capitulo 6

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Merida

Me encontraba perdida en lo más recóndito de un lugar oscuro, no podía sentir mi cuerpo, ni podía lograr emitir alguna palabra, solo podía estar consiente en que me encontraba inconsciente, mientras que mi cuerpo exterior vagaba por los siete mares.

Así estuve un largo rato, no supe si fueron horas, días o semanas  pero por lo menos algo en mi decía que aun estaba viva.

Mis ojos comenzaron a abrirse poco a poco, sentí mi cuerpo todo entumecido y empapado, mi cabeza daba vueltas pero a voluntad propia fui incorporándome en todos mis sentidos.

una vez ya consiente de toda mi situación actual, volteé mi cabeza de derecha a izquierda viendo como era rodeada por todo un mar de agua salada y sin ningúna vista a tierra firme.

—Hum.– me quejé al ver que no tenía forma de salir de ésta.

Sin embargo comencé a buscar entre mis sacos todas mis pertenencias, llevaba mi ropa, algunas cosas personales, mis armas y lo que más agradecía en llevar; agua y comida.

Me senté en las tablas para sentar de aquel bote, asome mi cara por afuera de mi pequeña nave y vi mi reflejo en el agua salada, con mis dos manos junte un poco de agua y me la eche en toda la cara para refrescarme y despertarme.

Escuche como mi estómago empezaba a exijir comida y como mi lengua comenzaba a secarse. Tome las probicione que llevaba y me senté a degustar del pan con mermelada y la botella de agua que llevaba.

Las horas pasaron y por la posición del Sol pude notar que ya eran más de las tres de la tarde. Enserio no tenía idea de cuánto tiempo estuve inconsciente pero al menos agradecía que el clima ya era soleado pero por el otro maldecía que el sol quemara y no tener ni una pizca de sombra ya que pues me encontraba a mar abierto.

Así que tome mi capa y me la puse para protegerme del Sol, las horas siguieron pasando y yo seguía naufragando por el mar.

[...]

Cinco días habían pasado, cinco días he ido por mar navegando sin rumbo alguno. Claro que intente guiarme por la brújula pero ésta baratija de mercado muerto sólo cambiaba de dirección cada dos segundos haciendo que perdiera mi fe total en ella.

Mis días en el mar abierto habían sido terribles, el sol siempre quemaba al mediodía, mi comida poco a poco iba desapareciendo como mi agua potable, en las noches la temperatura caía considerablemente y por más que me cubría con mis vestidos éstos no lograban calentarme del todo, pero por lo menos el hermoso cielo nocturno me daba consuelo y me hacia maldecir interinamente por no poner atención en las clases de navío que me daban en el castillo. Así hubiera podido guiarme aunque sea por las estrellas.

Y mi estado actual era seguro el que uno tiene antes de morir, mi agua potable se había acabado al igual que mi comida, aunque intente pescarme algo me resulto difícil y aun cuando pesque un pequeño y mísero pez, no tuve con que asarlo. Mi estomago dolía por el hambre y sobre todo las nauseas comenzaron hacerse presentes en mi.

Una lagrima resbalo por mi mejilla y termino cayendo en el mar para después desaparecerse por completo. Un golpe de ira dio en lo más profundo de mis entrañas haciendo que me parará y comenzara a patear todo lo que hubiese a mi alrededor, mi cuerpo descontrolado choco con el pequeño mástil que se encontraba en medio del bote, con mi puños cerrados comencé a golpear el mástil haciendo que éste soltase pedazos de madera, mis nudillos comenzaron a chorrear sangre, vi mis dos manos y solté un fuerte grito de ira.

—Solo quiero irme a casa.– susurre con depresión.

Mire todo el desastre echó por mi en el bote, con pocas ganas comence a guardar y recoger todo lo tirado pero entonces me encontré con aquella figura circular de madera la cual al abrirla se encontraba una pequeña flecha girando sin sentido alguno.

Está Dentro De Ti (Mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora