Avanzamos en silencio hasta el séptimo piso. Mi mirada denotaba muy poca emoción y la suya confusión. Creo que eso hizo que lo odiara más, aunque acababa de notarlo. ¿Desde cuándo había comenzado a odiarlo nuevamente? Acababa de darme cuenta de ello. ¿Quizá desde que me contaron lo de Avery? ¿O desde que me lo topé en el recibidor e impidió, aunque sin saber que lo estaba haciendo realmente, que pudiera despedirme de Jhon? Pero si era así..., si realmente lo había comenzado a odiar nuevamente... estaba en un gran lío, de nuevo.
Antes lo había estado porque éramos enemigos y eso hacía que las bromas que nos gastábamos me metieran constantemente en problemas, sobre todo porque él tenía de su lado a Capria, quien lo salvaba siempre de éstos; yo, en cambio, sufría todas las veces que era enviada a inspectoría porque sabía que ella no me ayudaría para nada después de haber comentado que Harper era la culpable de algo, aunque de eso ya hubiera pasado muchísimo tiempo. Después seguí estando en un gran problema cuando comencé a sentir algo por él, siendo que éramos los peores enemigos de Hawkings: todo el mundo estaba atento a nuestras acciones, sobre todo cuando eran en contra del otro. Además, habíamos logrado crear dos bandos: los que apoyaban a los narcisos y los que apoyaban a los turbulentos. ¿Cómo iba a explicarles que ahora deseaba unirlos porque se me había ocurrido que Luke y yo podíamos gustarnos?
Y ahora volvía a encontrarme en otro nuevo lío y con la misma persona, aunque de una forma distinta y en circunstancias completamente diferentes. El primer gran embrollo fue comenzar a amarlo siendo mi enemigo; ahora era que lo odiaba siendo mi novio. ¿Era mil veces peor amarlo siendo un enemigo u odiarlo siendo un novio?
No quería romperle el corazón, pero tampoco quería romperme el mío en caso de que lo de Avery fuera verdad y en caso de que todas las suposiciones que habían hecho los otros con respecto a nuestra relación se hicieran realidad, porque no hay nada peor en el mundo que pudiendo impedir algo se deje pasar y termine por hacer daño.
¿Y por qué habría de hacerme daño si lo odiaba? Eso me confundía aún más... estaba hecha un alboroto de sentimientos.
Resoplé, agotada.
Su mirada se dirigió hacia mí de una forma poco discreta, ya que si bien yo era alta él me superaba y debió inclinar su cabeza para observarme.
Preferí pasarlo por alto. No quería tener el tipo de conversación que se debate sobre qué me había hecho resoplar..., si estaba cansada, si había tenido un problema, si en verdad no quería acompañarlo, si quería evitarlo, si...
—Pareces estresada—comentó de pronto, justo cuando el ascensor frenaba en el séptimo piso—. O peor, ansiosa de algo.
—¿Qué tiene de peor si estuviera ansiosa?—le cuestioné, solo por evitar lo que acababa de decir porque sabía que aquello conllevaría a la conversación de la que ya les había hablado.
—Que estás ansiosa del tipo de cuando sabes que si no lo solucionas ahora perderás el momento para siempre.
Él si me conocía: había acertado. Estaba ansiosa y del tipo que te hace odiar a todo quien te impida lograr el objetivo, porque sabes que tiene fecha de vencimiento. Y ahora mismo si yo no corría hacia Jhon no tendría nunca más la oportunidad de despedirme.
Y estaba ansiosa por hacerlo antes de que mi oportunidad se acabara.
¿Pero por qué debía estarlo?
—Necesito hablar contigo—le solté, bruscamente, solo porque sabía que aquel término haría que no dijéramos palabra alguna hasta llegar a su cuarto, y aquello era lo que necesitaba para evitar esta conversación.
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Un internado ¡Patas Arriba!
Teen FictionAmber ya ha dado con el límite de la rebeldía e irresponsabilidad para sus padres. Para ellos los números rojos en cualquier lista que tenga que ver con su hija ya es común: rojos en su lista de estudios, rojos en su tarjeta de crédito... Sin duda y...