¡¿Te Enamoraste De Mi Hermano?!

Capitulo 35 "Tome una desicion"

Savannah...

No sabía donde estaba, ni que día era, ni mucho menos la hora! Solo sabía que ese pitido me esta molestando gravemente, quería pararme y encontrar ese sonido para después callarlo a golpes y más golpes, creo que estoy un poco violenta, mas sin embargo no podía mover mis brazos o piernas, ¡no podía ni abrir los ojos! No sé que pasaba, pero esto tiene que tener una explicación.

-piensa Savannah. ¡Piensa!- me dije mentalmente.

Era obvio que seguía viva, al menos que así sea el mas allá... Escuché como una puerta se abría para volver a cerrarla.

-Pequeña...- Esa voz... La conozco, pero no sé de donde o a quien pertenece. -Sav, necesito que despiertes.

¿si estuviera muerta, entonces puedo escuchar? Pero por lo que dijo el hombre, estoy dormida. ¿porque siento que estoy despierta si, según el hombre, estoy dormida? Esto es tan confuso...

-se que es mi culpa el que estés en esta puta clínica, con este maldito coma, pe..peeero si despiertas- sollozó- si despiertas prometo no volver estar cerca de ti para no hacerte daño. Pero necesito que despiertes, Savannah.-su llanto cada vez se hacia mas y mas fuerte.

Estoy fuera de órbita....

No comprendo a que se refiere con que él es el culpable del supuesto coma en el que estoy... Por lo menos ya se que estoy en una clínica, y no muerta... Del todo, al menos.

Tyler...

Ya había tomado la decisión desde antes incluso de llegar a la clínica. .. La necesitaba con vida, así yo no estuviera a su lado se perfectamente que ella podrá salir adelante sin mi.

Quise negociar con el imbécil del que se hacia llamar mi mejor amigo en el pasado pero el muy desgraciado no me lo permitía. Si no me iba, no solo le haría daño a mi Pequeña sino también a Gisselle.

Él bien sabía cuales son mis debilidades y por muy loco que suene Savannah se volvió en la principal sin yo darme cuenta de como o cuando pasó. Claro que mi cerebro capto el mensaje cuando ella desapareció.

Me despedí de mi Pequeña con el ultimo beso que le daría, al menos hasta que pase un tiempo. Luego la buscaría, explicaría el porque se fue y lucharía por estar juntos.

Porque bien se que cuando despierte y no me encuentre... Me odiara.

Le di un último vistazo a su rostro para memorizarlo y jamas olvidarlo, y sin detenerme salí de aquella habitación en la que estaba mi mejor amiga, la mujer que quiero y la que esperaba estuviera en mi futuro.

Ahora lo que me quedaba era esperar...

Esperar a que despertara.

Esperar a que no me odie.

Esperar a que el tiempo transcurra.

Esperar a que el momento justo llegue.

Al fin y al cabo, ya había tomado la peor de las decisiones de mi vida. Pero todo por el bien de todos. Por el bien de ella.

•••
"Segundo llamado a los pasajeros del vuelo 248 con destino a Roma, Italia por favor dirigirse a la puerta 15-A para abordar"

Eran las once de la noche y yo solo esperaba...  Realmente no sé que esperaba. Quizás algún tipo de milagro que hiciera volver en el pasado y nunca irme a ecuador.

Nadie sabia donde estaba, tenia llamadas y mensajes de todos pero no los contestaba. Preferí irme sin decir palabra a nadie, simplemente dejando una nota en mi habitación explicando que no podía seguir en este país. Se muy bien que si Savannah llega a leer esa carta se vendrá abajo y pensara que no la quiero cerca de mi después del secuestro pues eso es lo que deje en claro en la carta, pero solo por el motivo de que no me busque. Si no hacia eso... Me buscaría por cielo mar y tierra hasta hallarme, porque sí que me hallaría. Mi Pequeña es la mejor investigadora que puede existir y a eso agreguemos la perseverancia que tiene.

Mi perfecta Pequeña.... Dios que horrible se ha convertido mi vida en unas semana.

—Espero que cuando despiertes Pequeña sigas adelante con tu vida, y puedas perdonarme...algún día- susurré levantándose para rehacer mi vida en otro país. Sin esa sonrisa que me encantaba ver, sin esa mirada tan penetrante que me deleitaba cada vez que iba dirigida a mí, sin esos regaños que eran peores que los de mi madre, o sin esos perfectos labios que no podía dejar de besar porque me llevaban al cielo. Simplemente sin ella.