Me quedo pensando durante toda la noche lo que ha pasado y tratando de asimilarlo. Primero Luke infiltrado en mi habitación, como si fuese de suma urgencia lo que tenía que decirme como para no esperar hasta mañana y hablar, pese a que realmente no tenemos nada de qué hablar; la salida al balcón, quedarnos mirando el uno al otro como si tuviésemos algo más en común que el simple objetivo que destrozar al otro; su estado de ánimo confuso: enojo, decepción, preocupación, arrepentimiento... todo a la vez. Después la frase que intentó pronunciar pero que dejó al aire porque Kayla interrumpió al despertarse "Porque me estás gus..."... ¿gustando, quiso decir? Imposible. Dos enemigos con el objetivo en común de destrozar al otro jamás podrían gustarse: está en las reglas.
Sino, todo se quiebra. Ocurre una fisura en el metal; en la guerra. ¿Cómo podríamos seguir vengándonos el uno del otro si el amor está entremedio? Yo aún lo odio.
De pronto el timbre que anuncia que debemos comenzar a levantarnos para comenzar la jornada de clases interrumpe mis pensamientos. Creo no haber pegado ojo durante toda la noche, o madrugada, mejor dicho. Después de que se fue Luke me quedé un buen rato fuera del balcón, y cuando decidí que ya era suficiente porque podría darme hipotermia decidí adentrarme en la habitación. Habrá sido a eso de las tres de la madrugada.
Me levanto con cierta energía pese a estar por dentro totalmente agotada con el trabajo y por no haber dormido en todo el día. Lo que me hace levantarme rápidamente es porque quiero ducharme rápidamente, irme a tomar desayuno y terminar lo antes posible para que me sobre tiempo e ir a conversar con el narcisista. Quiero aclarar ciertos puntos con él.
—Avísame...cuando salgas de la ducha—me pide Kayla.
Está totalmente dormida y tiene un aire cansado. Habla lentamente y con una gran pereza, así que la he dejado dormir un rato más a pesar de ya haber salido de la ducha, y cuando estoy a punto de salir de la habitación para ir a la cafetería y tomar desayuno, la despierto.
Bajo por el ascensor, saludo a la recepcionista y me dirijo al edificio más alejado del de las habitaciones, donde se encuentran las salas de clases, la cafetería y todo lo que tenga que ver con la escuela. Entonces camino de largo por uno de los pasillos más grandes que tiene el internado, doblo a la izquierda y doy con la cafetería.
Me adentro rápidamente porque no quiero que las miradas se dirijan a mí; no quiero que se formulen posibles sujetos que hicieron lo que hicieron con Luke ayer y surja yo. Además, me he sentido bastante culpable por eso. Brown había venido a mi habitación a charlar, a contarme algo... o regañarme, quién sabe. Después de todo, me sentí aún más culpable por haberle hecho lo que le hice cuando nos quedamos mirando el uno al otro... ¿habrán pasado cinco minutos? ¿Diez? ¿Media hora sin movernos, con su vista puesta en mis ojos y mi vista en los suyos?
Pero es imposible no hacer que las miradas se dirijan a ti cuando, por ellos mismos, te han declarado una de las más populares dentro de Hawkings, sin tomar en cuenta a los narcisistas.
Hay murmullos por todas partes y risas en cada rincón de Hawkings: los he oído por los pasillos, en la cafetería... de seguro todos están hablando del hecho que ocurrió en la pastelería, cuando Luke babeó como nunca. Y aunque sonrío tímidamente porque estoy contenta de haberme vengado y de que esto haya funcionado, otra parte de mí tiene ganas de no haberlo hecho nunca. El narcisista puede ser insoportable y todo, pero después de lo de ayer, me quedó un sabor distinto en la boca.
—¡Hey, Amber!
Me volteo: pelo negro, alto, moreno. Musculoso.
Xavier.
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Un internado ¡Patas Arriba!
Teen FictionAmber ya ha dado con el límite de la rebeldía e irresponsabilidad para sus padres. Para ellos los números rojos en cualquier lista que tenga que ver con su hija ya es común: rojos en su lista de estudios, rojos en su tarjeta de crédito... Sin duda y...