Sin esperanzas

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Capítulo 5

Jared recordaba ahora aquel día mientras terminaba de asearse, el día en el que sus ganas de vivir comenzaron a apagarse, dos años de largo camino hasta donde se encontraba.

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Aquella mañana se despertó confundido, alguien sacudía su brazo insistentemente, abrió los ojos desorientado mirando a su alrededor e intentando ubicarse. Aquella no era su habitación en el centro de Omegas. Con pesadez levantó la cabeza y entonces notó la opresión en su cuello y los bordes de algo que se clavaba bajo su mandíbula y contra su clavícula. Los recuerdos del día anterior le asaltaron de repente y su mano se movió involuntariamente hasta rozar el collar. No pudo evitar que un gemido ahogado escapara de su garganta.

—Vamos chico, ¡levanta! —. Se sobresaltó a pesar del suave tono de aquella voz. Se obligó a levantar la cabeza para encontrarse con el rostro de Brenda, que parecía preocupada a pesar de ofrecerle una suave sonrisa.

—Levanta — apremió —. Tienes que prepararte antes de que el señor venga. Créeme chico, no te conviene para nada hacerle enfadar —. Jared asintió con la cabeza y se incorporó en el catre. Sintió una molestia en su interior al sentarse lo que le hizo ser vergonzosamente consciente de que estaba totalmente desnudo frente aquella mujer. Intentó cubrirse ante la mirada divertida de esta.

—No te preocupes por mí chico, tengo cuatro hijos, no me voy a impresionar por nada —. Aquello no tranquilizaba para nada a Jared que buscaba desesperadamente con la vista su ropa sin encontrarla por ningún lado. La mujer adivinó sus pensamientos y se acercó a él posando una cálida mano en su brazo.

—¿Cómo te llamas muchacho? —. Los ojos oscuros de la mujer parecían comprender los temores y las dudas de aquel chico desnudo e indefenso frente a ella.

—Jared — susurró bajando la cabeza aún avergonzada.

— Escucha Jared, olvida todo lo que supieras antes, céntrate en lo que te voy a explicar, aprende rápido y evítate problemas, te lo digo por tu bien, créeme —. La mujer subió su mano hasta la mejilla del chico y la acarició mirándole con ternura. Jared se inclinó hacia aquel gesto, hacía mucho tiempo que no sentía afecto por parte de nadie.

— Lo siento mucho muchacho, lo siento mucho...

Aquel día Brenda le explicó cuales iban a ser sus rutinas, lo que debía hacer y cómo debía comportarse, le instó a comportarse acatando los deseos de su Alpha advirtiéndole de que era lo más conveniente. Aún así todo eso no le ayudo, nada podía prepararle para todo lo que le esperaba.

Toda su ropa quedó relegada al armario, Brenda le entregó un pantalón de lino blanco, con cintura de goma, ancho y suelto casi como una falda, ese debía ser a partir de ahora su atuendo, descalzo y con el torso desnudo, al menos siempre que estuviera delante del Alpha o si este le indicaba lo contrario.

La mujer le mandó a la ducha y le entregó lo necesario para que pudiera afeitarse. Cuando salió, un frugal desayuno esperaba sobre la mesa, Jared lo miró asqueado.

—Come — dijo la mujer.

—No creo que pueda. No me encuentro bien...

—Debes hacerlo, te vendrá bien —. Jared no estaba para nada convencido cuando se sentó en la pequeña mesa bajo la atenta mirada de Brenda —. No pienso moverme de aquí hasta que termines.

A Jared le costó un triunfo pero finalmente terminó con lo que le habían servido. La mujer se acercó de nuevo a él con una sonrisa, tomándole de la mano y extendiendo su palma para depositar en ella unas pastillas. —Ahora tomate esto — pidió a la vez que le acercaba un vaso con agua. Jared reconoció una de las píldoras, era un supresor. La otra le era desconocida, alzó la mirada interrogante hacía la mujer.

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