Había decidido no comentarle nada al respecto al narciso y, por lo mismo, en todas las horas que llevábamos de trabajo casi no le había dirigido la palabra. Una de esas razones habría sido por la cual Luke se encontraba frunciendo el entrecejo al momento de acercarse a la figura masculina que estaba parada en la entrada.
La pregunta que les había hecho a los turbulentos no había tenido respuesta alguna y yo no estaba dispuesta a seguir armando cientos de planes que de seguro no resultarían, quizá la solución era más simple; menos rebuscada o, incluso, quizá no había ninguna. ¿Cómo era posible acabar la relación con Luke si ya la habíamos comenzado y de alguna u otra forma terminando tendría consecuencias negativas para demasiada gente? Si lo hacía..., quizá el quedase destrozado. O, como dijo Jazmín, no me amaba ni la mitad de lo que había amado a Avery lo que haría que no quedase siquiera rasguñado. Por otra parte, podía quedar destrozada yo. ¿Amaba tanto a Brown como para hacerlo? No estaba segura, pero sí estaba segura de que arriesgaría aquello para no desfavorecer a mis amigos e, incluso, para no desfavorecerme a mí misma.
De todas formas, no tenía opción. Podía ir y seguir con él como si nada hubiera ocurrido; como si yo jamás me hubiera enterado de Avery...; podía dejar que, entonces, todo siguiera bien y con una tregua parcial y, cuando Brown y yo estuviéramos a punto de romper debería rogarle para no hacerlo porque tendría miedo de lo que le hizo a Avery y de lo que le haría a mis amigos por el simple hecho de ser mis amigos. Y por otra parte, si le terminaba..., aquella tortura podía comenzar ahora mismo. Aunque, quizá, fuera menor a la que me esperaría si Luke llegara a enamorarse tanto de mí como hizo de Avery. No quería ni imaginar qué podría esperarme entonces...
¿Cómo acabar lo que apenas comenzaba para que todo volviera a la normalidad? Tal vez no había manera.
Quizá mi destino y el de mis amigos, en este momento, era sufrir.
También podría enfrentarlo como había hecho hasta que hubimos confesado nuestro amor... pero Brown tenía demasiada ventaja por sobre nosotros. Tenía muchos contactos, muchos privilegios...; mucho de todo. Las probabilidades de ganarle una guerra muchísimo peor que la que ya teníamos serían prácticamente nulas... porque, me imagino, sería una guerra que haría parecer a la anterior como un jugueteo de soldados.
Me recosté en mi catre pensando cuál de las dos opciones sería mejor, pero era como decidir si deseas latigazos en la espalda o un balazo: de todas formas saldrías herido, solo que de una menos que la otra... y de ese daño en común no había forma alguna de escapar.
Podía arriesgarme —aunque sería demasiado peligroso— a obligar indirectamente a Luke para que me dejase. En una de esas podría cambiar mi forma de ser con él; ser más fría, desinteresada en sus cosas del día a día, podría ser callada; tímida; insoportable. ¿Si fuera insoportable dejaría de gustarle? ¿Tendría acaso aquello una mejor ventaja? Si fuera así, quizá Luke me terminaría y no lo haría de una mala manera. Después de todo yo no le habría hecho nada..., simplemente se daría cuenta de que yo no le gustaba realmente. ¿Me culparía por eso y se vengaría?
Pensé en Xavier: jamás hubiera pensado que el introvertido chico que llevaba por fuera en realidad por dentro era todo lo contrario, como había demostrado libremente en sus años de narcisista. ¿Se habría comportado de una forma tan asquerosa como Dylan por tener miles de chicas a sus pies, como había comentado Lynn? O quizá ¿habría sido como Andrew? Algo más sencillo..., más tranquilo. ¿O habría sido como Bruno? Una mezcla de ambos... o simplemente, ¿habría sido tan parecido a Luke?
Me lo imaginé recorriendo los pasillos como hacía Brown junto a Harper..., pero entonces recordé que él no había amado a ninguna maniquí, sino más bien a una tímida; una persona con la personalidad que él había adoptado tras el rechazo de los narcisistas por su rivalidad con Luke.
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Un internado ¡Patas Arriba!
Teen FictionAmber ya ha dado con el límite de la rebeldía e irresponsabilidad para sus padres. Para ellos los números rojos en cualquier lista que tenga que ver con su hija ya es común: rojos en su lista de estudios, rojos en su tarjeta de crédito... Sin duda y...