Los turbulentos no pueden evitar reír a carcajadas cuando les cuento con sumo detalle todo lo ocurrido. Habrían deseado estar allí conmigo, sobre todo para ver la escena con sus propios ojos, pero eso, nuevamente, ya sería muy sospechoso. Así que se han tenido que conformar con lo que yo les he contado y con todo lo que cuentan los que habían estado presentes.
—Ya deberían de irse— suelta de pronto Elliot, cuando hemos acabado de reír a carcajadas y nos hemos quedado en silencio—... es muy tarde, y no vale la pena correr tanto riesgo.
Todos parecen estar de acuerdo, así que nos retiramos rápidamente con Jazmín, Kayla y Lynn. No tenemos esta vez necesidad de salir por el ventanal y bajar por el edificio sujetándonos de una cuerda, porque Max se ha conseguido un permiso para nosotros con su amigo, el recepcionista del edificio de los chicos.
Entonces nos adentramos en el ascensor, apretamos el piso número 1 y nos metemos pronto en nuestro edificio, corriendo para que el frío no nos congele el cuerpo.
Junto a Kayla nos dirigimos hasta el piso número 7 para llegar a nuestra habitación. Jazmín y Lynn se han bajado antes porque su habitación queda en el piso número 4.
—Ha sido genial al parecer—me susurra Kayla.
—Deberías de haber estado allí... fue genial.
Pero el tema se queda ondeando en el aire porque ya hemos llegado a nuestro piso y no queremos que nadie nos escuche, así que sin más nos adentramos en la habitación número 721.
Ella se duerme apenas toca su cama y tengo que obligarla para que se mueva y taparla... pero eso me lleva un buen tiempo. Incluso, se ha quedado dormida con ropa, pero ahí ya ni pienso ayudarla: me dirijo al baño, me arreglo y me pongo mi pijama. Siempre he tardado un buen en el baño, ya sea para arreglarme para ir dormir o para levantarme. Pero bueno, supongo que a todas las chicas les pasa igual. Para entonces, cuando salgo, ya deben de ser pasadas las doce de la noche.
Comienza a recorrerme un frío tan congelador que temo convertirme en hielo. No recuerdo que haya hecho tanto frío cuando me metí en el baño, pero quizá lo siento ahora porque mi pijama no es tan abrigador como la ropa que traía puesta. El cuarto está oscuro: había apagado la lamparita del velador para que Kayla pudiese dormir tranquila. Tengo que ir tanteando los muebles para no golpearme y caminar lentamente hasta mi cama y, una vez que la encuentro, me siento lentamente para evitar que ésta rechine y despertar a Kayla. Pero entonces choco con un cuerpo y no puedo evitar soltar un grito, que pronto se ve ahogado porque una mano me impide seguir emitiendo sonido alguno.
Puedo sentir cómo mis pupilas se dilatan por el terror que siento ahora, cómo los pelos de la nuca se me erizan y cómo una fuerza que antes no creo haber tenido se apodera de mis brazos para tratar de zafarme.
Los brazos de quien me sostiene con una mano en la boca para evitar que grite y la otra apoyada en mi estómago para evitar que me escape son bastante fuertes... claramente no pueden pertenecer a una chica, así que descarto inmediatamente la idea de que la novia de Jhon ha venido a vengarse por su mechón de cabello negro.
—Shhh...
El infiltrado intenta tranquilizarme, pero sigo tratando de zafarme y de emitir algún sonido, aunque por ahora sólo me salgan intentos de graznidos.
Y sé que es inútil tratar de que me suelte, pero de todas formas sigo luchando.
—Cálmate—me pide.
No reconozco su voz: suena muy grave, como si recién se hubiese despertado y siguiese soñoliento. De todas formas, está bastante calmado: sé que debo parecer una niña tratando de zafarse de sus padres cuando le ha dado un berrinche. Comienzo a aflojar: estoy bastante cansada y nuevamente no he cenado, aunque esta vez haya sido porque me he quedado ayudando a Josué y a Marge a ordenar la pastelería, pues me he sentido bastante culpable después de lo que hice.
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Un internado ¡Patas Arriba!
Teen FictionAmber ya ha dado con el límite de la rebeldía e irresponsabilidad para sus padres. Para ellos los números rojos en cualquier lista que tenga que ver con su hija ya es común: rojos en su lista de estudios, rojos en su tarjeta de crédito... Sin duda y...