Narra Carter.
Los días en el hospital se habían puesto tan intensos que no había tenido tiempo de pasar el rato con Eleonor. Sin embargo, eso no había impedido que, cada tanto, viniera a mi casa a dormir juntos o que me llamara todos los días a la hora del almuerzo con la sola intención de escuchar mi voz. Sabía que esto era duro para ella, más cuando tenía en la cabeza que Marcie estaría cerca de donde me encontraba, pero estaba equivocada. La especialidad de mi ex era la cirugía, tal y como mi padre quería que yo lo fuera, y yo estaba en medio de la guardia del hospital, en busca de mi propio camino.
Debía hablar pronto con mi padre. Estaba cansado de fingir que seguiría sus pasos cuando estaba tan feliz ayudando a las personas. Sinceramente, debía hablar de una vez por todas para evitar que me metiera presión en ser él, jamás podría serlo. Mi madre sería fácil de convencer, ella había visto mi felicidad cuando regresé de mi primer viaje y sabía las ganas que tenía de repetirlo. Había visto que era diferente, que no me importaba todo lo material como si lo hacía mi padre, y estaba orgullosa de eso.
Caminando por los pasillos del hospital, aprovechando mi hora libre del almuerzo, mientras esperaba el llamado de Eleonor, iría en busca del Dr. Rodríguez para darle mi parte diario. Aún seguía pensando en si hacer el viaje o no, porque ahora había un factor más que influía. No quería dejar a Eleonor por tanto tiempo. No estaba muy seguro de cómo reaccionaría si le contaba de la propuesta, mucho menos si me esperaría en caso de que decidiera hacerlo y eso me aterraba por completo.
— ¡Dr. Rodríguez! —Alcancé a ver al hombre que era mi verdadero ejemplo a seguir corriendo por uno de los pasillos.
—Carter, ven. Necesitaré ayuda.
No tuve que pensarlo demasiado, no me importó que fuera mi tiempo libre ni que luego no me lo regresarían. Seguí al buen doctor por los pasillos tan rápido como pude. Lo vi dialogar con una enfermera que tomaba notas mientras caminaba tan rápido como él quien sabe sobre que paciente. Imité su acción cuando lo vi tomar un par de guantes de látex nuevos para atender a quien lo necesitara. Yo quería esto, ser tan bueno como ese hombre.
Cuando entramos en la sala había un caos de personas yendo y viniendo de un lado al otro. Un choque. Había dos adultos siendo asistidos por otros doctores, Rodríguez fue directo a quien estaba rodeado de personas y que gritaba de dolor. Vi dos niños asustados, sentados en la misma camilla y que no permitían a las enfermeras ayudarlos. Diablos, ¿Quién podía ser tan imprudente? La impotencia creció dentro de mí, pidiéndome que destrozara al causante de este desastre, cuando sentí una mano apoyada sobre mi hombro.
—Evans, necesito que te encargues de los niños —Vi a los ojos al Dr. Rodríguez, transmitiéndome su sabiduría y serenidad para enfrentar un hecho como este—. Recuerda todo lo que aprendiste en el viaje que hicimos, estaré atendiendo a la madre que está al lado. Tiene una fractura expuesta y estamos intentando tranquilizarla para que nos deje trabajar...
—Doctor... —Rodríguez me miraba atentamente, sabiendo que no tardaría demasiado sabiendo que el tiempo es importante en estas situaciones— Tal vez, debería correr el biombo para que ella vea cuando atiendo a los niños y así se quedará tranquila.
—Lo intentaremos, ahora a trabajar.
Asentí y me encaminé directo a los niños. Las enfermeras había intentado de todo, incluso habían traídos los muñecos que siempre sacaban cuando debían poner una inyección a alguno. Los observé un segundo a ambos. Eran un niño y una niña, el niño parecía estar protegiendo a su hermanita mientras la niña sólo se dedicaba a cerrar con fuerza sus ojos, como intentando no llorar en frente de los extraños. Ninguno parecía tener una lesión grave o que requiriera una atención urgente. Esto requería de paciencia.
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Sweet Attraction. [Attraction #2]
Romance¿Qué ocurre cuando se viene de mundos iguales? ¿Y qué sucede cuando ambos quieren lo mismo pero no llegan a notarlo? Con familias similares, Carter y Eleonor tienen muy en claro que jamás quieren parecerse a ellos. Pero, cuando la vida de ambos se c...