Nine Months [T.2]

Capítulo 11

OCTAVO MES DE EMBARAZO

POV DAKOTA

Me despierto recostada sobre una manta en lo que parece ser un prado. Luego del shock inicial por no saber donde me encuentro, termino de estirarme para reactivar mis músculos y me levanto para buscar a Jamie y Dul. Deben estar aquí, en algún lado.

Camino sobre la hierba y su suavidad me da cosquillas en las plantas de los pies. Inspiro hondo para llenarme de todos los deliciosos olores que me entrega la naturaleza y bajo mi mano para tocar mi vientre.

Solo para descubrir que ya no está.

Comienzo a desesperarme, no recuerdo haber dado a luz aún. Esto está mal, muy mal. Busco a Jamie con más ansias, necesito contarle que nuestros bebés no están. Que desaparecieron.

Los minutos pasan y al no verlo, mi pánico se incrementa. Los ojos se me llenan de rebeldes lágrimas de impotencia y cuando estoy por rendirme...a lo lejos lo escucho.

Su risa. Su inconfundible risa.

Mis pies parecen volar por sobre la hierba mientras me acercan hasta donde sale la risa de mi marido. Está detrás de unos arbustos por lo que solo puedo ver su cabeza y como sonríe mirando hacia abajo.

Camino más rápido, y al rodearlos y verlo, lo encuentro junto a Dul y dos preciosos pequeños de aproximadamente un año. Todos sonríen y por más que intento, no logro verle la cara a los pequeños.

Jamie me ve, por fin, y diciéndole a Dul que me encuentro ahí, toma a un bebé en sus brazos y Dul de la mano ayuda a una pequeña de cabello rubio y rulitos como los de Jamie para poder caminar hacia mí.

Solo sigo viendo la cara de Dul y Jamie. Ya que el bebé que él tomó en brazos esconde su carita en el hueco de su cuello y la pequeña que está aferrada a la mano de Dul, aún no logra levantarse del suelo.

Hasta que pasa.

Ambos pequeños se voltean hacia mí.

Por Dios, son hermosos.

Pego un brinco en la cama al por fin volver en mí. Mis manos automáticamente van directas a mi vientre. Sigue abultado y unas pataditas me dan los buenos días.

Respiro.

Todo fue un sueño. No olvidé el nacimiento de mis pequeños.

Mis pequeños. Jesús, eran preciosos.

-Hola, amores.- digo luego de unos segundos en los que estuve admirando y sintiendo como se movían.- Mami acaba de tener un sueño hermoso, bebés. Y ustedes estaban en él.

Dos pequeñas pataditas se sienten en cada costado de mi panza. Río. Les encanta cuando se trata de ellos.

-Sí, eran ustedes y por Dios, eran hermosos. Ya quiero tenerlos aquí.

Las pataditas cesan y decido dejar de flojear y levantarme para ver al resto del clan. Entro a la ducha y al cabo de 15 minutos ya estoy lista con un short suelto pre-mamá color azul, una camisetita amarilla y unas zapatillas bajas.

Salgo en busca de mis dos amores mayores y sus risas me llevan hasta lo que será el cuarto de los bebés.

-¡Ya Dul! ¡Se supone que debes pintar la pared, no a mí pequeña diablilla!

Me apoyo en el marco de la puerta para encontrarme a Dul en plena escena del crimen. Tiene una brocha llena de pintura en la pierna de Jamie y ríe mientras la mueve de arriba hacia abajo mientras él le pinta el pelo con una brocha más pequeña.