Ciudad Esperanza

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El silencio cubría el ambiente como si de un tupido manto se tratase. Tan solo el rugido del motor de aquel viejo jeep hacía que la situación se volviera menos incómoda.

Ben, quien conducía, iba esquivando coches abandonados y cuerpos putrefactos por la carretera. Llevaban los faros apagados, pues con ellos encendidos serían un blanco perfecto para sus captores. Más de una vez arrolló un cadáver, provocando el sobresalto del resto de presentes. Maggie ejercía de copiloto, y estaba pendiente de que no estaban siendo perseguidos por nadie. En la segunda hilera de asientos, descansaban bastante apretados Marta, Lidia, Javi y la parejita, sirviendo Glenn como asiento a Cristina. En la parte de atrás, María descansaba inconsciente sobre el regazo de Cuatro, quien le retiraba con un paño el sudor de la frente. Navaja por su parte presionaba sobre la herida de la joven, intentando parar la hemorragia.

—Parece que esto va mejorando.— informó Navaja mientras terminaba de apretar el nudo de las vendas.

—Es bueno oírlo.— dijo Cuatro.

El silencio volvió a estar presente. Marta y Lidia parecían haberse quedado dormidas usando a Javi de colchón.

Con diferencia, la tensión existente entre Glenn y Cristina era palpable. La joven miraba de forma desinteresada por la ventana, intentando ignorar el hecho de que se encontraba sobre Glenn. Definitivamente, no sentía por él lo que días atrás había sentido. Lo consideraba como un cobarde que tan solo quería salvar el pellejo. El asiático, por su parte, no le llevó la contraria en ningún momento. Era consciente de que lo suyo había terminado, y no de la forma en la que le gustaría. Tampoco puso ninguna objeción cuando le tocó sostener a Cristina en la huída. Pensó que quizá fuera el último momento de cercanía que iban a tener. Ella sí parecía menos conforme. Se removía incómoda sobre su "asiento", provocando que más de una vez Glenn le indicara que se estuviese quieta, cosa que ella ignoró completamente.

—¿Podemos parar un rato?— preguntó Glenn por cuarta vez.

Cristina rodó los ojos.

—Dejemos que el señorito estire las piernas un rato.— ironizó Cristina.

En cuanto Ben paró el coche, a un lado de la carretera de tierra, Cristina bajó de él, y Glenn salió disparado, aliviado en parte al dejar a un lado la incomodidad, en todos los sentidos, a la que estaba sometido.

—Ahora vuelvo.—informó Glenn.

Ben y Maggie bajaron del coche para revisar el motor y los neumáticos.

—¿Ha pasado algo?— preguntó Marta. Cristina y Lidia se acercaron.

—No, simplemente estábamos revisando el estado del vehículo. Cogimos el primero que vimos.— respondió Ben.

Las chicas asintieron. Se acercaron a la parte trasera del coche, donde Navaja seguía con sus labores.

—¿Cómo está?

—Mejorando. La herida no es muy profunda. Tampoco ha dañado ningún órgano, como teníamos planeado. Solo hemos tardado más de lo previsto en llegar a vosotros y tratarla. Ha perdido mucha sangre.

— ¿Planeado?— interrogó Lidia entornando los ojos.

—Era la única forma de escapar de allí, María aceptó.— intervino Cuatro.

Cristina miró con desconfianza a Cuatro, y tiró de Marta y Lidia para hablar en privado.

—¿No os parece sospechoso?

Elisian: Ciudad EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora