Fuimos a la cocina desnudas porque las dos sabíamos que ponernos ropa iba a ser una pérdida de tiempo ya que no duraría mucho en nuestros cuerpos. Marianne colocó las pastas en agua con ajo mientras que yo picaba las verduras para hacer un salteado.
-No me gustan los chismes, pero es imposible no oírlos -agarró un cuchillo y me ayudó-. ¿Es verdad que el galán y tú terminaron?
Paré de picar el pimentón.
-Así es. Yo le terminé.
-¿Tuve algo que ver en eso?
-Mi relación con Matthew fue un error -continué picando-. Ni siquiera nos conocíamos bien cuando empezamos. Me apresuré a estar con él para negar mis sentimientos hacia ti y, aunque no puedo hablar por su parte, creo que algo lo hizo precipitarse también.
-¿Y hay alguna otra persona que te guste?
-No -volteé a verla-. ¿Por qué me preguntas todo esto?
-Estaba pensando que quizá sea bueno que tengas una pareja. Ya sabes, ahora que empezaremos a hacer esto más seguido.
-Eso no sucederá.
-¿Por qué no?
-No me sentí bien siéndole Matthew. No puedo volver a hacer lo mismo con otra persona.
-Está bien. Sólo fue una idea.
-¿Y qué hay de ti? -tragué saliva-. ¿Follarás con otras?
Apartó la mirada.
-No lo sé, Katheleen.
Reuní valor para preguntarle lo que quería saber.
-¿Has estado con otra desde que empezamos a hacerlo?
-A decir verdad... -hizo una pausa que parecía eterna. Yo estaba muriendo por saber su respuesta- no. No lo he hecho.
No fui capaz de contener mi sonrisa. Esperaba que ella estuviera tan concentrada en lo suyo que no se hubiese dado cuenta.
El hecho de que no había tenido sexo con nadie más desde nuestra primera vez significó mucho para mí. Y con justa causa porque apenas la conocí, ella se mostró por lo que era: una mujer activa y promiscua. Era parte de su estilo de vida, sin embargo, desde hace unos meses la única había sido yo. Incluso cuando pasaron varias semanas sin que tuviéramos contacto físico. No voy a mentir: me ilusioné y atribuí su abstinencia a mí. Pensé que algo estaba haciendo bien. Pensé que yo, aquella inocente e inexperta chica, estaba logrado domar al lobo feroz sin que se diera cuenta. Y aquello me dio un ímpetu indescriptible.
-¿Tienes algún gusto musical culposo? -me preguntó.
-¿Culposo?
-Esa canción o ese artista que si alguien te llega a preguntar si te gusta, lo negarías, aunque no sea cierto.
-Supongamos que tengo uno -la miré-. ¿Por qué te lo diría a ti de buenas a primeras?
-Para conocer el mío.
Me mordí el labio y entrecerré mis ojos.
-Di el tuyo primero.
Ella suspiró.
-¿No te reirás?
-No -crucé los dedos detrás de mi espalda.
-Tengo un flechazo por Selena Gómez.
-No puedes estar hablando en serio. ¿Te gusta una exprincesa de Disney? ¿A ti, la chica de tatuajes y drogas?
Se encogió de hombros.
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SERENDIPIA PARTE I: MARIANNE
RomanceKatheleen es una adolescente obediente, sumisa y callada. Durante sus veinte años, ha estado acostumbrada a complacer a las demás personas llegando incluso a dejar en segundo plano su propia voluntad. Sin embargo, cuando conoce a Marianne, una chica...