Prólogo

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Los Ángeles, Estados Unidos. 1 de Febrero, 2016.

POV DAKOTA

-¡JAAAAAAAAAAAMIE!

Mi grito rebota por las paredes de nuestra hermosa casa haciendo eco. Mañana nos vamos de viaje a Nueva York para disfrutar unas semanas de relajo con nuestros amigos.

Y si se lo preguntan, no, aún no hacemos el equipaje, es por eso que estoy llamando a mi adorado esposo como loca hace más de cinco minutos. Pero el muy maldito aún no viene.

Estoy a punto de tirar toda la ropa sobre la cama enojadísima para ir a buscarlo, cuando por fin, el señorito se decide a hacer acto de presencia.

-¿Dime, amor?.- dice con un poco de temor en su voz.

Así me gusta, Dornan. Que tengas claro quien manda en esta casa.

-¡Hasta que te dignas a venir!- le contesto con un poquitín de enojo en la voz.

Bueno, no un poquitín, mucho enojo. Pero es que ¡joder! Necesito ayuda al preparar las maletas.

-Estaba haciendo dormir a nuestra princesa, Coqui.- me responde lentamente y mi gesto de odio se suaviza.- Sabes que no se duerme hasta que le cuente alguna historia de nosotros de pequeños, y me llamaste justo en la mejor parte...-me explica.- y digamos que Dulcie quería saber si le había pegado fuerte al niño que tiró al piso a su mami, lo siento.

Soy la mujer más insensible del mundo. Jamie baja su mirada un tanto culpable y me es inevitable no acercarme hasta donde se encuentra para darle un pico en los labios.

-No te preocupes, gran James.- le digo acariciando su mejilla y dándole una sonrisa.- Discúlpame tú a mí, pero es que esto del viaje me tiene como loca, y aún no hacemos las maletas.

Ahora la que baja la mirada soy yo, a lo que Jamie actúa rápido y me toma la barbilla para que lo mire.

-Ey no.- comienza.- no vamos a echarnos culpas, solo fue un malentendido.- me da una sonrisita que le correspondo.- Entiendo tu estrés, mi amor.-me dice.- pero verás que cuando lleguemos mañana a Nueva York todo quedará olvidado.

Le asiento y él baja su cabeza para darme uno de esos besos que nunca me cansaré de recibir. Es increíble lo mucho que adoro a este hombre.

-Ahora sí.- dice separándonos.- ¿En qué puedo ayudar a mi reina?

Lo golpeo en el pecho mientras estallamos en carcajadas. Es tan tierno e idiota al mismo tiempo.

-Necesito que me ayudes a preparar el equipaje para mañana.- me asiente y le digo lo que tiene que hacer a continuación.- Iré a sacar la ropa de Dul de su closet para luego hacer la maleta aquí.- explico.- ¿Podrías buscar nuestros pasaportes?

Jamie asiente y antes de salir de la habitación escucho que me pregunta.

-Coqui...¿dónde se supone que debo buscarlos?

Ruedo los ojos y suelto una risita. ¡Hombres!

-Ve en mi mesita de noche.- le digo.- sino, deben estar por algún lado de la habitación.

Escucho como Jamie suelta un ¡Okey! a lo lejos y entro a donde se encuentra mi princesa dormida.

Se ve tan linda durmiendo abrazada al señor osito y con Zepp a sus pies. Es increíble lo mucho que ha crecido en estos dos años, y cada vez se parece más a Jamie, aunque con mi locura claro.

Tomo todo lo necesario para este pequeño (no tan pequeño, ya) terremotito y vuelvo a nuestro dormitorio.

Se me hizo raro que Jamie no preguntara en qué más podía ayudar, así que luego de tirar todo a la cama, me giro hasta donde se encuentra sentado jugueteando con algo en sus manos.

-Ey, gran James.- lo llamo, pero parece no salir de su ensoñación.

Un tanto extrañada me acerco, y al ponerme al frente de él me lo encuentro con el brazalete que le dieron a Dul en la clínica el día que nació.

Mi corazón se estruja.

-Jamie.- digo levantando su barbilla para captar su atención. Me encuentro con su mirada perdida y con un deje de tristeza brillando en sus ojos.- No te hagas esto, mi amor.

Me agacho hasta quedar a su altura y uno sus manos a las mías, Jamie sigue acariciando el brazalete lentamente.

-Ey, cariño, mírame.- digo.

Jamie levanta su vista y sus ojos se posan en los míos.

-Nos tienes aquí ahora, eso es todo lo que importa.- acaricio su mejilla y él busca mi caricia. Ay, mi pobre niño herido por mi culpa.- Somos los tres contra el mundo, bebé. Siempre. Deja de pensar en cosas que te lastiman, y que solo te hacen odiar nuestro pasado.

Jamie medita un tiempo mis palabras. Desde que volvimos a estar juntos hemos tratado este tema muchas veces, y aunque siempre llegamos a la misma conclusión de que ninguno tiene la culpa, hay cosas que nos siguen doliendo.

A Jamie por ejemplo, que perdió casi seis años junto a nosotras, y a mí que fui la culpable de que eso pasara.

Pero a pesar de todo, ambos sabemos que lo mejor que nos dio la vida es el poder volver a reencontrarnos. Y que aunque eso es del pasado, siempre formará parte de nuestra historia.

-Tienes razón, Coqui.- dice finalmente y me da una pequeña sonrisa.- Pero no dejo de pensar en...

-Shhh.- me levanto para sentarme en sus piernas y abrazarlo.- Sé lo que piensas, amor.- le digo.- Pero ya no podemos hacer nada, tenemos que aprender a vivir con el pasado.

-Lo sé princesa, pero es feo.- sus ojos vuelven a ponerse tristes, y mi corazón se estruja un poco más.

-Ey, gran James.- capto su atención con el tono de mi voz.- Recuerda que aún nos quedan más bebés hermosos por hacer, vamos a llenarnos de brazaletitos, mi amor.- digo intentando que se ría.- Podremos después hasta venderlos por internet o hacer una fábrica de ellos, porque vamos a tener muchos. Demasiados.

Logro mi propósito, porque Jamie comienza a reírse de las idioteces que suelto. Así es como amo verlo, con su hermosa sonrisa partiéndole la cara.

-Estás loca, Dakota.- dice riéndose.

-¿Aún lo dudas?.- le respondo sonriendo y dándole un besito para luego levantarme de sus piernas y tirar de su mano.- Okey, basta de caritas largas y ojitos tristes, tenemos un equipaje que preparar.

Jamie se levanta y me toma por la cintura para acercarme a él.

-Te amo, Dakota.- dice mirando directamente a mis ojos logrando que me pierda en su mirada.- ¿Lo tienes claro, verdad?

-Clarísimo, gran James.- respondo sonriendo.- Y yo también te amo, amor. Mucho.

Nos damos un beso larguísimo y cuando las cosas comienzan a subirse de tono, corto el beso y me separo de Jamie.

-A trabajar, Dornan.- digo dando la vuelta.- No seas perezoso.

Jamie suelta una risita y me da una palmada en el trasero que logra hacerme saltar.

-Manos a la obra, señora Dornan.

Así que comenzamos a preparar las benditas maletas hasta que por fin, luego de lo que parecen horas, caemos ambos agotados uno en brazos del otro en la cama.



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¡ESTRENO SÁBADO 20 DE AGOSTO!

Nine Months [T.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora