Omega...

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Capítulo 2

Gerald ayudó a su hijo a levantarse y esperó unos minutos hasta que ambos consiguieron recuperar la compostura, después de eso, salieron de la enfermería para cumplir los requisitos administrativos exigidos y así poder volver a casa lo antes posible.

Cruzarse con sus compañeros por el pasillo no era algo para lo que Jared estuviera preparado en ese momento. No sabría decir si era una idea suya o si realmente parecía que ya todos supieran de su condición. Tuvo la sensación de que la gente se apartaba a su paso y que sus miradas se desviaban evitando la suya con disgusto. Vio a Chad a lo lejos, su amigo parecía preocupado, lo vio avanzar hacia él y como los que le acompañaban se lo impedían.

Se quedó paralizado por la angustia y el miedo que ese rechazo le provocaba, bajo la mirada al suelo avergonzado hasta que sintió la mano suave pero firme de su padre alrededor de su brazo. —Vamos hijo... —dijo tirando de él a la vez que dirigía una mirada furiosa a todos los que tenía delante. Jared se dejó llevar camino a la secretaría.

—Esto es todo Sr. Padalecki —dijo con una forzada sonrisa la mujer que les atendió— La condición del Omega ya ha sido registrada y se notificará a los organismos pertinentes. A partir de ahora usted será el Alpha responsable de este Omega...

—Jared —dijo Gerald en tono frío cortando a la mujer.

—¿Cómo dice? —preguntó ella confundida

—Jared. Mi hijo se llama Jared —continuó el fulminándola con la mirada. La mujer se revolvió incomoda.

—Ehm..., sí, claro. A lo que íbamos Sr. Padalecki. El estará a su cargo y será su responsabilidad. En caso de que no desee hacerse cargo de él, deberá buscar otro Alpha que lo haga o en su defecto comunicarlo a las autoridades que se harán cargo de él hasta que alguien lo reclame. ¿Ha entendido y está de acuerdo con estos términos?

—Si, lo entiendo. ¿Podemos irnos ya?

—Por supuesto señor —contestó con una sonrisa absolutamente formal y ensayada.

Gerald guio a su hijo hasta el coche e hicieron el corto trayecto hasta casa en silencio. Cuando llegaron Sherry estaba en la cocina, salió a buscarlos cuando oyó la puerta de la entrada. Estaba nerviosa porque en la llamada del instituto le habían dicho que Jared se había desmayado en el partido y desde que Gerald salió a buscarle no sabía nada más.

—Gracias a Dios que habéis llegado —exclamó preocupada. Su preocupación se hizo mayor al ver la cara de ambos. —¿Qué pasa? —su mirada se paseaba alternativamente de su marido a su hijo. Jared temblaba con la cabeza gacha, su madre se acercó levantando su barbilla hasta ver los ojos de su hijo llenos de lágrimas. —¿Jay? —dijo angustiada. Jared no aguantó más y se aferró a su madre llorando de forma desconsolada. Los ojos interrogantes de Sherry se posaron en su marido sin dejar de sostener el cuerpo entre sus brazos. Su marido negó con la cabeza con gesto abatido y ella no pudo evitar el gemido de sorpresa que escapó de sus labios.

—¡Jay!..., mi Jay... Mi niño... —murmuraba una y otra vez, depositando tiernos besos en el pelo de su hijo.

—Mamá... —balbuceó— yo no quería..., lo siento, no me odies. Por favor... —. Jared se sentía incapaz de controlarse, tenía miedo, estaba muy, muy asustado y solo quería, solo necesitaba, que su madre siguiera siendo su madre, que no le rechazara. Jared era un chico inteligente, conocía casos, sabía lo que pasaba muchas veces cuando en las familias se definía un Omega. ¿Y si le pasaba a él? Sentía que se estaba mareando.

—Shhhh... —Sherry le acunaba entre sus brazos— Tranquilo mi niño, todo va a estar bien. Vamos a tu cuarto, necesitas descansar. Hablaremos después —. Lo acompañó hasta la habitación y lo ayudó a acostarse. Jared seguía sollozando y temblando aún después de que su madre lo arropara. Ella se quedó sentada en la cama acariciando su frente hasta que al final, el agotamiento lo dejó dormido. La mujer se inclinó, besando su frente, para después salir de la habitación buscando a su marido. Tenían mucho de qué hablar.

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