Soma

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Atención, CE significará Ciudad Esperanza

***

Esa mañana Marta se había levantado de buen humor. Habían pasado ya dos meses desde que Minho había sido proclamado Regente Vitalicio, y por fin, todo parecía ir como la seda. El problema del paro se había solucionado con la llegada de las antiguas normas elisianas y sus esclavos.

Se levantó con cuidado de no despertar a Minho y lo miró detenidamente antes de marcharse. Si: definitivamente le gustaba mucho. Aquello en la vida real, antes del apocalipsis, se podía traducir como irse a vivir con el novio, pero esto era distinto en el fin del mundo. Era la novia de un regente y aquella nueva forma de vida, le gustaba mucho.

Le dio un beso en la cabeza y se puso un vestido de estar por palacio. En la entrada de la habitación la esperaban sus esclavas personales.

—Preparadme un baño. Esta vez, de leche de burra—les pidió con voz educada mientras se ponía en los pies unas babuchas.

Las chicas asintieron y salieron presurosas a los baños. Marta bajó a las cocinas, que empezaban a cobrar vida, encontrándose allí a María. Al contrario que ella, esta estaba vestida para la acción.

— ¿A dónde vas?—preguntó con curiosidad.

—Evan y yo vamos a salir un poco. El invierno ha llegado y necesitamos pieles.

—Si si, pieles—respondió Marta riéndose.

María le hizo un corte de manga. En ese momento llegó Evan sonriente.

—Eh, ¿nos vamos?—dijo poniéndose bien la escopeta.

La morena asintió y los dos salieron de las cocinas. Minutos después, Marta se estaba bañando en la gran bañera del palacio, echa de marfil. Mientras se daba el gel, pensaba en los asuntos de Ciudad Esperanza. Pronto serían demasiadas personas y no cabrían allí, Toledo no tenía tanto espacio.

Una sonrisa medio maligna se dibujó en sus labios. Llamó a una esclava y empezó a dictarle mientras escribía en una hoja con pluma y papel. Después de media hora, ordenó que trajeran a uno de los amigos de confianza de Minho: el mugriento.

La bañera tenía doseles alrededor que le daba su ocupante la privacidad que desease, pero no eran del todo oscuras. Daryl llegó al cuarto de baño minutos después.

— ¿Para qué me has hecho llamar?—preguntó enfadado.

Marta sacó la mano fuera del dosel y le entregó el cuaderno que le había dictado a la esclava. El mugriento tardó unos minutos en hablar otra vez.

— ¿Qué coño es esto?

Marta sonrió.

—Son planes de expansión.

— ¿''Planes de expansión'' ? Yo a esto lo llamaría invasión.

La pelirroja bufó.

—En un año habrán nacido quinientos bebes nuevos y las murallas de Toledo no abarcan terreno para más vidas. Habrá hambrunas y después el pueblo descontento se alzará contra Minho. Será el caos, la guerra civil.

Daryl leyó un poco más el documento.

— ¿Y quienes conquistaran esos nuevos territorios, princesita? ¿Lo harás tú? ¿O lo haremos los cazadores y guardias?

La pelirroja miró hacia el otro lado. Ella no era buena luchando, al menos con la puntería. Podía resistir un par de días como mucho, pero no más. El silencio le dio la razón a Daryl.

—Eres una puta.

La chica se puso de pie.

— ¿¡Perdona!?

Elisian: Ciudad EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora