Capítulo 12
La luz se filtraba a través de los párpados cerrados. Sentía un calor agradable en su rostro. Se sentía realmente bien. Durante un rato sopesó la idea de no abrir los ojos, inspiró con fuerza, olía pasto húmedo de rocío, a brisa fresca. Había algo más, parecía lejano pero familiar salvia, menta el calor del sol. Con precaución dejó que sus pestañas se separaran y sus ojos se inundaran poco a poco de la luz que el astro rey derramaba en el punto más alto de su órbita.
Se incorporó despacio, algo dolorido, desde luego un banco no era el mejor lugar para dormir y menos para alguien de su tamaño. Suspirando, apoyó la castigada espalda contra el respaldo, pasó la mano por sus desgreñados cabellos intentando sin éxito poner algo de orden en ellos. Miro a su alrededor, de nuevo estaba en el parque, igualmente solitario, pero aun así familiar. La sensación de paz regresó, se estaba bien allí. Sintió que sus pies se hundían. Miró hacia ellos y ya no estaba en el banco.
Con curiosidad miró sus pies ahora descalzos, estiró y encogió sus dedos deleitándose en la sensación de la arena fresca deslizándose entre ellos, los enterró buscando la refrescante humedad bajo la superficie. Estaba sentado en uno de los viejos travesaños que cercaban el arenero del parque. Deslizó las palmas por la dorada superficie a ambos lados de su cuerpo, trazando dibujos sin sentido, sin darse cuenta como una sonrisa adornaba ahora sus labios. Se estiró hacia la derecha alcanzando la pala olvidada, como si hubiera vuelto a la infancia y sin nada mejor que hacer, jugueteó con ella, cavando aquí y cubriendo allá para finalmente sostenerla entre sus manos estudiándola como si así pudiera averiguar la vida pasada del objeto.
Bajo el pequeño mango del juguete pudo ver unas iniciales marcadas con algún tipo de rotulador permanente. Lo acercó a su rostro entrecerrando los ojos para distinguirlas mejor ya que evidentemente el paso del tiempo había hecho que prácticamente se borraran. Después de unos segundos estaba casi seguro. J.T.P... Esas eran las iniciales, parpadeó confuso, dirigió una nueva mirada alrededor y su mente pareció abrirse. El recuerdo le alcanzó de pleno. La luz, el sol, la arena, un niño rubio de ojos azules que se acercaba sonriendo y se sentaba a su lado, no dijo nada, pero se puso a sacar arena junto a él. Él lo había mirado y luego a su madre que sentada en un banco no le quitaba la vista de encima, y su madre le había sonreído con aprobación, y él miró al chico devolviéndole la sonrisa y añadiendo tierra al montón que el otro había empezado. Había sido un buen día, un día genial.
Un nuevo parpadeo y otra vez estaba solo. Se levantó sacudiendo su ropa al igual que intentaba sacudirse la nostalgia. Ya sabía porque se sentía bien allí pero no era lo mismo si estaba solo, además, empezaba a creer que llevaba demasiado tiempo allí y empezaba a pensar que aquello no debía ser tampoco bueno, debía encontrar la forma de volver a casa. Empezó a caminar con decisión alejándose de aquel parque. No sabía cuánto tiempo llevaba caminando, pero de pronto, el cielo comenzó a iluminarse, miró hacia arriba, el sol parecía ampliarse a la vez que su luz cada vez era más blanca acaparando poco a poco todo el azul a su alrededor. Le dolían los ojos, los apretó con fuerza durante un rato y volvió a abrirlos poco a poco esperando que todo hubiese vuelto a la normalidad.
La luz seguía siendo blanca pero ya no era tan cegadora, parpadeó de nuevo intentando acostumbrar sus ojos. Fue consciente de que ya no estaba de pie si no acostado, Estos cambios le estaban volviendo loco, oía un pitido repetitivo y molesto a un lado de su cabeza, la giró con dificultad, se sentía pesado como si sus músculos no quisieran obedecerle. Su vista alcanzó el monitor que registraba eficientemente sus constantes. Frunció el ceño empezando a comprender. Vio las botellas llenas de líquidos transparentes conectadas a su brazo. Cerró de nuevo los ojos tratando de recordar. ¡El lobo! Los abrió de inmediato llenos de pánico, se estremeció recordando el dolor, la piel abriéndose bajo la violenta eficiencia de dientes y garras.
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Instinto
FanfictionLa vida de Jared se verá condicionada por un hecho que él no puede controlar, algo que nunca imaginó y que es intrínseco en su personalidad, algo que le llevará a recorrer un tortuoso camino sin esperanzas. Maravillosa portada a manos de @NicBarret