenta.
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SERENDIPIA PARTE I: MARIANNE
RomanceKatheleen es una adolescente obediente, sumisa y callada. Durante sus veinte años, ha estado acostumbrada a complacer a las demás personas llegando incluso a dejar en segundo plano su propia voluntad. Sin embargo, cuando conoce a Marianne, una chica...